Expresan pasión por los autos, pero a escala; cómo es el mundo de los coleccionistas, los modelos más buscados y las características que “no negocian” de cada uno para sumarlo a su lista
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Son pequeños tesoros. Invaluables. Llenos de historia. Le dan forma a una gigantesca playa de estacionamiento que, paradójicamente, cabe en una habitación. Ninguno se mueve. Aunque permanecen en el mismo lugar, pese a su quietud trasladan recuerdos. Son autos en miniatura, una forma muy particular de expresar la pasión por los fierros.
La nostalgia sale a la calle y recorre caminos mágicos. Autos clásicos, históricos, deportivos, famosos por su aparición en filmes inolvidables, camiones, camionetas… Todos tienen su encanto. El coleccionismo de coches a escala es un hobby atrapante.
“La mayoría de los coleccionistas nos dedicamos a esto para recuperar parte de la infancia. Es una manera de tratar de conseguir lo que teníamos cuando niños”, explica Jorge, a quien en el Parque Rivadavia conocen como Paiyon, el uruguayo.
Jorge tiene una colección de 1500 autos. Pero no se limita a ese rubro, pues posee figuritas de las más variadas épocas y todos conocen el puesto de compra y venta que desde hace 22 años ocupa en esa porción de la Ciudad de Buenos Aires.
La colección de Jorge se inició con un Pontiac Firebird de 1975 fabricado por Matchbox. Y el más valioso es un Batimóvil de la marca Corgi Toys de1966 en su caja original.
Aquí surgen un par de cuestiones decisivas para cualquier coleccionista. Es de vital importancia la empresa que creó el auto, pues eso garantiza el cuidado de los detalles, una condición muy apreciada.
Matchbox, Corgi Toys, Majorette, Maisto, Kinsmart, Italeri, Hot Wheels, Herpa, Guiloy, GMP, Eligor, Bburago, Brooklin Models Ltd, Greenlight, Ixo, Jada Toys, MR Collection models, Norev, Norscot, Otto Models, Sun Star y la nacional Bubby son algunas de las más populares.
Otro punto innegociable es que cada pieza esté en su caja original. Esta situación lleva a un nivel superior el valor de esas diminutas obras de arte.
Llegados a este punto, es preciso hacer notar que el sistema de fabricación más popular es el Diecast, que se caracteriza por la construcción metálica -zinc en aleación con plomo- a través de moldaje a presión con incrustaciones plásticas.
También existen las escalas más buscadas por los aficionados. Las favoritas son 1:43 y 1:18 porque, con una longitud de entre 9 y 11 centímetros, permiten asegurar que los detalles se respeten al máximo. Le siguen en orden de preferencia 1:24 y 1:32 y, gracias a Hot Wheels y Matchbox, ha crecido el interés por la 1:64.
Jorge tiene una marcada devoción por los clásicos del ´50 y nacionales. Si bien muchos de sus colegas pierden el sueño por reproducciones del Mercedes-Benz 300SL, el Chevrolet Bel Air 1955 y el Citroën DS, él apunta hacia otro lado: “No todos tienen los mismos gustos, pero acá en la Argentina muchos elegimos distintos modelos de Ford y Chevrolet”.
Doble récord Guinness
Sergio Goldvarg es un arquitecto de 65 años que dejó la Argentina empujado por la crisis de 2001. Se instaló en Estados Unidos, en el sur de Florida. Tiene el privilegio de haber sido incluido dos veces en el libro de los Récord Guinness por su colección de autos a escala.
La primera aparición fue en 2005, cuando contaba con 7000 autos, y repitió ese halago en 2009, ya con 12.000 modelos. Hoy, sus impresionantes vitrinas alojan más de 18.000 vehículos, repartidos en dos escalas -1:43 y 1:18- y en autos de Fórmula 1, Sport Prototipo, rally, modelos históricos, autobombas y ómnibus de todo el mundo.
“Sentí un instantáneo amor por los autos de juguete, en especial por los modelos Matchbox”, relata. Todo empezó en 1962 -a los 5 años- con un camión de bomberos Matchbox Merryweather Marquis que todavía conserva en perfecto estado y en su caja original.
“Realmente mi colección se transformó en una pasión cuando cumplió 6 años y, ya con 300 modelos de Matchbox, mis padres me dieron un Jaguar D Type escala 1:43, fabricado en Francia por Solido. Entonces, nació el hobby que nunca se detuvo”, cuenta con entusiasmo.
Rápidamente encontró su primer trabajo vinculado con su pasatiempo: “Tenía apenas 10 años cuando se me ocurrió una interesante idea: poner avisos ofreciendo comprar modelos en miniatura de autos de colección usados. Restauré cada uno de esos modelos y los ofrecí en negocios de mi barrio. Esa fue mi estrategia y pronto gané el suficiente dinero para comprar mis propios juguetes y coleccionables”.
En 1980 se desempeñó como periodista en las revistas Corsa y Parabrisas, en las que escribió las primeras notas dedicadas a los autos a escala. Un año más tarde se recibió de arquitecto y fue consejero de Buby, donde intervino en el diseño de modelos de Mini-Buby como el Renault 12, Renault 18 y camiones Chevrolet.
El amor por los autos lo llevó a fundar la primera fábrica de coches a escala 1:43 en metal blanco de Sudamérica. En 1988 nació The Goldvarg Collection. “Siempre estaba buscando autos que amaba, pero que nunca se fabricaron a escala”, evoca. Ese afán se percibe en la inscripción que llevan todos sus productos: “De un coleccionista, a los coleccionistas”.
Su primera creación fue un Oldsmobile Starfire 1957. Viajó a California y vendió 100 unidades. En Estados Unidos, Francia, Alemania y Países Bajos empezaron a ganar terreno sus productos. Aparecieron el Chrysler Imperial 1951 y el Chevrolet 1946. “Un punto de inflexión en su producción fue mi Kaiser Henry J. La demanda fue abrumadora. El público enloqueció y les encantó”, señala con orgullo.
Pasaron los años y la artesanal producción no se detuvo. Instalado en Florida continúa creando y sumando modelos: “Sigo coleccionando coches a escala con la misma pasión que cuando empecé hace más de 50 años”.
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