Las mismas mesas de mármol que convocaron a escritores y literatos hace un siglo hoy siguen vigentes y son un imán para locales y turistas.
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“Bibir es beber con los que viven”, dice un cartel luminoso que, tras la remodelación, reemplazó uno de los espejos del Café Comercial, situado donde el barrio de Justicia se extiende hacia el norte y da paso a Chamberí. Fue hace unos años que este establecimiento fundado en 1887 –el café más antiguo de la ciudad, según los registros oficiales– estuvo al borde de la extinción.
Vecinos y habitués se proclamaron en contra de su cierre.
Punto de encuentro para intelectuales y artistas, en las mesas del Comercial se han sentado desde Antonio Machado hasta Alex de la Iglesia. Varios, en 2017, creyeron que se quedaban sin “oficina”.
Cuando reabrió, existía el miedo de que la modernización de los nuevos dueños le hubiera quitado el alma original, pero ahí está su legendaria barra, sirviendo las gildas y las patatas bravas de siempre.
También sobrevivieron, en el salón principal, las mesas de mármol, los pisos de cerámica y sus célebres churros con chocolate, sólo que ahora conviven con el brunch del fin de semana, las lámparas de latón, los biombos estampados y los carteles luminosos con frases de clientes ilustres.
En el primer piso de deslumbrantes paredes azules hay, además, conciertos, ciclos de cine y hasta tertulias.
Un clásico renovado
En la otra punta del centro, el Café Barbieri también pasó por un lavado de cara notable. Ya no hay viejos lobos de mar tomando whisky a las tres de la tarde, sino jóvenes degustando cafés colombianos 100% orgánicos.
Se conservaron las mesas de mármol de 1902 y los sofás se retapizaron en un carmín brillante. Para dar más luminosidad, el cielorraso se pintó de blanco. Pero el espíritu bohemio sigue en sus espejos oxidados y en el reloj de pared detenido a las nueve menos cuarto.
El Barbieri es un buen punto de partida para explorar Lavapiés, que pasa por su propia metamorfosis, de zona de inmigrantes a nuevo barrio en ascenso. En Calle de Lavapiés, los locales de comida india y africana, que todavía llevan adelante las familias. En Calle de
Argumosa, una profusión de nuevos bares y tabernas como, por caso, Tatema, la “cocina viajera a la brasa”, del argentino Lucho Fasciolo, formado en algunos de los restós más trendy de Madrid.
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