La carrera por lanzar aviones supersónicos de pasajeros acelera y empresas fabrican prototipos para volar en poco tiempo; un nuevo anuncio los pone en agenda y su despegue está cada vez más cerca
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Para los que no están familiarizados con el término, un avión supersónico es el que aparece, por ejemplo, en cualquiera de las películas de Top Gun. Cuando Tom Cruise atraviesa la barrera del sonido a bordo de un avión caza es porque, en realidad, está pilotando una aeronave supersónica que supera los 1235km/h. Hasta hace un tiempo, pensar que esa tecnología podía ser usada por personas comunes en un vuelo comercial era una locura, pero, recientemente, los anuncios de empresas y organizaciones pusieron en agenda esta posibilidad.
Quienes “resucitaron” la temática en este último tiempo fueron la NASA y Lockheed Martin, una empresa con sede en Palmdale, California, Estados Unidos, que trabaja junto al gobierno norteamericano en el desarrollo de aviones. En diciembre de 2022 publicaron los avances de la construcción de uno de sus modelos que, señalaron, estaría listo para hacer vuelos comerciales locales en 2025.
Eso significó un gran entusiasmo en el sector de la aviación, que aguarda novedades en torno al uso de estas aeronaves desde que la idea apareció en una reunión de gobierno allá por 1960. La industria se enfocó en otras innovaciones y decidió dejar para más adelante el desarrollo de una aeronave de tamaña complejidad. Sin embargo, meses después del anuncio de la NASA, se sumó otro jugador al partido para demostrar dos cosas: el tema está en la agenda de varias empresas y los esfuerzos para lanzar estos aviones al mercado se están haciendo.
Hermus es una compañía estadounidense cuya sede central queda en Atlanta, Georgia, y que presentó en los últimos días sus dos -potenciales- nuevos aviones supersónicos: el Quarterhorse y Darkhorse. La premisa de su anuncio fue con un título rimbombante: viajar de Nueva York a Paris en 90 minutos cuando, habitualmente, ese viaje demora siete horas y media.
Los plazos son importantes porque una tecnología que desafía a la temperatura y la aerodinámica implica mucho trabajo y varios detalles a analizar. Según contó Aj Piplica, CEO y fundador de Hermus, en diálogo con la revista Forbes, la idea es que el Quarterhorse sea un “banco de pruebas reutilizable para someter materiales y equipos a condiciones de alta velocidad”. Sus declaraciones se dan luego de ganar un contrato de US$30 millones, dinero que será utilizado para construir y pilotar tres versiones de este avión, programada la primera para 2024.
El Darkhorse, por su parte, recién sería lanzado en 2026, también como vehículo de prueba y de mayores dimensiones que su hermano. El fin último de estas pruebas sería la construcción y posterior puesta en el mercado de vuelos comerciales del Halcyon. Piplica comentó que el desarrollo de toda esta idea “no será inferior a 100 millones de dólares” y según consignó el medio citado anteriormente, su empresa ya recaudó US$119 millones.
Qué tan viable es viajar en un avión supersónico
La velocidad ya fue alcanzada por el hombre. Que los aviones caza aparezcan en películas no es un invento de Hollywood sino una realidad. Existen y se usan, pero por poco tiempo. El desafío, dicen los expertos, no es alcanzar esa velocidad sino poder transportar pasajeros y convertir a esas aeronaves en aviones reutilizables. Es decir, que después de varios vuelos sigan funcionando sin problemas ni desperfectos o riesgos. Los misiles, por mencionar otro ejemplo, también alcanzan estas velocidades.
Difícil es saber si es viable transportar a personas “corrientes” en estos vuelos dado que es una idea que está boyando entre proyectos desde 1973. Hoy, además de los mencionados con antelación, también trabajan en estos planes empresas como Bejing Lingkong Tianxing Technology, American Airlines (anunció la compra de 20 unidades del Overture, aeronave que alcanza los 2000km/h y es desarrollada por Boom Supersonic) y Bombardier, aeronáutica canadiense que está desarrollando el Global 800, una nave de negocios que llegaría a 1150km/h.
Entonces, viable podría decirse que es; lo que falta es determinar las velocidades y saber hasta qué punto se pueden forzar estos viajes. Actualmente, los aviones para pasajeros oscilan entre los 700 y 900km/h como máximo y, en estos casos, se está hablando de superar los 1000km/h. Ahí entra en juego el número Mach.
Qué es el número Mach
Ese término hace referencia a la relación que tiene un objeto y la velocidad del sonido en el medio que se mueve. En otras palabras, un indicador para saber de qué se está hablando es el valor: cuanto mayor sea el número Mach, más alta es la velocidad a la que, en este caso, un avión llega. Por ejemplo, la aeronave que quiere lanzar la NASA calificaría como Mach 1.4 y llegaría aproximadamente a los 1782,72km/h mientras que el comercial canadiense sería un Mach 0,4.
Para tomar una referencia, el vehículo volador de estas características más rápido del mundo es un Mach 9.6 que alcanza 11.852km/h y fue desarrollado por la NASA. Claro, pilotar uno de esos aviones requiere mucha preparación técnica y física de los pilotos, por lo que seguir aumentando la velocidad no solo es un desafío de ingeniería y diseño sino de habilidad al volante.
La historia del avión supersónico
El desafío comenzó en realidad hace muchos años. En 1960, Estados Unidos y Europa intentaron darle vida a los aviones SST y Concorde, que iban a ser las primeras aeronaves supersónicas del mundo. Sin embargo, se toparon con el mismo problema que los investigadores actuales: el intenso ruido que hacen al despegar.
Para 1973, el proyecto se desvaneció. La Administración Federal de Aviación (FAA, su siglas en inglés) descartó las aeronaves por superar velocidades Mach 1. En cuanto al Concorde, con menor velocidad, operó para British Airways y Air France entre 1976 y 2003. La pregunta que resuena tras los intentos fallidos es: ¿se puede lograr que los estampidos sónicos sean lo suficientemente silenciosos para no molestar en tierra o ser casi imperceptibles?