El mundo podría estar transpirando cobalto pero pocos hablan de eso; qué hay detrás del metal azul que hace dos años escaseaba y todos querían y hoy nadie compra
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Hace apenas un año parecía posible que una crisis global imposibilitara la meta de la transición energética, y todo por culpa de un metal: el cobalto. Este, crucial en la composición de las baterías, no solo se extraía lentamente y no alcanzaba a satisfacer la creciente demanda, sino que la mayor parte de las reservas conocidas se encontraban en el Congo, un país plagado de inestabilidad, corrupción y trabajo infantil.
Hoy, sin embargo, el precio del “metal azul” que se había duplicado entre el invierno del 2021 y el otoño del 2022 y había llegado a valer US$82.000 por tonelada, cayó abruptamente a US$35.000 por tonelada, notoriamente lejos de los mínimos históricos.
La historia es parcialmente una de demanda reducida. La mayor parte del cobalto entra en los paquetes de baterías que alimentan los smartphones, las tablets y las computadoras portátiles, productos que -aunque populares desde la década del 2010- alcanzaron un pico de interés durante la pandemia del Covid-19. Desde que las restricciones y las muertes bajaron, y las vacunas se masificaron, el boom de los aparatos electrónicos empezó a disminuir progresivamente. Y con la caída de la demanda de estos productos también cayó la del cobalto.
En paralelo está la industria automotriz, que también había puesto el ojo en este metal para el desarrollo de vehículos eléctricos. Sin embargo, a raíz de su -entonces- alto precio y reducida oferta, los fabricantes hicieron todo lo posible para reducir su uso, recurriendo a otras alternativas.
La cuestión es que el escenario del cobalto cambió abruptamente en menos de cinco años, porque hoy la oferta de este metal está aumentando y de manera exponencial. Susan Zou de Rystad Energy, una consultora, pronostica que la producción congoleña del cobalto va a aumentar un 38% este año, a 180.000 toneladas. Llama la atención que se está dando un aumento en las exportaciones de Indonesia, previstas para alcanzar las 18.000 toneladas este año, frente a prácticamente ninguna hace dos años.
En otros mercados, los nuevos precios bajos del cobalto podrían hasta obligar a los productores a cerrar minas. El precio ya está abajo del punto de equilibrio necesario para mantener a muchos mineros. Sin embargo, la cosa no tuvo todavía un desenlace definitivo. Glencore, la principal multinacional dedicada a la compraventa y producción de materias primas y alimentos del mundo, dijo que se comprometía a mantener el ritmo de producción de cobalto este año, casi sin cambios, después de haberla aumentado significativamente en 2022, cuando el escenario era muy distinto.
Por otro lado, China Moly, un rival, está a punto de abrir una nueva instalación que tiene una capacidad productiva de 30.000 toneladas al año, es decir el 16% de la producción mundial de 2022. Esto indica que las grandes empresas sí pueden tolerar los precios bajos del cobalto. En parte porque este es un subproducto de la extracción de cobre y níquel, metales cuyo valor sigue siendo muy alto.
En el sector de los autos, los fabricantes de vehículos eléctricos de todo el mundo están mirando a Indonesia con otros ojos, y flirteando con la posibilidad de hacer negocios con el níquel. Siempre con la mente puesta en el desarrollo de proyectos para producir cobalto, aunque quizás este no sea priorizado al 100% este año. En el caso de China Moly, por ejemplo, la empresa prevé una producción de cobre y cobalto, aunque la producción del primero va a triplicar la del metal azul.
En materia de predicciones, el precio del cobalto posiblemente fluctúe, ya que toda crisis es un momento de oportunidad para los especuladores que buscan aprovechar las gangas. Sin embargo, para 2025 podría esperarse otra gran caída ya que, para ese año, está previsto que el ciclo de las primeras baterías de los vehículos eléctricos (cuya duración es de hasta ocho años) llegue a su fin, y las baterías empiecen a reciclarse, reduciendo a su vez la necesidad de recurrir a un nuevo suministro.
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