A poco tiempo de comenzado el reality, uno de los concursantes desató una polémica que llegó hasta el Poder Ejecutivo y generó curiosidad por su vida detrás de cámara; se dedica a restaurar modelos premium
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Walter “Alfa” Santiago tiene 60 años y se convirtió en participante de Gran Hermano (Telefé) hace apenas unos días. Poco tiempo necesitó para transformarse en el primer nominado, el más polémico y más comentado fuera de la casa. Y es que en una charla con otros participantes, aseguró haber recibido coimas del presidente Alberto Fernández y desató una ola de comentarios de la portavoz Gabriela Cerruti y acciones legales por parte del jefe de Estado.
Sus dichos generaron revuelo y su vida, curiosidad. Saber quién es Alfa más allá del reality provocó en los televidentes y usuarios de las redes una búsqueda. Así fue como se descubrió su ideología política, sus comentarios en redes tiempo atrás y sus gustos. Se definió como fierrero cuando ingresó al programa y resulta que este personaje es un verdadero amante de los autos clásicos.
Acorde a lo que se pudo constatar en sus redes sociales, dirige y trabaja en un taller mecánico con sede en Vicente López, provincia de Buenos Aires. Se llama Old Star y se dedica a la reparación y restauración de todo tipo de rodados. En su perfil de Instagram comparte algunas fotos de las piezas finalizadas y sube videos mostrando su trabajo diario.
Pero su pasión no se limita a trabajar entre aceite y repuestos. Tiene dos autos: un Peugeot 404 -vehículo que se fabricó entre 1960 y 1987 dentro del segmento D- y un flamante Mercedes-Benz SLK 230 Kompressor.
Este último, de origen alemán, es particularmente raro en nuestro país. Actualmente, según un reporte de la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (AFAC) hecho en base a patentamientos de los últimos 17 años, solo existen dos modelos en Argentina: uno patentado en 2005 y el otro en 2015. Por lo que Alfa es uno de los pocos propietarios de este vehículo en territorio nacional. En lo que refiere a la patente, exhibida por él mismo en sus perfiles online, registra una deuda de $116.302 en concepto de multas por exceso de velocidad aunque están a nombre de otra persona pese a que es él quien lo conduce.
A su vez, su pasión por los fierros lo llevó a participar de varias ediciones de Autoclásica y formar parte de clubs de amantes de los autos. Sin embargo, su cariño por el transporte no se limita a vehículos de cuatro ruedas. Recientemente mudado al partido de Tigre, compartió algunas postales -también en su Instagram- a bordo de un pequeño bote en el cual, se estima, sale a navegar por el río cuando tiene la oportunidad.
LA NACION