Daniel Galeano es uno de los pocos especialistas dedicados a recrear y restaurar radios para autos históricos; es el único en el mundo en producir réplicas de modelos de Mercedes-Benz de los años 40 y de Ford de entre 1928 y 1948
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Entre perillas desgastadas por el paso del tiempo y teclas desteñidas por la acumulación de caricias y presiones de dedos que se remontan hasta los inicios mismos de la producción automovilística en cadena. Ahí, en esa suerte de burbuja del tiempo que es su taller en la zona de Barracas, está este fanático de los autos clásicos, un distinguido especialista en la restauración de modelos de diferentes épocas y procedencias.
Ese es un mundillo en el cual, los verdaderamente buenos, tienen mucho trabajo y obtienen reconocimiento no solo dentro del país, sino también a nivel internacional. En eso Daniel Galeano califica y con muy buenas notas, pero hay algo más en la mano clínica y la mente creativa y emprendedora de este argentino de 54 años, oriundo de Avellaneda: es uno de los pocos en el mundo (al menos de los que se tiene registro serio y comprobado) que se dedica a la recreación de radios para autos de diferentes épocas, aparatos que ya hace varias décadas abandonaron una línea de montaje.
Su inquietud lo llevó a investigar hasta los albores de esta industria, llegando a los anales donde figuran los ancestros de los multimedia actuales. Y no es cuestión menor pensar que no sólo el parque automotor era limitado, sino que, además, no abundaban los modelos que venían con ese equipamiento, considerado un verdadero lujo, al menos durante los 20 y buena parte los 30. Al apreciar esas vitrinas donde descansan decenas de aparatos radiales de todo tipo, es imposible advertir cuáles son los originales y cuáles las réplicas hechas por Antique Radios Company, la empresa que conforma esa diminuta elite de expertos que en el mundo se dedican a este singular arte.
Los inicios: entre herencia y autodidacta
Galeano le cuenta a LA NACION que para encontrar los orígenes de esta historia hay que viajar hacia fines de los 40, cuando su abuelo, que ya fabricaba radios, empezaba a hacer lo mismo con los primeros televisores, siendo uno de los pioneros en el país. Más tarde, su padre Héctor (“Pocho”) ya formado como técnico electrónico se le unió y siguieron destacándose en el rubro con una casa dedicada a la venta de radios y aparatos de TV. Luego montaron una empresa de reparación y así llegaron hasta los 90.
Ahí están los genes de todo lo vendría más tarde. Tras un período de vida en Europa y mientras trabajaba como bancario, Daniel ya tenía a los autos clásicos como un hobby que iba ganando en magnitud. Primero compró un Chevrolet 51 y luego una Ford 35, a la que le faltaba la radio. Así fue su despegue como coleccionista y también como meticuloso cliente que requería saldar el faltante de su preciado clásico.
Y como los primitivos aparatos funcionaban a válvulas, su padre se las ingenió para arreglar alguno que otro “de onda”, para hacerle el favor a un par de allegados que no tenían manera de hacer funcionar el suyo. En los años 2000 -teniendo ya a Internet como motor de búsqueda- comenzó con el rastreo de datos o pistas de alguien que las fabricase o las vendiera. ¿Los resultados? Se conseguía poco y nada, apenas un dial o una perilla, pero cero del dispositivo interno.
Dejó de dar vueltas y decidió meterse en el tema. Le pidió a su padre –ya retirado- que le haga una plaqueta de 6 volts (rendimiento de las baterías de aquel entonces) pero con FM además de AM. Así compraron lo necesario y arrancaron, ya iniciado el año 2004. Todo era una lucha porque no se conseguían proveedores para lograr buenas fundiciones, al menos las que se requerían para que esas recreaciones salgan lo más fidedignas posible. Siendo licenciado en marketing, veía ante sí un escenario en el que estaba todo por hacer.
Con el tiempo aparecieron algunas radios originales que servían para replicar y sino, se buscaban fotos o dibujos para copiar, o bien y en el mejor de los casos, tomar medidas en base a algún auto original. Un trabajo detectivesco para dar con la matriz que serviría de base. “La primera que logramos armar fue la de un Ford A de 1929 y la presentamos en Autoclásica 2006, donde tuvo una gran recepción”. Así se adentraba cada vez más en la cuestión: mientras él diseñaba e investigaba, su padre desarrollaba la parte técnica.
De cara al futuro, aquel naciente negocio estaba pensado esencialmente para exportar, porque el mercado interno “no daba para tanto”, sostiene. Para 2009, ya apartado del mundo bancario, nació oficialmente “Antique Radios Company”, ahora ya con la idea de atacar el mercado local de clásicos, entregando una garantía de 10 años para hacer experiencia y fortalecerse lo máximo posible antes de saltar formalmente al plano internacional.
Como una especie de pretemporada o entrenamiento. Las réplicas, exactamente iguales a las originales, con sistema análogo, tal como se vendían por entonces. Tiempo más tarde logra hacer la de un Ford 47 y así fueron llegando otros modelos. Su alma emprendedora lo llevó a hacer buenas relaciones en Estados Unidos con los popes de las autopartes de diferentes épocas, a los que podía proveer con sus productos.
