El Club del Renault Fuego, o CRF como se lo conoce en el ambiente, en una de las muchas agrupaciones de fanáticos de autos que existen en el país; quiénes son sus integrantes, dónde se reúnen y cómo surgió la pasión por el modelo
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Insondables son las razones por las cuales se despierta el amor por los fierros. Más arduo de discernir aún es el motivo que lleva a algunas personas a volverse apasionados por una marca. Y, dentro de esa marca, fanáticos de un modelo.
En torno a ese indescriptible sentimiento es que terminan por reunirse cada mes en una especie de celebración pagana, adorando a las máquinas como a un tótem. De allí a crear un club, una organización que los contenga, hay solo un paso.
El Club del Renault Fuego, más conocido en la jerga automovilística como CRF, es una de las tantas entidades de este tipo nacidas en el país. Sin embargo, gana en singularidad a partir de tener como centro a un auto que fue ícono en la década del ‘80, un símbolo de velocidad y éxito, el sueño de todos y cada uno de los pisteros.
El Renault Fuego comenzó a fabricarse en Francia en 1980, en la planta de Maubeuge Construction Automobile. Nació como la versión coupé del Renault 18. Dentro de la gama y hasta 1992, fecha en que dejó de producirse, salieron a la calle las versiones TL, GTL, TS, GTS, TX y GTX, además del turbo. Se trató del primer vehículo diseñado con la asistencia del túnel de viento.
Las primeras unidades llegaron a la Argentina en 1981 como parte de una estrategia importadora de Renault destinada a ampliar la oferta de la marca en el país. Al comienzo solo estaban en exhibición, a la vista de una platea local que poco tardó en enamorarse de la Fuego.
Al año siguiente, en 1982, comenzó a fabricarse en la planta cordobesa de Santa Isabel la versión GTX, la más potente de la gama. Un mes después de iniciada la producción en serie la Renault Fuego ya dominaba un 60% del mercado de su categoría.
“Mi viejo trabajaba en una agencia de autos en Ugarte y Panamericana. Ahí se vendía el Plan Rombo. La segunda Fuego que ingresó al país la llevaron para exponerla en esa agencia, aunque era un local común y corriente. Yo tenía 4 años. Luego la tuvo un año en la puerta de su casa. Pasó el tiempo y mi viejo seguía hablando de la Fuego. No digo que fue como si trajeran una Ferrari, pero fue algo importante para el país”, cuenta Damián Tiralongo, integrante del Club del Renault Fuego.
Por esto que a veces llamamos destino, cuando Tiralongo tuvo 19 años y empezó a buscar auto, las páginas de la revista Autofoco le pusieron ante sus ojos una coupé Renault Fuego. No lo dudó. “Justo apareció una a buen precio, que estaba bajita, con llantas, y esa fue mi primer auto. No le andaba nada, se quedaba, me dio mucho trabajo, pero estaba entusiasmado”.
Años más tarde “apareció una GTA gris de un vecino, a bastante buen precio, y me la compré. Tenía 130.000 kilómetros. La usaba solo los fines de semana”. Y más tarde vendió la gris y se compró una color lila. Cuenta Tiralongo, más conocido en el ambiente como Dyno, que llegó a tener 6 coupé Renault Fuego, dos al mismo tiempo. Hoy, cosas de la vida, no tiene ninguna pero está siempre atento por si, como le ha ocurrido antes, se le “aparece” alguna.
En el mercado de las Fuego manda el color rojo. Según Dyno, cualquier persona que no sepa absolutamente nada de autos si se cruza por la calle con una coupé roja, inmediatamente la asocia con la Fuego versión GTX. “En la GTA Max manda el blanco nacarado con el que se presentó oficialmente. Y el lila de la GTA común, del año ‘89, también es muy buscada y muy cara”, aclara.
Se impone preguntar cuánto se pide en la plaza por una Renault Fuego en buen estado y bajo kilometraje. Dyno va hacia atrás en el tiempo y recuerda que la anteúltima coupé que tuvo era una joyita modelo ‘87 de tan solo 46.000 kilómetros. La disfrutó hasta 2020, cuando un coleccionista de autos le puso un cheque en blanco sobre la mesa y él dibujó la cifra: US$ 13.000.
“Si el auto está bueno yo arrancaría pidiendo US$10.000 como piso –destaca-. Varía mucho el tema de los colores. Una modelo ‘82, roja, con el interior camel y buen kilometraje, aunque no traiga nada, sea básica, podés pedir cualquier cosa”.
El club, una familia
El Club del Renault Fuego es el único que tiene el aval oficial de Renault Argentina. Por ese motivo debe cumplir algunas condiciones de manera tajante. Por ejemplo, las autoridades, presidente y vicepresidente, tienen que alternarse cada cuatro años; tampoco pueden administrar dinero y llevan adelante una misión social que consiste mayormente en recolectar alimentos no perecederos que luego son donados en diversos comedores del país.
