Las historias de Candelaria Tornquist, Gaiana Bastitta Harriet, Aixa Franke y Ailín Lescano, cuatro apasionadas por los autos que lograron destacarse cada una en su especialidad
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Cuatro mujeres intrépidas desafían los estereotipos en una industria como la automotriz dominada históricamente por hombres. En el marco del Summit de Movilidad organizado esta semana por LA NACION, estas mujeres no solo hablaron, sino que demostraron su valía al construir autos, aventurarse bajo las carrocerías y competir en carreras.
Una de ellas es Gaiana Bastitta Harriet, coleccionista y rescatista de Tulietas, quien relata una historia de pasión y dedicación en el mundo de los autos clásicos. A pesar de no provenir de una familia vinculada al automovilismo, su amor por los vehículos clásicos y la mecánica la acompañó desde temprana edad, aunque nunca tuvo la oportunidad de explorar esta pasión en profundidad. Sin embargo, en 2016, un amigo le reveló la fascinante historia de los Tulieta GT. Estos automóviles “fuera de serie” creados por el destacado fabricante de autos de carrera Tulio Crespi, entre los años 1974 y 1982, le abrieron las puertas al cautivador mundo de los “fierros” clásicos.
Durante este viaje, Bastitta Harriet estableció una estrecha amistad con el mismísimo Crespi. Respaldada por un grupo de leales amigos, se embarcó en la desafiante misión de rescatar y restaurar cinco Tulietas GT que se encontraban en deplorable estado. Estos autos, de los cuales solo se construyeron 55 en la historia, recibieron una nueva oportunidad de vida en su taller, a la vez que se da el gusto de ponerlas a prueba en diferentes competencias, como el Rally de las Pincesas o Las 1000 Millas Argentinas.
“Para mí es una tarea de rescate, los autos clásicos son como un camino al pasado”, afirmó en el panel que moderó Carla Quiroga, periodista de LA NACION. “Te subís a un auto, ponés primera, que en el caso de las Tulietas los cambios están al revés, y estás en otro mundo”, relata Gaiana.
De las cinco joyas que guarda con celo, el momento donde las disfruta al máximo es durante los fines de semana. “No hay con que darle a un descapotable, manejar con viento es mucho más divertido”, asegura. Sin embargo, señala que encontrar estos modelos se ha vuelto cada vez más difícil, ya que son piezas de la industria nacional que dejaron de fabricarse hace casi 40 años. “Cuando voy a rallys me encuentro con autazos ingleses o italianos, pero todo el mundo me elogia la Tulieta”, se ríe Bastitta Harriet. “Son autos que todos quieren porque fueron fabricados en una época en la que todo se hacía a pulmón”, concluye con entusiasmo.
Otra apasionada de los autos que compartió su pasión por los fierros en una historia que abarca múltiples facetas de su vida es Candelaria Tornquist. Fanática de Fangio y del automovilismo, es la directora de Reklus Cars, una empresa dedicada a la fabricación artesanal de recreaciones de autos clásicos. Con formación en Administración de Empresas, Candelaria encontró su verdadera pasión en la industria automotriz. Su viaje comenzó como hija de Marcelo Tornquist, un reconocido piloto del Equipo Oficial Peugeot de Rally.
Después de trabajar en finanzas y en una multinacional, Candelaria y su esposo, Pini Mancardo, fundaron Reklus Cars en 2002. La empresa se especializa en la reproducción artesanal de autos clásicos, desde modelos de preguerra hasta autos deportivos de los años 50. A pesar de la pérdida de su esposo en 2020, Candelaria continúa liderando el proyecto con pasión, junto a su hijo Juan Cruz y un equipo.
Reklus Cars fabrica y exporta réplicas de autos a nivel global, incluyendo BMW, Maserati, Alfa Romeo e incluso modelos icónicos que manejó Juan Manuel Fangio. “La idea es que nuestros clientes puedan tener las mismas sensaciones de aquellos héroes de época”, cuenta Tornquist y responde la pregunta de cuánto tardan en entregar los pedidos: “Depende del auto, pero todo es posible, cada cliente tiene un sueño particular”, comenta la cofundadora de Reklus.
Las raíces automovilísticas de Tornquist se hunden en su infancia, donde su padre le impartió las primeras lecciones sobre autos. Para ella, crecer inmersa en este mundo era lo más natural, incluso recordó cómo su papá la buscaba en autos de carrera del colegio.
