La flota real tiene vehículos de todos los tamaños y estilos, diseños exclusivos, blindados y hasta híbridos; la pasión por una marca y los eventos donde los usaron
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Detrás del protocolo, las reglas ceremoniales, tradiciones y compromisos típicos del a corona británica, se esconde una verdadera pasión por los autos. La reina Isabel II nació en 1926, por lo que su relación con los vehículos es igual de amplia y abarcativa que con otros importantes eventos de la historia. Con 96 años vio todo y junto a ella, la industria creció, se reinventó e innovó. Sus hijos y descendientes, claramente, no estuvieron exentos a este interés y conforme fueron creciendo mostraron, de a poco y con cautela, su predilección para con algunas marcas.
No obstante -y demás está decirlo- la predilección siempre estuvo inclinada hacia el lado británico. Es decir, en la amplia flota de autos que acompañaron a la familia real, la presencia de motores de fabricación local fue fuerte y marcada.
Rolls-Royce Phantom IV
Entre 1950 y 1956, la firma británica solo fabricó 18 unidades del Phantom IV que fueron destinadas a venta exclusiva para miembros de la realeza y jefes de Estado. Fue un cambio para la época luego de que la automotriz declarara que, post Segunda Guerra Mundial, no iba a producir vehículos de alta gama y lujo.
No obstante, uno de ellos fue directo al palacio y al día de hoy, 16 de los 18 están exhibidos en museos o forman parte de exclusivas colecciones privadas de verdaderos amantes de este tipo de carrocerías.
Bentley State Limousine
Exclusivo y a medida. Bentley creó este vehículo para que sea de uso oficial para la reina Isabel II allá por el 2002, cuando se celebraba el Jubileo de oro. La limusina es más larga que un Arnage estandar -el modelo en el que se basaron para la creación de este último- y tiene 25,5cm de alto más que su predecesor.
Motor V8 de 2,75 litros, alcanza una velocidad máxima de 210 km/h y sus amplias puertas se abren con una amplitud de 90 grados. Confort, lujo y seguridad a disposición para la ocasión.
Bentley Mulsanne
Otro vehículo que la firma hizo a medida aunque esta vez, fue para uso exclusivo de la reina. Las especificaciones se hicieron a pedido de la mismísima Isabel y en el interior no podía haber rastros de plástico; solo cuero, madera y metal.
La familia real le hizo cerca de 20.000 km a este vehículo que en agosto de 2009 fue presentado en el prestigioso concurso de Pebble Beach como el sucesor del Arnage.
Aston Martin DB6
Un gran turismo fabricado entre 1965 y 1971 y que fue el regalo de boda para el príncipe William. Para la ocasión, fue decorado con cintas blancas, globos y una patente que rezaba “Ju5t Wed”, haciendo referencia a la expresión “Just Wed” (recién casados).
En aquel entonces, el príncipe manejó él mismo el vehículo ante una multitud en la entrada del Palacio de Buckingham de camino a la recepción de su fiesta, escoltado por un Range Rover y un helicóptero.
Audi A8L
Uno de los pocos autos no británicos que la familia real tiene en su garage privado. Potencia, confort y lujo, es un vehículo que no llama la atención en colecciones de su gama. Sin embargo, se trata de uno especial en este universo por salirse de la norma y ser casi el único de origen alemán conducido por un miembro de la realza.
El fanatismo por los Land Rover
En 1953, la reina Isabel II llevaba apenas un año con la corona sobre su cabeza. A sabiendas de su gusto por los autos, recibió un Land Rover Serie 1 con el cual se trasladó por las calles del Reino Unido, siempre en compañía de su escolta y seguridad.
Con el tiempo, ese modelo siguió de cerca a la familia. Casi como si se tratara de una cábala o una garantía de seguridad. Felipe, quien falleció en abril de 2021, condujo distintos modelos durante mucho tiempo haciendo principal uso de su querido Freelander. Esa versión en particular estaba completamente blindada y tenía varias modificaciones de seguridad además de iluminación exterior simil auto policial y agarraderas adicionales.
Felipe de Edimburgo nunca dejó de manejar hasta 2019, dos años antes de su fallecimiento. En las calles del condado de Norfolk, cercanas a la residencia de Sandringham, el príncipe sufrió un accidente a bordo de su Freelander donde, afortunadamente, salió ileso. Sin embargo, esa experiencia fue el detonante para tomar la decisión de alejarlo del volante definitivamente. Su muerte fue conmoción en todo el mundo y por expreso pedido suyo, se adaptó un Defender 130 -construido a base de un Td5 130, encargado por el propio Felipe en 2005- para que tenga espacio para transportar su cuerpo.
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