El misterio mantuvo en vilo a los vecinos por poco más de 40 años; luego de que su dueño contrajera una afección neurológica, los 243 ejemplares fueron subastados
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Corría mediados de 1960 cuando Ad Palmen, un hombre oriundo de Dordrecht, Países Bajos, comenzaba un negocio de compra y venta de autos. La época y las circunstancias le permitieron acuñar una gran cantidad de vehículos que, en muchos casos, se le dificultaba venderlos por su precio y condiciones.
Eventualmente, decidió que todos los que le gustaran y no pudiera ubicar en manos de algún interesado, se los quedaría para su colección personal. Así, durante poco más de 40 años, se convirtió en el dueño de 243 ejemplares únicos que hoy son considerados clásicos de colección.
A medida que ponía la firma en cada uno de ellos, los guardaba en un galpón en las cercanías de su casa y, conforme pasaban los años, despertaba la curiosidad de los locales y amantes del motor. “Vivimos cerca de acá durante 15 años y siempre le preguntamos al dueño si podíamos mirar los autos, pero nunca encontrábamos el momento correcto”, le relató un vecino al diario británico The Sun.
Con el tiempo, la edad y los años le empezaron a jugar en contra a Palmen. Ya mayor, fue diagnosticado con un avanzado cuadro de demencia, motivo por el cual se decidió a proceder con la venta de sus 243 autos.
Cuando los responsables de la subasta abrieron el galpón, se sorprendieron con lo encontrado: un Lancia Aurelia B20, un Jaguar E-Type, un Alfa Romeo 2600 SZ y un Mercedes-Benz 300S Roadster estacionados junto a varios ejemplares de Ford, BMW, Alpine y hasta Ferrari. Los autos datan de todas las épocas, dando cuenta una cuidada curaduría de qué unidades conservar para la tan preciada colección.
“Nunca habíamos visto una colección de este calibre y condiciones en nuestra vida. Todos los motores incluso resistieron muy bien el paso del tiempo”, remarcaron Nico y Nick Aaldering, propietarios de la subastadora que se encargó de redistribuirlos. “La variedad es más que ecléctica. [Palmen] tenía un gusto refinado y un amplio conocimiento de autos raros y especiales. La colección estuvo guardada en una iglesia y dos almacenes secos y Palmen los ponía en marcha con regularidad para que no se deterioren los motores”, contó tiempo después un comunicado oficial de la subastadora.
Catalogada como “una de las colecciones mejor guardadas y secretas de Europa”, todos los 243 autos encontraron nuevo dueño, e incluso varios fueron adquiridos por la misma persona. Para preservar a los compradores, no se conoce la identidad de los adquirientes.
LA NACION