El auto es un modelo extremadamente raro que se presumió desaparecido durante años; tras una larga travesía, volvió a su país de origen para exhibirse frente a miles de fanáticos del motor
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El Warszawa M-20 se fabricó en Polonia luego de la Segunda Guerra Mundial, en tiempos de la Guerra Fría. Mientras Europa atravesaba otra etapa de reconstrucción y transformación, se le perdió el rastro.
Durante casi 70 años, el mítico auto polaco permaneció en la memoria de unos pocos que, con esfuerzo, intentaron localizarlo para devolverlo a su país de origen. Se lo presumía abandonado e incluso destruido. Eran pocos los que creían que, finalmente, tendrían noticias de él.
Sin embargo, tras décadas de búsqueda, el modelo fabricado en 1951 fue localizado en Filandia y, acorde a lo que informan portales británicos, se trasladó nuevamente a Polonia para exhibirse en un museo privado ubicado en Otrebusy.
Con un número de serie 000001, este fue el primer motor que salió de una fábrica de automóviles en Polonia después de la Segunda Guerra Mundial, lo que lo convierte en un modelo muy singular. El auto nació en la fábrica de automóviles de pasajeros FSO en Varsovia, construida originalmente a fines de la década de 1940 para producir el Fiat 508 italiano.
Sin embargo, los líderes soviéticos querían cortar lazos con una empresa occidental durante la Guerra Fría y ordenaron que la producción se basara en los automóviles de la Unión Soviética.
El cofundador del museo, Zbigniew Mikiciuk, dijo: “Estamos muy orgullosos porque ahora somos unas de las pocas personas en el mundo que han recuperado los primeros vehículos de la serie fabricados en sus países. Llevamos más de 50 años haciendo esto y no coleccionamos cualquier auto de calle, sino aquellos que tienen su historia, su alma y su leyenda”.
Este auto no es sólo un objeto de colección para los amantes de los clásicos, sino que también ofrece un trozo de la historia polaca y ahí reside su gran importancia para su identidad y cultura nacional. Fue entregado por primera vez al mariscal del ejército soviético Konstantin Rokossovsky, quien fue ministro de Defensa de Polonia después de la guerra.
Después de muchos años en los que se perdió el rastro del vehículo, se descubrió que era propiedad de la familia del piloto de rally finlandés Rauno Aaltonen.
Ahora, el vehículo se suma a una sucesión de automóviles valiosos en el museo, muchos de los cuales tienen su propia historia. Su color original ha sido cubierto con un tono específico de marrón que se consideró particularmente de moda en la década de 1970.
Mikiciuk declaró que a pesar de su edad, el motor se mantiene unido y sigue siendo “increíblemente genial”. Por supuesto, tiene algunos raspones y desperfectos lógicos por los años, pero el museo ha decidido mantener las marcas visibles para preservar la autenticidad del vehículo.
LA NACION