En un futuro que acelera, los avances tecnológicos que antes parecían lejanos están cada vez más presentes en nuestra cotidianeidad; un paneo por la industria de la movilidad y su devenir de cara a los próximos años
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El Acuerdo de París trazó una hoja de ruta para que gobiernos, industrias y organizaciones redujeran las emisiones de gases de efecto invernadero y logren la descarbonización. ¿La fecha límite? 2030. En el medio, la humanidad se vio atravesada por una pandemia y la irrupción de los servicios de inteligencia artificial, dos hitos que aceleraron los procesos de desarrollo tecnológico.
Antes, pensar en pagar mediante QR o ver autos autónomos y hasta voladores eran hechos reservados para el imaginario futurista. Hoy son una realidad. Apalancados por esos eventos, distintos actores de las industrias globales empiezan a presentar sus innovaciones y desarrollos. Porque para el 2030 ya no falta una década como ocurrió en la firma del acuerdo y ante la celeridad que demanda cumplir con las metas, la revolución tecnológica ya está presente.
Por ejemplo, lo que ocurre en la industria de la aviación, responsable de entre el 2,5% y 5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. En esa línea, aparecen iniciativas como la de Contemporary Amperex Techonolgy Co. Limited (CATL), una empresa de origen chino que presentó en el Salón del Automóvil de Shanghai una nueva batería de alta densidad energética: 500 Wh/kg en una sola celda.
Eso significa más carga en menos peso y espacio. Con esa innovación en mano, esta empresa se propuso llevar su desarrollo más allá y crear para 2028 aeronaves 100% eléctricas con 3000 kilómetros de autonomía. Aviones que servirían para vuelos regionales y distancias cortas.
Siguiéndole el ritmo, pero apelando a otra motorización, aparece Universal Hydrogen, una empresa que probó en una simulación en tierra el uso de hidrógeno verde para alimentar aeronaves. La prueba fue totalmente exitosa y lograron generar energía durante una hora y 40 minutos, algo que representaría unas tres horas de vuelo a plena potencia.
El objetivo está puesto para 2026, año en el que pretenden estar en condiciones de colocar los módulos de hidrógeno en aviones comerciales. Y si de hidrógeno y aviones se trata, hay que mencionar a Bertrand Piccard, un ambientalista y explorador suizo cuyo experimento testimonial busca demostrar que el hidrógeno es una solución viable para aviones.
Como si se tratase de La vuelta al mundo en 80 días (1872), Piccard busca dar un viaje internacional a bordo de un avión diseñado por él e impulsado de esta manera. Así, marcar la pauta de lo que podría ser el futuro de la aviación.
Pero lejos de los proyectos a largo plazo es que aparecen los desarrollos que ya están en funcionamiento. En ese sentido, Stadler, un fabricante de origen suizo, presentó hace meses el Flirt H2, la segunda generación de un tren interurbano y regional impulsado a hidrógeno. Su primera generación, que tiene operativas 150 unidades en todo el mundo, ya fue un éxito y las nuevas prestaciones de esta segunda entrega prometen mejorar la experiencia.
Se trata de un tren equipado con 12 pilas de combustible de hidrógeno de 100Kw cada una, cuya recarga se logra en no más de 40 minutos. Eso permite autonomía de 450 kilómetros, capacidad de carga de 116 pasajeros y una velocidad máxima de 127km/h. El Flirt H2 ya está operativo en California, Estados Unidos y hay órdenes de compra para que llegue a Calabria y Cerdeña, en Italia.
Otra cosa que apareció en este tiempo fue la vuelta de las grandes embarcaciones impulsadas a vela. Sea Cloud Crusies, una empresa de los Estados Unidos, tiene una flota de veleros de lujo y ostenta el récord de tener al velero de pasajeros más grande del mundo. El Sea Cloud Spirit tiene 137 metros de eslora, 28 velas, capacidad para 136 personas y es el ejemplo perfecto de que la discusión sobre el ocio y los viajes marítimos puede ser sostenible sin perder las prestaciones adquiridas.
Así como los desarrollos citados responden a la lógica que impone la Agenda 2030, lo que está ocurriendo en las fábricas de Tesla y de Dongfeng Motor Corporation sigue con una línea de automatización, inteligencia artificial... y robots.
Y es que tanto Elon Musk como el fabricante de autos chino introdujeron en sus plantas productivas a robots humanoides para asistir en “tareas tediosas y peligrosas” al trabajo humano. Optimus (Tesla) y Walker S (Dongfeng) son el futuro de la automatización de tareas, la especialización del humano y la avanzada tecnológica. Para 2025, los humanoides de Elon Musk estarán trabajando a la par de los operarios de la fábrica de la automotriz estadounidense y en 2026 empezarán a venderse flotas de este dispositivo a empresas que busquen ir por caminos similares.
La era del desarrollo tecnológico pasó de planes, bocetos y proyectos a materializaciones, hechos y cotidianeidad. Los eventos que aceleraron la aparición de estas innovaciones sirven aún hoy de palanca para impulsar mayores tecnologías y, mientras tanto, la humanidad debe aprender a convivir con cosas que, en otro contexto, hubieran quedado reservadas para la ciencia ficción y los relatos futuristas.
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