Reconoce que estar rodeada de hombres y autos se siente como un mundo natural para ella. “La idea es que nuestros clientes puedan tener las mismas sensaciones de aquellos héroes de época”, cuenta Candelaria y responde la pregunta de cuánto tardan en entregar los pedidos: “Depende del auto, pero todo es posible, cada cliente tiene un sueño particular”, comenta la cofundadora de Reklus. En cuanto a la competencia, asegura que es escasa, ya que el aluminio es un material que requiere trabajo manual, inigualable por máquinas, mientras que en Reklus hay participación de artesanos en cada etapa del proceso.
Este proyecto, que Tornquist y su esposo iniciaron, la mantiene conectada a él incluso después de su partida. “Estar en la fábrica es como estar con él, fue nuestro gran proyecto y hoy por suerte el equipo se amplió a más de 15 personas, aunque tenemos un montón de procesos tercerizados”. Su hijo mayor también se unió al proyecto, apasionado a pesar de su amor por el rugby.
Sin embargo, Tornquist nunca anticipó su posición actual. Un día, mientras conducía, su hija le dijo: “Mamá, sos el ejemplo de que todo es posible”. Para ella, el verdadero ejemplo es decir “Se puede”. “Cuando una tiene una pasión y esta convencida de algo, hay que ir para adelante, no importa si el ambiente es femenino o masculino”, asegura.
Cuando su esposo falleció, Tornquist sabía que aparecería en varios medios de comunicación, por lo que apresuró su regreso a casa para informar a sus hijos. En ese momento, reflexionó: “Quería transmitirles el mensaje de que, a pesar del dolor, se puede seguir adelante y construir algo en medio del vacío. Habían construido la fábrica con esfuerzo y no estaba dispuesta a dejarla en la nada”, concluye.
Al volante desde los 15
Aixa M. Franke tiene también una historia destacada ligada al sector. Cuenta que su conexión con los autos se forjó a los 15 años, cuando recibió un Citroën que ella misma restauró en el garaje de su casa. Desde los 11 ya estaba al volante, y comenzó su carrera en las picadas antes de su debut a los 24 años en la categoría Fiat 600 Light. A lo largo de su trayectoria, recorrió diversos caminos en el automovilismo, compitiendo en categorías como Top Race y Fórmula Nacional.
Hoy en día, a sus 30 años, Aixa se destaca en la categoría de Sport Prototipo, una disciplina de monoplazas que alcanzan velocidades superiores a los 200 kilómetros por hora y pesan 590 kilogramos, incluyendo al piloto. En 2020, además de su carrera en las pistas, trabajaba como entrenadora de rallys de regularidad, donde conoció a amigos que compartían su pasión por los autos clásicos. Gracias a su conocimiento en mecánica, le ofrecieron un espacio en su taller, un trabajo que disfruta enormemente.
“Me encantan los autos de toda la vida; creo que eso es algo que corre por mis venas”, destaca Franke. “Desde pequeña, siempre fui la que arreglaba las cosas en casa. Me apasionaba desmontar objetos y descubrir qué había dentro. A los 15 años, reemplacé los electrodomésticos por un Citroën”, se ríe la piloto. Fue a los 17 cuando Aixa obtuvo su licencia de conducir y descubrió su amor por la velocidad, no solo en autos.
Enfatiza la importancia de las redes sociales en su carrera, ya que a través de ellas consigue patrocinadores y financiamiento para competir. “Recientemente, cambié de categoría, pasé de la Fórmula Nacional a una un poco más costosa. Tuve que sacrificar la calidad del auto, por eso opté por la categoría Sport Prototipo, para alquilar un auto de alto rendimiento y competir en campeonatos”, explica.
Además de su pasión por las carreras, también se dedica a la mecánica y cuida dos colecciones de autos para clientes, cada una con 15 vehículos. Se trabajo es encargarse del mantenimiento, coordinar las reparaciones, gestionar la obtención de piezas importadas y, si es necesario, realizar reparaciones.
Frente a la pregunta sobre qué aprendió al vivir en un entorno predominantemente masculino y cómo aplica esas lecciones en su vida, Franke revela que es un sector en el que las mujeres están ganando terreno poco a poco. Su compromiso es ayudar a impulsar la industria automotriz nacional y difundirla a las generaciones futuras, ya sea como coleccionistas, fabricantes, pilotos o mecánicas. “No hay nada extraño en eso; debemos ocupar todos los nichos”, asegura.