Con el paso del tiempo las condiciones para ser miembro del Club del Renault Fuego se fueron volviendo más laxas. “Ahora no hace falta que tengas una Fuego para entrar. Esta es una regla nueva. Hoy en día, tras la pandemia y la crisis, se hizo una cláusula que marca que simplemente con ser fanático del auto y querer formar parte de esta familia, ya te podés sumar. También es importante colaborar con los alimentos para la gente. El auto ya va a llegar”.
Los socios del CRF se juntan el tercer domingo de cada mes a las 15 horas en el gasoducto que está en General Paz y Constituyentes. La reunión incluye también a las otras ramas de la familia Renault, es decir el 21, el 12 y la Fuego. “Fue creciendo y es una juntada Renault”, aclara Dyno. Cada vez que se reúnen los miembros llevan un alimento no perecedero, y cada seis meses los donan a algún comedor.
Dyno hace 12 años que está en el Club y fue presidente durante un período de 4. Solicitó su ingreso cuando vendió la Fuego gris y se compró una lila, de esas que dejan a todos con los ojos redondos y la boca abierta. Dice que al principio tenía el prejuicio de que los otros fanáticos le iban a cuestionar la máquina en un ejercicio detallista no exento de envidia, pero luego advirtió que el espíritu de la entidad era por completo otro. Y reitera: “Somos una familia”.
Una vez al año realizan también un evento en alguna otra provincia. “Somos el aval de Renault, con lo cual cada CRF que quiera abrirse tiene que estar respaldado por nosotros. Otros abren el Fuego Club o los Fanáticos de la Fuego, pero no cumplen con las condiciones y no le otorgan el aval”, aclara. Las condiciones son estrictas.
Emoción
A los fanáticos de la Fuego se les cae un lagrimón cada vez que recuerdan aquella carrera de TC2000 del año ‘88, cuando el Flaco Juan María Traverso ganó en el autódromo de General Roca, Río Negro, corriendo las dos últimas vueltas con el auto envuelto en humo y llamaradas. Fue una jornada heroica para el Rombo.
Los números no mienten: entre 1988 y 1993 la coupé Renault Fuego del equipo oficial, preparada por Oreste Berta, ganó todos los campeonatos de la categoría. Cinco llevaron la rúbrica de Traverso y el restante lo ganó Miguel Angel Guerra. En total, la Fuego se impuso en 66 competencias.
En 2022, al celebrarse los 40 años del inicio de la fabricación del Renault Fuego en Córdoba, la empresa volvió a reunir a Traverso, el Flaco de Ramallo, y Oreste Berta, el Mago de Alta Gracia. Las anécdotas brotaron a borbotones. Cuentan que la pasión por el automovilismo era tan fuerte que cada vez que una Fuego ganaba un domingo una carrera de TC 2000, el lunes se multiplicaba la demanda.
De aquella fiesta en Córdoba, Dyno se trajo una historia insólita: “A la Fuego la auspiciaba Lee, la marca de jeans. El auto era blanco, como todos recuerdan. En un momento deciden sacar a la venta el jean color negro. Con lo cual le piden que pinten la Fuego de ese color. Traverso no quería saber nada porque venía ganando cinco campeonatos con la blanca y no quería cambiar de color por cábala. Por temas de contrato finalmente la tuvo que pintar de negro. El Flaco ganó y la gente empezó a pedir la Fuego negra en las concesionarias, pero el tema es que ese color no estaba preparado en la fábrica. No había Renault Fuego negras para vender. Ahí empezaron a salir algunas ‘88, eran a pedido. Luego GTA hubo bastantes, y GTA Max hubo solo 8″.
De aquellos tiempos, de esas viejas pulseadas con las coupé Ford Sierra, quedó una relación picante pero sana. “Tenemos una rivalidad linda con Ford. Conozco la presidente del club del Ovalo. En otras épocas nos juntábamos en el gasoducto e íbamos hasta el Obelisco un domingo. Sin correr, pero tomábamos el tiempo de los autos. Lo quisimos volver a hacer, pero necesitamos el apoyo del Gobierno”, remarca Dyno.
Vehículo de claro perfil deportivo, más de un padre de familia se quedó con las ganas de tener una Fuego por una cuestión de espacio. Igual Dyno recalca que “se estilaba mucho ver a la mujer que se bajaba, tiraba el asiento para adelante y salían los chicos. Si van cuatro personas de un tamaño medio, no hay problema con los asientos de atrás. El auto se la banca. El techo está bastante bien diseñado para eso”.
Con el paso de los años el Renault Fuego se popularizó en el mercado del usado. Poco a poco empezó a ganar fama de auto para tipos nocheros, salidores empedernidos, de fiesta y trampa. El empujoncito final se lo dio el tema ‘Somos los piratas’, de los Auténticos Decadentes. El video termina con el líder de la banda entrando en una Fuego a un hotel alojamiento.
Tiralongo se ríe ante el comentario y, en parte, lo refuta. “Creo que quedó más vinculado a De carne somos –la serie que protagonizaba Guillermo Francella como carnicero de barrio-. Quedó como auto de carnicero o verdulero. Las cargadas vienen por ahí. Pero es un auto noble. Por ahí veo pasar algunas Fuego con una escalera arriba, gente que hace algún services y la usan con GNC”.
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