Tesla va a construir una megaplanta de autos eléctricos en México; ¿qué tan viable es convertir a este país en la sede latinoamericana de la electromovilidad?
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La megaplanta que Tesla va a construir en México confirma el liderazgo del país como mayor fabricante de vehículos eléctricos en América Latina. Cuando la obra llegue a un final, el nuevo proyecto se convertirá en la primera planta de Tesla fuera de Estados Unidos, Alemania y China.
En una presentación para inversores celebrada el miércoles 1°, el CEO de Tesla, Elon Musk, dio a conocer el modelo de la futura nueva planta como el mayor anuncio del día. “La ubicación va a ser cerca de Monterrey, en México”, dijo Musk y enfatizó que la compañía va a ampliar la producción en todas las plantas existentes, aunque no reveló detalles sobre dicha expansión. “La Gigafactory de México va a ser complementaria a la producción de otras partes”.
Martha Delgado, subsecretaria para Asuntos Multilaterales de la Cancillería, señaló que la inversión será de unos US$5000 millones y que la fábrica, ubicada en las afueras de la norteña ciudad de Monterrey, estado de Nuevo León, en el municipio de Santa Catarina, podría generar hasta 6000 puestos de trabajo.
“Con la llegada de Tesla México reafirma su posición de liderazgo en la manufactura y exportación de vehículos hacia el mundo”, dijo José Zozaya, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, AMIA, en un diálogo con BBC Mundo. “Esta inversión atraerá otras inversiones”, agregó.
El aterrizaje de Tesla se suma al plan de BMW de invertir US$860 millones en la fabricación de vehículos eléctricos en su planta de San Luis de Potosí y a los anuncios de otros gigantes del sector sobre nuevas operaciones para ampliar o iniciar su producción eléctrica. También se suma a las ocho fábricas de vehículos eléctricos que ya están funcionando en el país, entre las que figuran gigantes de la industria automotriz mundial como General Motors o Ford.
“Veremos un mayor desarrollo económico”, argumenta Francisco González, presidente de la Industria Nacional de Autopartes de México, INA. El directivo explica que, por cada dólar invertido se genera un efecto económico multiplicador de entre US$7 y US$11 en la economía local por toda la actividad que rodea a una planta de autos, como la industria de autopartes y otros proveedores de bienes y servicios que le dan vida a la fábrica.
Hace unos cuatro años el sector de los autos eléctricos arrancó los motores en México, un país que por décadas ha desarrollado una fuerte industria automotriz, convirtiéndose en el séptimo productor del mundo y el quinto exportador. Las proyecciones indican que la producción de vehículos eléctricos (que en 2022 fue de 9000 unidades) va a superar los 40.000 en 2025 (eso sin contar los autos que fabricará Tesla).
¿Cuáles son las ventajas de México?
Una de las primeras ventajas es la cercanía geográfica con Estados Unidos, el segundo mayor mercado automotriz del mundo después de China. Las grandes firmas ensamblan sus vehículos en el lado mexicano y la mayor parte de ellos se vende en el mercado estadounidense. Son autos “Made in Mexico” que en pocas horas cruzan la frontera y llegan a su destino final.
Como México fue por décadas un centro de fabricación automotriz, no es raro que ahora se suba a la ola de la electromovilidad que recorre el mundo. “México tiene el talento humano”, dice González, porque cuenta con una fuerza laboral especializada que por años ha adquirido los conocimientos necesarios para fabricar todas las partes que requiere la fabricación de un automóvil.
Esas décadas de desarrollo de la industria automotriz llevaron al país a desarrollar infraestructura como, por ejemplo, rutas especiales para trasladar los autos al mercado estadounidense y una red logística para movilizar a la industria.
Otro factor clave es que México tiene una extensa industria de autopartes de la cual se alimentan las grandes empresas multinacionales para fabricar sus productos. Una de las cosas que más benefició a la industria automotriz mexicana es la firma del T-MEC, el tratado de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México. Bajo este acuerdo comercial, los vehículos producidos en México (que contienen al menos un 75% de fabricación con componentes locales) no pagan el arancel de 25% que deben abonar los automóviles provenientes de otros países. El tratado se convirtió en un fuerte incentivo para que las empresas expandan sus líneas de fabricación en México y no las lleven a otros países.
Ahora, en materia de vehículos eléctricos, hay una pieza fundamental de este rompecabezas: los incentivos monetarios que el gobierno de Joe Biden ofreció a los consumidores estadounidenses para que compren autos eléctricos, como parte de sus planes para incentivar el uso de energías limpias.
El gran obstáculo de la nueva planta de Tesla en México
Sin embargo, para que la industria de los vehículos eléctricos siga desarrollándose en México, el país tiene que resolver un gigantesco problema: la energía. La fabricación de los autos eléctricos requiere el consumo de grandes cantidades de electricidad, un recurso que las firmas no tienen garantizado.
Grandes empresas de distintos sectores que están interesadas en trasladar parte de sus operaciones de manufactura a México ya se toparon con que hay escasez de ese tipo de energía, y el tema estuvo sobre la mesa por mucho tiempo, y sigue estando. Si bien el gobierno mexicano manifestó su interés en incentivar el uso de energías renovables, el sector privado tiene sus reservas y teme que las promesas no se cumplan.
Sumado a los problemas de electricidad, actualmente el país vive una gran escasez de agua que se agudizó con las últimas sequías, especialmente en estados como Nuevo León, la región donde se va a instalar la megaplanta de Tesla. A mediados del año pasado la gente salió a las calles a protestar porque no había agua suficiente para el consumo doméstico.
Aunque el consumo hídrico industrial solo representa un 4% del consumo total (la mayor parte se la lleva el sector agrícola y ganadero), los dardos estuvieron dirigidos a las empresas que utilizan grandes cantidades del recurso hídrico en su proceso de fabricación.
Según los cálculos del investigador José Antonio Ordóñez, si no se hace nada para mejorar la crisis hídrica en Nuevo León, los niveles de agua alcanzarían para apenas tres años más, en el peor de los escenarios. Esta situación, sin embargo, podría revertirse, aunque es necesario que se realicen las inversiones necesarias para mitigar los efectos de la escasez hídrica. En este sentido, la llegada de Tesla “podría ser una oportunidad para el desarrollo económico y laboral para muchas personas”, señala el académico del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey y de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, que investigó extensivamente los temas relacionados con la escasez del agua, cambio climático y energías renovables en México. “La inversión puede detonar el cambio”.
El “ecosistema Tesla”
Según el canciller Marcelo Ebrard, la inversión de Tesla podría ir más allá de la planta en Nuevo León. “Ellos están pensando en un ecosistema. Yo entiendo es que van a ver en qué estados están los que los surten, qué tipo de servicios logísticos y de otro tipo van a necesitar y qué cosas podemos producir en México. Por eso se llama ecosistema Tesla”.
Ebrard indica que la propuesta de este ecosistema es compatible con las ideas de México en materia de electromovilidad, y que la compañía está interesada en que el país transite hacia formas de generación de electricidad limpias y más baratas.
El gigante automotriz, fundado en California en 2003, fabricó 1,3 millones de vehículos eléctricos durante 2022, registrando un crecimiento anual de 47%, de acuerdo con sus resultados financieros, una capacidad productiva que espera incrementar exponencialmente una vez que la planta nueva planta de Monterrey entre en operación.
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