Sin embargo resalta que también se enfrenta a desafíos económicos en su carrera, además de que actualmente, solo el 2% de las licencias de automovilismo pertenecen a mujeres. “Estamos trabajando para cambiar eso”, finaliza.
Un motorhome para De Niro
La cuarta invitada fue la emprendedora Ailín Lescano, cuya vida la condujo a través de diversos caminos hasta ingresar en el mundo de los automóviles. Se graduó en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Di Tella y junto a su padre, Luis, fundó Gigi Motorhomes, un emprendimiento ubicado en Tigre que se especializa en la transformación de antiguos colectivos y micros de larga distancia en modernas casas rodantes personalizadas.
Todo comenzó a finales de 2019 cuando un conocido le pidió a Luis que pusiera a punto su motorhome. Pocos meses después, con la llegada de la cuarentena, él continuó con este proyecto, y su hija Ailín empezó a visitarlo en el galpón mientras él trabajaba para hacerle compañía. Ailín se convirtió rápidamente en una figura influyente en las redes sociales al mostrar su habilidad y conocimientos en el uso de herramientas.
“Surgió como un hobby, y creo que vi la oportunidad, aunque al principio papá me decía que no. Con el tiempo, vendimos la casa donde vivíamos y decidimos emprender, compramos un galpón y hoy en día trabajamos ahí”, explica Lescano. El primer motorhome que construyeron, originalmente concebido para una familia, acabó siendo el refugio de Robert De Niro durante su visita a la Argentina para filmar una serie con Luis Brandoni. Lescano recuerda con emoción: “Un día, un equipo de filmación se puso en contacto con nosotros para adquirirlo, y a las pocas semanas, lo veía en la televisión”. Este momento marcó un hito extraordinario en la trayectoria de Lescano y su padre.
El emprendimiento abarca desde furgones hasta micros de larga distancia. Como lo único que ofrecen desde Gigi Motorhomes es una cotización por la mano de obra, el cliente puede equipar su vehículo de la manera que desee, ya sea de forma más económica o lujosa. “Es como una casa completamente funcional que además te permite viajar, por lo que el costo puede variar hasta los US$80.000”, explica la emprendedora.
Aunque al principio fue un salto al vacío, la realidad es que hoy en día el emprendimiento enfrenta una alta demanda. “Superó nuestras expectativas; tenemos la agenda llena”, comenta la emprendedora. Su explicación es que el auge del home office durante la cuarentena permitió que en la Argentina de hoy se pueda vivir viajando, siempre y cuando se disponga de acceso a internet.
“Trabajaba como community manager y tenía varios clientes cuando finalmente decidí dejar mi trabajo de oficina”, recuerda Lescano. Destaca que no fue de la noche a la mañana y que antes de alcanzar el éxito, tuvo que tomar varias decisiones trascendentes. “Al principio, todo era muy incierto; aún no podía obtener un salario del taller, y pasaron dos años antes de que eso sucediera. Renuncié a mi contrato de alquiler para reducir gastos, me mudé con mi papá y, de alguna manera, sentí que estaba retrocediendo en mi independencia. Ya tenía un trabajo estable, mi carrera universitaria y estaba viviendo en pareja. De manera similar, en el mundo de las redes sociales, pueden pasar hasta tres años antes de que se pueda monetizar el primer video y vivir de eso”, explica hoy.
El consejo que da a quienes sueñan con emprender se resume en una palabra: perseverancia. Lescano reflexiona sobre su propia experiencia: “Solía decirle a mi papá que nuestro taller iba a estar lleno de motorhomes para fabricar, y él me miraba como si estuviera un poco loca. Incluso mi hermana se reía de los videos que compartía en TikTok”. Pero lo que aprendió es que emprender significa lidiar con la frustración inicial, donde es posible que no haya clientes o que un video que llevó 20 horas en editar tenga tan solo 2000 reproducciones. Ella enfatiza: “Si me hubiera rendido después de 2 años y 11 meses, nunca habría descubierto todo lo que podría haber logrado”. Su mensaje es claro: la perseverancia es la clave para alcanzar los sueños empresariales.