Universal Traslados nació en 1970 cuando Salvador Boniface compró un Ford Fairlane negro y empezó a trabajar en servicios fúnebres; con el tiempo, se transformó en la principal firma de traslados de ejecutivos y diplomáticos; trabajó en el G-20 en 2018 y en la asunción de Javier Milei
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Allá por 1970, en el corazón de Buenos Aires y arriba de un Ford Fairlane, nació Universal Traslados, una empresa de traslados premium con foco en el segmento corporativo y diplomático. Su fundador, Salvador Pedro Boniface, tenía 28 años y era taxista cuando todo empezó.
“Mi papá era taxista y estaba cansado de que le roben, pero la gota rebalsó el vaso cuando se le fundió el motor”, cuenta su hijo Mariano Boniface, de 44 años y actualmente a cargo de la empresa junto con su madre Estela Jonneret, en un diálogo con LA NACION. “Venía muy golpeado por la situación y quería un cambio. Entonces con sus ahorros más la plata que le dio el seguro se compró un Ford Fairlane negro, un modelo recién llegado al país que en ese momento era el tope de gama”.
Poco intuía Boniface, hoy un señor de 82 años, que ese sería el comienzo de un gran negocio. “En ese entonces los cortejos fúnebres estaban de moda, y él vio que, con su nuevo rodado, podía encajar”, dice Boniface (hijo). “Entonces imprimió sus tarjetas y empezó a figurar y, más temprano que tarde, se convirtió en el servicio que, a la hora de organizar un entierro, todos querían contratar”.
Así, con un equipo de 10 conductores freelancers que querían dedicarse a lo mismo, el hombre creó su propio manual de reglas para ejecutar cada traslado: autos negros y choferes de traje, guantes blancos y pelo engominado, “lo más parecidos a Gardel, mejor”.
El punto de inflexión fue la visita del primer ministro de Japón. “La embajada salió a buscar traslados y vieron un cortejo fúnebre en la calle, y lo contactaron a papá”, relata Boniface (h). “Y ese fue un viaje de ida (no literalmente)”.
A la embajada de Japón le siguieron la de Estados Unidos y, al poco tiempo, ganaron de clientes a empresas como DuPont, Reuters e IBM. Para fines de los 90, cuando el tema de los entierros deluxe dejó de rendir, mutaron casi completamente al nicho de traslados premium para los segmentos institucional, corporativo y de turismo top.
El último cortejo fúnebre para el que los contrataron fue el del expresidente de la Nación Raúl Alfonsín en 2009.
De un Ford Fairlane a una flota de 200 autos
Hoy la empresa cuenta con una flota de más de 200 unidades (entre vehículos propios y a través de prestadores de servicios).
La mayoría son Mercedes Benz de alta gama, varios blindados. En el último año invirtieron más de US$300.000 para agrandar la flota y agregar SUVs, minivans y minibuses para traslados grupales. También tienen modelos más básicos, como Ford Mondeo, Toyota Corolla y Fiat Cronos, y algunas unidades con motorización híbrida.
Actualmente realizan en promedio 12.000 viajes mensuales, número que aumenta a 15.000 en “temporada alta”; y, por ahora, operan exclusivamente en toda la provincia de Buenos Aires. Tienen oficinas en el Microcentro en CABA, y en Buena Vista, en San Fernando.
De cara al futuro cercano, este año prevén duplicar la inversión realizada el año pasado, y aumentar el volumen de traslados en un 20%. De acá a tres años, la meta es triplicarlo, dicen.
Un servicio que no es para gente común
Con más de 50 años en el mercado, en el abanico de clientes de Universal Traslados están SAP, Toyota, Bagó, Pfizer, Scania, Adidas, Coca Cola, Telefé, Chevron, Exxon, PAE, Pluspetrol, el Park Hyatt y el Intercontinental.
En la lista de los principales servicios para los que trabajaron se leen los traslados de la cumbre del G-20 y del Mercosur; del casamiento de Lionel Messi; del entonces Rey Juan Carlos de España y del actual Emir de Qatar; y, la más reciente: la asunción del presidente Javier Milei.
“Cada empresa o evento diplomático requiere de un contrato distinto, hecho a medida, con cláusulas específicas, atención customizada y normas de seguridad especial”, explica Boniface (h). “No trasladamos a personas que no sean clientes de empresas premium. No es un servicio para gente común”.
En materia de precios, el valor es relativo, pero por lo menos triplica los números de un traslado tradicional. “Un viaje al aeropuerto, por ejemplo, con nuestro auto más económico, puede salir alrededor de $55.000″, comenta el directivo.
Si se habla de un evento como lo fue el G-20, en 2018, para el cual se contrataron 700 vehículos para las distintas delegaciones, se cobra por día y, con opción tope de gama (auto premium blindado en la puerta 24/7 y chofer bilingüe), cada jornada puede costar alrededor de US$1000.
Boniface (h), cuenta a modo de anécdota que para ese evento en particular, tuvo que viajar a San Pablo, Brasil, dos veces en una semana para pedir prestados varios Mercedes Benz, porque ellos ya no tenían disponibilidad. “De un día al otro, Arabia Saudita quería 300 autos blindados y, no sabíamos cómo, pero teníamos que llegar”, reconoce. “Tratamos de nunca decir que no, pero la realidad es que la Argentina no es como Nueva York. El número de Mercedes Benz en la calle es muy limitado”.
Autos negros, sin música y no hablar
Desde el 1970, cuando Pedro Boniface tuvo una idea que se animó a implementar, las cosas cambiaron aunque no tanto y, es evidente que las normas decretadas cuando no tenía mucho más que un Fairline e ingenio del bueno, corren por las venas de Boniface hijo desde una temprana edad.
Los choferes que trabajan con él ya no tienen la obligación de parecer Gardel, pero sí tienen que emanar elegancia y exclusividad, además de contar con un registro profesional.
Se les pide ir de traje con corbata (aunque sin guantes), pelo corto, idealmente ser bilingües, evitar la música y no hablar hasta que el cliente empiece a hablar. Entre otros sellos distintivos, todos los conductores son capacitados en primeros auxilios, manejo defensivo, RCP y protocolo ceremonial.
“Está todo en los detalles”, subraya Boniface (h), que da el ejemplo de que, cuando van a buscar a alguien al aeropuerto, tienen que usar un iPad en lugar de papel para anotar. “Detrás de cada volante tiene que haber un conductor profesional, porque cada uno de ellos es un eslabón fundamental en la cadena de excelencia que queremos representar”.
Los autos siguen siendo negros, tienen toda la reglamentación al día y, como máximo, cuatro años de antigüedad.
“Yo calificaría a esta empresa como un milagro”, declara Pedro Boniface, a quien se le pidió una reflexión sobre la trayectoria y el crecimiento de Universal Traslados. “Me cuesta creer que con tan poco se haya logrado tanto. Fue puro esfuerzo y sacrificio, desde el momento cero a la actualidad. Es un legado”.
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