En un mano a mano con LA NACION, Heriberto Pronello, constructor reconocido a nivel mundial, autor de la “Liebre” y el Huayra, el primero de competición con “efecto suelo”, da detalles del revolucionario auto en el que hoy trabaja; su visión de la industria actual
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Hoy, con el diario del lunes, se podría afirmar que a finales de los 60 Heriberto Pronello tranquilamente hubiera sido considerado como el hombre que venía del futuro. Un solo ejemplo basta para argumentar que esta teoría es para nada disparatada: el sport prototipo que presentaba por aquellos días implementaba una solución varios años adelantada para su época y que recién una década más tarde sería llevada a la Fórmula 1. Se trataba del famoso “efecto suelo”, una técnica de avanzada para optimizar la aerodinámica a altas velocidades y que ese auto demostraría –de la mano de Carlos Pascualini y Carlos Reutemann- en el campeonato Argentino de Sport Prototipos de 1969 integrando el equipo Ford. Era el Huayra Pronello, que causaba sensación e incluso volvería a brillar a mediados de 2023, en el 75º Festival de Goodwood (festival de velocidad que se celebra anualmente en Gran Bretaña), al ser elegido como “nuevo auto favorito”, destacado galardón en el más afamado desfile de autos de carrera del planeta.
El bólido, cuyo nombre significa “viento” en lengua quechua, fue llevado precisamente a un túnel del viento en Catesby, donde demostró resultados contundentes: este ingenio hace que–sin caer en tecnicismos- el auto reciba una fuerza que lo empuja hacia abajo, es decir, una carga aerodinámica, para que tenga mayor agarre y por ende viaje más “pegado al suelo”..
La F1 lo implementó en 1978, lo prohibió en 1982 y lo volvió a habilitar en 2022. Con chasis tubular, trompa alargada, cola con una caída pronunciada y techo con forma de huevo, hizo de las suyas con un motor V8 (el mismo de la F-100) con cuatro carburadores Weber y 270 CV. Eso ya de por sí podría anhelarse como un paso trascendental con el que cualquier diseñador/constructor del mundo querría alardear por el resto de su vida y sin hacer un solo desarrollo más. Sin embargo, con este notable creador oriundo de Córdoba, se puede hablar de lo que uno imagine en materia de autos y más aún: motos, náutica, industria militar, también aérea y de varios otros rubros.
A sus 88 años sigue inquieto, pensante y metido de lleno en la empresa (va todos los días al taller) dirigida por sus hijos Alejandro y Ferry, dedicada a maquinaria específica de mediciones y reconocida a nivel mundial, mientras pasa horas sumergido en el desarrollo de su nuevo súper auto.
Sacrificio y talento sin igual: las claves de su formación
La consigna de LA NACION para esta nota fue poner el foco en su visión respecto de la industria actual, puesto que su opinión tiene un peso específico como pocas en este ámbito, algo tan real como la imposibilidad de tener una charla con él sin abordar al menos un fragmento de su inmensa trayectoria y todo lo que significa este apellido para la proyección de la Argentina hacia el mundo.
Nacido en 1936 en Morteros (Córdoba) y criado en la localidad de Mar Chiquita, ya sus inicios, en la pre-adolescencia, tenían tintes épicos. Desde el esfuerzo ante la adversidad económica familiar para completar el bachillerato y sus participaciones iniciales en ciertos desarrollos, ya anticipaban algo que luego, al poco tiempo, se confirmaría: un talento sin límites y una tenacidad notable. Proyectos y diseños tierra, agua y aire. De motocicletas a desarrollos militares (muchos), pasando por náutica y alguna participación en la energía atómica.
Cuenta que ha dado vida y forma a alrededor de cien desarrollos y que otros tantos nunca salieron del fondo de cajón. Nombrarlo es invocar de manera inmediata, además del Huayra, a la “Liebre” su otra famosa creación. Sus incursiones por la competición –donde ostenta un lugar de privilegio- quedaron marcadas a fuego. Todo lo que pasó por sus manos y su mente creativa –incluso dirigiendo célebres equipos- quedó inscripto como un legado que sirvió para nuevas inspiraciones y que tanta utilidad y frutos supieron rendir, aún hoy y en los más variados escenarios. Un verdadero adelantado en el tiempo.
