Para evaluar cuánto contribuyen los nuevos vehículos a reducir las emisiones hay que evaluar todos los aspectos, incluido el origen de la electricidad con la que son cargados, indican los expertos; el problema no resuelto del reciclaje de las baterías
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Por estos días, cada foro, panel o mesa redonda sobre temas ambientales concluye con el mantra de las “emisiones cero”. Se trata de un fin tan noble como necesario, aunque los instrumentos para alcanzar este objetivo no siempre son claros. Desde hace tiempo se escucha hablar de los vehículos híbridos o eléctricos como la gran opción para la descarbonización de las ciudades. Pero, ¿es tan así?
Los debates comienzan con una distinción fundamental. “Los autos eléctricos funcionan, salvando las distancias, como un celular o un autito de juguete. Se enchufan a la red eléctrica, cargan las baterías y luego corren con motores eléctricos. En cambio, los autos híbridos aún dependen de los combustibles fósiles, ya que tienen un motor a combustión que acciona un generador que es el responsable de mover un motor eléctrico que es quien finalmente mueve las ruedas. En este caso, son parecidos a los trenes diésel-eléctricos que circulan hoy en algunos de nuestros ferrocarriles”, ilustra Cristian Moleres, magíster en Política y Planificación del Transporte por la Universidad de Buenos Aires.
En 2021 se vendieron en todo el mundo 6,6 millones de autos eléctricos (EVs, por sus siglas en inglés), el 9% de las ventas totales. El mercado argentino, si bien ya ofrece algunos modelos híbridos, viene bastante retrasado. “Probablemente saltemos directamente del auto común al eléctrico sin el paso intermedio del vehículo híbrido, dado que muchos países ya han puesto fecha límite para los motores a combustión”, agrega Moleres.
El apoyo de los países centrales a este tipo de tecnologías es prácticamente unánime. Los EVs, se nos recuerda, son más silenciosos que los de motor de combustión y, sobre todo, no generan emisiones de dióxido de carbono durante su operación. ¿No son entonces una excelente solución?
“Los vehículos eléctricos efectivamente contribuyen con la reducción de emisiones, pero el principal problema que presentan son las baterías, que se producen con litio y cuando pierden su funcionalidad es complejo su descarte. Son contaminantes puesto que no se pueden reciclar”, dice Jimena Dmuchowsky, consultora en temas de movilidad del Centro de Estudios del Transporte del Área Metropolitana (CETAM) de la FADU-UBA. La consultora Emissions Analytics, con sede en el Reino Unido, cree que los gobiernos deben fijarse menos en la cuota de mercado que alcanzan los eléctricos y más en la longevidad de las baterías, cuya producción es responsable por gran parte de las emisiones de CO2 asociadas con la producción de EVs.
La red eléctrica
Por otra parte, la habilidad para bajar las emisiones mediante autos eléctricos dependerá de qué tan limpia es la red eléctrica que los alimenta. China, uno de los grandes contaminantes, espera electrificar el 20% de sus vehículos para 2025, pero con un sistema energético fuertemente basado en el carbón. Como sostuvo Márcio Querichelli, presidente de Iveco para América del Sur, es necesario contemplar todo el ciclo de generación de energía, incluyendo su extracción.
Esto no quiere decir que los autos eléctricos no sean infinitamente más amigables con el medio ambiente que los tradicionales de combustión interna (lo son). Pero el avance hacia sociedades más sustentables tiene otras dimensiones, en las que no todos los EVs juegan el mismo papel.
“Para el transporte urbano lo único que reduce el auto eléctrico son las emisiones de ruido y de contaminantes atmosféricos, pero no tiene ningún impacto sobre la congestión y el consumo de espacio, temas clave para la sustentabilidad de las grandes ciudades”, dice Moleres. “Es más, una posible reducción de los costos de uso del auto, al pasar de combustible a eléctrico, puede aumentar aún más los problemas de congestión en la ciudad”.
Dmuchowsky coincide en que los eléctricos difícilmente sean una solución de movilidad en la medida en que sigue sumando vehículos particulares a la flota y no limita la circulación de vehículos en las vías. “Sí resulta interesante la inclusión de vehículos eléctricos para transporte de pasajeros, cuestión que ya está sucediendo en otras ciudades y que en Buenos Aires ya cuenta con estudios para futuras licitaciones y para la transformación de flota de colectivos a eléctrica”, dice.
Tras leer el último reporte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el ingeniero colombiano Sebastian Castellanos, especialista en planeamiento del transporte, sumó un aporte similar. “Según el informe del IPCC, el traspaso de la gente al transporte público tiene casi el mismo potencial de mitigación que la electrificación de los coches, y hasta cuesta menos conseguirlo. ¿Por qué entonces todos los gobiernos gastan miles de millones en subvencionar la compra de vehículos eléctricos en lugar de invertir en el transporte público?”, se preguntó.
El gobierno argentino ya puso un ojo en este debate con la presentación, en octubre del año pasado, de una Ley de Promoción de la Movilidad Sustentable. Allí se promueve la producción y el uso de vehículos propulsados por energías limpias que incluye livianos, medianos, pesados, de pasajeros y de carga. “Es movilidad sustentable, no solo los autos electricos”, subrayaron fuentes del ministerio de Desarrollo Productivo. La ley aún espera ser tratada en el Congreso.
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