La práctica frecuente puede deteriorar el embrague, los pistones y generar la saturación de otros filtros
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En tiempos donde ahorrar combustible es importante debido al alza de su precio, se recurre a estrategias no del todo comprobadas que pueden deteriorar al auto y a sus componentes. Por ejemplo, un consejo que siempre se lee es que “conviene conducir con marchas largas” para reducir el esfuerzo y consumo de nafta o gasoil.
Y si bien eso en la conducción pueda parecer que funciona, lo que en realidad está generando es que el motor empiece a fallar. Abusar de las marchas largas puede traer tantas consecuencias negativas como el uso recurrente de las marchas cortas. Hay que buscar un equilibrio, para evitar problemas mayores.
¿Qué quiere decir esto? Cuando se maneja con marchas largas a bajas velocidades, las revoluciones del motor serán bajas. Un ejemplo concreto: si se conduce a 45km/h en cuarta, en caso de autos manuales, se produce ese fenómeno. Marcha larga, baja velocidad, pocas revoluciones.
Y manejar a bajas revoluciones puede generar complicaciones con mayor velocidad en la mecánica del auto. El vehículo empieza a vibrar con más frecuencia y, junto a esa vibración, aparecen problemas en el burro de arranque, en los pistones, embrague y en el carburador (si se trata de un modelo anterior a la llegada de los sistemas de inyección).
Es sencillo identificar el problema. Si se cambia de marcha antes de lo debido, al auto le cuesta acelerar. Si bien hay algunos modelos que traen consigo un asistente que recomienda el cambio llegada cierta velocidad, existen algunos parámetros generales (que varían en cada auto, según sea su potencia y aceleración) para tener en cuenta:
- A partir de los 40km/h: tercera marcha.
- A partir de los 60km/h: cuarta marcha.
- A partir de los 80km/h: quinta marcha.
De más está decir que este error empieza a arrojar evidentes complicaciones cuando se reitera frecuentemente. Se puede conducir a bajas revoluciones cuando se arranca o en momentos donde la circunstancia específica (lluvia, nieve, niebla) lo demanda.
La clave está en manejar en la marcha adecuada según la velocidad que se necesite y no forzar ni para abajo ni para arriba, por más que existan quienes dicen que eso ahorra combustible.
LA NACION