“Un muchachito del interior que inventaba trampas para cazar los gatos que le mataban las palomas, y que logró perfeccionarlas tanto que llegó a atrapar hasta siete por noche”, es su respuesta a la pregunta de quién es y cómo se considera. No es que pone “creador” de tal o cual auto o mecanismo en primer lugar, sino que se remonta a su infancia, a su esencia pueblerina, ratificando la humildad y simpleza de la vida como rasgos propios de los verdaderos grandes. Ante un frustrado proyecto de su padre para fabricar sulfato de sodio, su familia llegó a tener un lavadero industrial de ropa que lentamente la ayudó a salir de la crisis. Con una capacidad asombrosa y ante muchas adversidades, completó en dos años los cinco del bachillerato. De ahí saltó a la Universidad de Córdoba para estudiar ingeniería aeronáutica.
Interminable listado de aportes
Don Heriberto es el dueño de patentes muy novedosas. Ha hecho de todo y siempre con una gran cuota de aporte. No tenía 20 años aún cuando, junto a su familia, comenzó a construir cabinas plásticas para los Jeep IKA que salían de “peladitos” de fábrica, dando sus primeros pasos como autopartista. Después hicieron una lancha (“La Tuffy”) que anduvo muy bien (con algún que otro campeonato), todo realizado en el mismo galpón al fondo del lavadero.
También hizo pedanas (una especie de carenado) para una moto urbana, “para cortar el viento y mitigar el invierno”, afirma aún con el ceño fruncido en signo de preocupación. Debido a que la gente quería elevar la potencia de sus motos, ideó los “los equipos de alta”, con cilindro, un pistón y otras piezas que se vendían como un kit. Con allegados prepararon motocicletas de competición y les fue bien, ganaron varios campeonatos.
En su época en la aviación militar asegura que vivió “cosas muy duras, como la Revolución del 55 en carne propia”. Ideó también soluciones para implementar en el transporte aero-militar. Cada tanto, a modo de pausa en el relato de su inventario creativo, dispara frases como “no hay país en el mundo con la capacidad de desarrollo que tiene la Argentina, especialmente por la buena voluntad de los especialistas en cada materia. Acá enseguida decidimos hacerlo y lo hacemos”.
También fue profesor en un colegio secundario de Villa María, y entre un listado de algo más de cien proyectos madurados y creados figura su trabajo en el lanzacohetes “Pampero”, también en un tanque de guerra nacional. Hasta diseñó una sofisticada boya para marcar los pozos de petróleo de Total en el Estrecho de Magallanes, y también tuvo que ver en un proyecto de energía atómica. Su primer logro importante en el automovilismo llegó en 1965 de la mano del diseño de una trompa aerodinámica de plástico para montar en un Valiant III de Turismo Carretera. Luego aportó conocimientos al equipo de Froilán González para el Chevitú que más tarde correría Jorge Cupeiro.
Su nombre e invenciones resonaban tanto que captó la atención de Industrias Kaiser Argentina, que lo convocaría para ponerlo al frente del nuevo Equipo Oficial IKA. Ahí comenzaba su fructífera carrera en los desarrollos junto a Oreste Berta, quien se encargaba de los motores. Basadas en el Torino, estas máquinas no tardaron en cosechar éxitos y admiración y (entre el 66 y el 70) llegaron a tener tres ediciones con su correspondiente evolución. Cuatro campeonatos aquí y un fenomenal suceso en Chile durante más de dos décadas.
Años más tarde gana el concurso para el diseño del Alfa Romeo Executive TI 4 que se construyó en Brasil. En los 90 idea el MAP (Mini Auto Popular), con la meta de poner en el mercado un city car económico y fácil de mantener. El auto llegó a materializarse en una maqueta a escala real, pero no pasó de esa fase. Más acá en el tiempo se embarca en el desarrollo de un auto para participar en el Dakar de 2009 con una adaptación de la histórica Liebre. Fangio, Gradassi, Copello, y Traverso, son otros de los apellidos que resaltan como partícipes en ciertas páginas de su trayectoria.
Se viene la “Liebre IV”
Si había algo de lo que no se tenía que ocupar era en elegir el nombre para su nuevo proyecto. Estaba ahí con todo un peso histórico como pocos, listo para usar. ¿Por qué no llamarlo Liebre? Es el nuevo vehículo que tiene en pleno proceso de desarrollo, con todo lo que eso implica en términos de ajustes, cálculos, pruebas, marchas y contramarchas.
