La biografía del empresario multimillonario escrita por Walter Isaacson que describe a un voluble “nene en cuerpo de hombre” ambicioso y con problemas para relacionarse con los humanos
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En varios momentos de “Elon Musk”, la nueva biografía de Walter Isaacson sobre la persona más rica del mundo, el autor busca encontrarle sentido al empresario multimillonario al que siguió de cerca durante dos años asistiendo a reuniones, chusmeando correos electrónicos y mensajes de texto y participando en “decenas de entrevistas y conversaciones nocturnas”.
De acuerdo con la descripción de Isaacson, Musk es un “nene encerrado en el cuerpo de un hombre voluble”. Intimidado implacablemente en su infancia sudafricana hasta que creció lo suficiente como para confrontar a sus acosadores. El fundador de Tesla habla sobre su Asperger que lo hace ser “malo en lo social”. Como atestiguan las personas más cercanas a él, carece de empatía, algo que Isaacson describe como un “gen programado”.
Sin embargo, aunque Musk tiene dificultad relacionándose con los humanos de carne y hueso que lo rodean, sus planes para la humanidad son impresionantes. “Un cohete totalmente reutilizable es la diferencia entre ser una civilización de un solo planeta y ser multiplaneta”, Musk repetiría “maníacamente” a su personal en SpaceX, su compañía de naves espaciales y satélites, donde cada decisión está motivada por su determinación para llevar terrícolas a Marte.
Presiona a los empleados de sus empresas (ahora dirige seis, incluida X, la plataforma antes conocida como Twitter) para que reduzcan costos y cumplan plazos brutales porque necesita invertir recursos en la misión de colonizar el espacio “antes de que la civilización se desmorone”. El desastre podría provenir del cambio climático, de la disminución de las tasas de natalidad o de la inteligencia artificial. Isaacson retrata a Musk acechando la fábrica de Tesla, su compañía de autos eléctricos, y emitiendo órdenes sobre la marcha. “Si no tomo decisiones”, diría el CEO, “morimos”.
A Musk le gusta hablar de sus intereses comerciales en términos de superhéroes. Isaacson, cuyas biografías anteriores incluyen las de Leonardo da Vinci y Steve Jobs, es un cronista paciente y obsesivo. Para el desarrollo de su última obra, hay quienes argumentaron que puede parecer demasiado paciente y, este, es un peligro para cualquier biógrafo al que se le conceda un acceso extraordinario.
Isaacson transmitió narrativamente que a Musk realmente no le gusta nada el rechazo. Algunos de sus lugartenientes insisten en que eventualmente se abre a escuchar las motivaciones y razones de los otros, pero que su hábito de primera mano es ridiculizar como saboteador o idiota a cualquiera que se le resista.
La música Grimes, madre de tres hijos de Musk (la existencia del tercero, Techno Mechanicus, apodado Tau, se mantuvo en privado hasta ahora), llama a su ira turbulenta “modo demonio”, una mentalidad que crea muchas cosas a partir del caos y abre muchas posibilidades. Es una evaluación conveniente, que Isaacson parece tomar de Grimes al 100%. “Como nos enseñó Shakespeare, todos los héroes tienen defectos, algunos trágicos, otros vencidos, y aquellos a los que presentamos como villanos pueden ser complejos”.
Isaacson logró que hasta Errol, el padre intermitentemente separado de Elon que tiene dos hijos con su hijastra, hablara. Musk tiene 10 hijos con tres mujeres. El primero, nacido en 2002, murió de síndrome de muerte súbita del lactante cuando tenía 10 semanas de vida.
“Él realmente quiere que la gente inteligente tenga hijos”, dijo Shivon Zilis, ejecutiva de una de sus empresas con la que tuvo gemelos en 2021 a través de una donación de esperma. En ese momento, Grimes y Musk esperaban a su segundo bebé, una nena. En ese momento, Musk optó por no contarle a Grimes que acababa de tener gemelos con una de sus empleadas.
Al margen de los detalles de sus múltiples intrigas domésticas, no están ni cerca de ser la preocupación principal de Musk. En cambio, sí lo es el funcionamiento de sus negocios, donde espera que su personal respete el algoritmo, y donde su credo es “cuestionar todos los requisitos” de un departamento, incluido “el departamento legal” y “el departamento de seguridad”, y “eliminar cualquier parte o proceso en la manera de lo posible. Otros corolarios son: “La camaradería es peligrosa” y “Las únicas reglas son las dictadas por las leyes de la física. Todo lo demás es una recomendación”.
Aún así, Musk acumuló suficiente poder para dictar sus propias reglas. En una de las primicias más importantes del libro, Isaacson describe a Musk dando órdenes secretas a sus ingenieros para que “apaguen” la cobertura del Internet satelital Starlking para evitar que Ucrania lance un ataque sorpresa con drones contra las fuerzas rusas en Crimea. Según Isaacson, Musk no cerró la cobertura, pero negó una solicitud para ampliar el alcance de la red, con el pretexto de “salvar a la humanidad de una guerra nuclear”. Cuando el viceprimer ministro de Ucrania le envió un mensaje de texto diciéndole que era “una cuestión de vida o muerte”, Musk le dijo que “buscara la paz mientras tengas la ventaja”. Aconsejarle a los ucranianos que “busquen la paz” suena especialmente rico viniendo de alguien que está “energizado”, dice Isaacson, por “amenazas terribles”.
La sensación general que se desprende de esta biografía es que, a pesar de todo lo que Musk habla sobre la magia transformadora del “algoritmo”, en última instancia, él hace lo que quiere, desde ordenarle a sus empresas que escatimen fanáticamente en algunas cosas mientras insiste en un gastos generosos en otras. En Tesla, su obsesión con las minucias del diseño automotriz infló los costos y agotó el efectivo de la empresa. En SpaceX, en lugar de gastar US$1500 en el tipo de traba utilizada por la NASA, un ingeniero descubrió cómo modificar una de US$30 destinada a un cubículo de baño. Cuando Musk adquirió Twitter el año pasado, eliminó el 75% del personal.
Desde la adquisición de Musk de Twitter, el discurso de odio de la plataforma proliferó mientras las ventas de publicidad se desplomaron. Al leer la biografía, uno se pregunta si el antiguo pajarito se transformará en el Waterloo de Musk. “Él pensaba que era una empresa de tecnología”, escribe Isaacson, “cuando en realidad era un medio publicitario basado en las emociones y relaciones humanas”.
Isaacson cree que Musk quería comprar Twitter porque lo habían acosado mucho cuando era niño y “ahora podía ser dueño del patio de recreo”. Es una metáfora incómoda, pero eso también es lo que la hace perfecta. Tener un parque infantil no va a lograr que dejen de acosarte. Si lo pensás bien, ser propietario de un parque infantil no te va a dar gran cosa.
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