“Allá un Dennis Carpenter te vende todo para armar un Ford desde el año 1926 en adelante, lo conseguís íntegro, pieza por pieza, de paragolpes a paragolpes (motor, asientos, tapizados, llantas), todo menos la radio. Algo parecido pasa con Bob Drake y sus reproducciones para la marca del óvalo”, cuenta.
Con obstáculos, esfuerzo y los clásicos en paralelo
A lo largo de su desarrollo y en la previa de la apertura oficial, tuvo que afrontar y superar más de un obstáculo, como el cepo cambiario que frenó momentáneamente sus aspiraciones. En paralelo seguía con su otra pasión, cumpliendo el sueño de comprar un Mercedes-Benz SL, una preciosa cupé de techo rígido, cuya venta le sirvió para llegar a otros dos autos clásicos y así prosperó con ese negocio como para suplantar el temporalmente frustrado plan de exportar sus radios, las cuales se seguían desarrollando y produciendo, pero a una escala menor y a cambio de pedidos muy específicos.
“Así logré alquilar un primer garaje para instalar mis autos antiguos y tomar un mecánico para los trabajos de mejorarlos y mantenerlos. Y eso derivó en el arreglo de los primeros autos para clientes, luego en restauraciones y ya nos mudamos porque el galpón quedó chico”. De manera artesanal, con buenos contactos y un prolífero “boca en boca”, se hizo un su lugar en este escenario tan particular.
Los autos que llevan o pueden llevar una Antique
El grueso de la producción de estas dos décadas se centra en modelos Ford y Chevrolet desde el año 1929 a 1956; Porsche 356 y 911; Mercedes-Benz de los 60 y 70; Volkswagen desde 1947 a 1964, y algunos especiales como la pick up Chevrolet Apache, por ejemplo. Fiat (entre 58 y 65), Chrysler, De Soto, Hudson, Oldsmobile, Studebaker, Buick, Cadillac y varios etcéteras figuran en su catálogo.
Hoy es único en el mundo en hacer radios para modelos Mercedes-Benz del 47 al 54, y asegura que tampoco ha encontrado o sabido de alguien que recree las de Ford del período que abarca entre el 28 y el 48, “lo mismo que para los Chevrolet entre 1930 y 1948″, comenta. “Somos muy pocos los que nos dedicamos a esto. Hay algunos en EE.UU., uno en España, otro en Sudáfrica, y alguno más por ahí, pero que se dedican a otros modelos y no a los que yo hago”, afirma. También están quienes las hacen con apariencia antigua, pero de funcionamiento digital, que no es lo mismo.
Idénticos a los de ayer, con las ayudas de hoy
El experto afirma que todo aparato se puede desarrollar y recrear, de cualquier modelo y año, mientras se consiga dato o información para reproducirlo. Con sintonizador en la columna de dirección o en el centro del tablero, con válvulas o con transistores, para 6 o 12 voltios, americanas o europeas, de todo. Además de recepción de AM y FM, les puede incorporar sistema de Bluetooth para que el cliente lo conecte a su celular. Advierte que la principal limitante está en armar una sola unidad para un modelo que no tenga en su inventario, ya que el costo de crear esa matriz es alto y por escala es casi inviable. Los materiales principales que utiliza son chapa para las cajas -a las cuales redujo notablemente en tamaño gracias a la intervención de las nuevas técnicas- y aleaciones diferentes para replicar las partes metálicas, o las que requieren las teclas y perillas. Puede llevar hasta seis meses configurar una réplica, pero el ensamble con todas las piezas disponibles no demanda más de un día, incluso también las instala si el cliente lo pide.
Profeta en su tierra y en otras
“Somos una compañía joven dedicada a la fabricación y venta de aparatos de radio especiales para su auto antiguo”, reza el encabezado de la web antiqueradios.com.ar que resume en gran parte lo hasta aquí narrado. Su actividad hoy se reparte entre la compra, restauración y venta de vehículos de otros tiempos, y las reproducciones de radios.
Él sostiene que “no va a trabajar sino a jugar” porque ese mundo es su pasión. Su papá, a poco de cumplir 80 años, lo acompaña un par de días en la semana para avanzar o terminar alguna de las radios, y ese compartir es otra de las ganancias de su empresa y gran motivo para mantenerla. Hoy tiene más de una docena de clásicos propios y, con el paso del tiempo y los autos, la relación con muchos de sus clientes se profundiza hasta el punto de la amistad. Sus aparatos receptores están por todas partes, desde Brasil, Chile, Colombia, Perú, Costa Rica y México, hasta EE.UU., también en Alemania y Sudáfrica.
Es toda una rareza dentro del mundo de la restauración y la recreación de piezas históricas. Lo que Galeano hace es atípico, un trabajo verdaderamente artesanal para alcanzar lo más cercano a la perfección en similitud con aquellos añejos aparatos receptores, incluso dándoles esa imagen gastada, con algunas teclas saltonas en discordancia con las otras, los diales que acusan el cansancio acumulado y esos paneles frontales que emulan una edad avanzada, amén de que algún cliente las puede pedir como venían en un 0km. Está todo pensado y terminado hasta el último detalle. Cuántas veces se lee, se comenta o se escucha decir acerca del poder y alcance del talento argentino y de su proyección a nivel internacional, y cuántos ejemplos como éstos hay que dan sobradas demostraciones de que, muchas veces, hasta nos quedamos cortos con la afirmación.
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