“Será un auto de uso dual, tanto para disfrutar de un paseo, como para meterlo en la pista, porque tendrá una configuración específica que le permitirá contar con esa doble personalidad. Con sólo apretar un botón cambia una serie de ángulos y cuestiones técnicas que lo convierten en uno de carrera”, cuenta. Se venderá con dos juegos de neumáticos, uno para uso diario y otro para circuito, y contaría con alerón que se podrá desplegar en su faceta más radical.
El biplaza de chasis multitubular y carrocería de fibra de vidrio (de unos 1000 kg) contará con un motor de alrededor de 500 CV y ofrecerá una altísima performance, “incluso mejor que un Porsche, un Ferrari o un Pagani”, sentencia. “En la industria hace mucho que no hay algo que sea contundente y realmente novedoso”, remata. ¿Cuándo lo empezó? “Hace dos años”. ¿Cuánto le falta? “No sé, lo que le tenga que faltar”. Habrá que esperar para verlo terminado, aunque ya en el estado actual anticipa una imagen imponente, entre elegante y sofisticada.
Su firma en la elite industrial global
Más allá de su inventiva automotriz, el apellido da nombre a varias creaciones de importancia para la industria, como las máquinas de alta precisión que se usan en la medición de suspensión (2do proveedor mundial), tanto de amortiguadores como de resortes y otras piezas utilizadas en la expansión y comprensión, que se aplican en subtes, ferrocarriles, autos de calle y también para poner a punto los trenes de rodaje en el automovilismo deportivo y superdeportivo. Se emplea tanto en la medición y control en fases de desarrollo (marcas como Monroe, Fric-Rot, Corven, etc.) como al control estándar de lo que ya está en uso, caso McLaren o Pagani. En nuestro país provee servicios a Trenes Argentinos, los subterráneos de Buenos Aires y automotrices como Toyota y Ford. Ese es el universo Pronello, tan amplio y multifacético como lo será su legado.
Su visión de la industria actual
Sostiene que en materia de autos eléctricos todavía hay un manto de dudas y que él aún o los ve “con tanta claridad”, ya que además de cuestiones como la autonomía, “falta resolver el destino de todos esos materiales que no son fáciles de desechar”.
En cuanto a la industria china (otro tópico inevitable), entiende que más allá de ser extremadamente poderosa, tener en su favor tecnología, mano de obra, todo el respaldo económico y ser muy fuerte a escala masiva, le falta sumar historia, necesitan tiempo y eso no se compra. El peso de la tradición es muy grande y no les va ser tan fácil llegar a los autos de alta categoría, evalúa.
Consultado por su opinión respecto al diseño global actual, asevera que “hoy casi han llegado a uniformarse. Todos los modelos se parecen mucho y es difícil hacer algo que se destaque”. Y de los SUV como amos del mercado, ¿qué opina? “Yo creo y sostengo que manejar un vehículo desde determinada altura, da a las personas una cierta atractiva y seductora sensación de poder. Sin embargo, haciendo un análisis físico en relación a la velocidad que alcanzan, no dejan de comprometer la estabilidad, por sus chasis, altura y elevación del centro de gravedad. Hoy es moda, la gente prefiere eso, la apariencia es el punto dominante”.
Un extracto de su vida y parte de lo que hizo el ingeniero Pronello. El que nunca salió de vacaciones con tal de no cortar un proyecto. El creador incasable. El autor del revolucionario auto de carreras que a más de 50 años de su concepción sigue dando cátedra de eficiencia. El fanático de estudiar problemas a largo plazo. Cauto, con una paciencia infinita, enemigo de apurarse sin estar seguro. El que en cierto modo reniega por almacenar aún tantos inventos en su cabeza, “mecanismos que nunca más voy a usar, no sé por qué no dejo ir cosas para darle espacio a mi memoria”.
Más que merecida su declaración como “Personalidad destacada en el ámbito de la Cultura y el Deporte” de parte de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que le hizo entrega el viernes 9 de agosto. Su apellido es sinónimo de aerodinámica, de sofisticación y eficiencia. Y lo mejor es que aún habrá más de sus historias para contar.
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