Así como lo compró, lo estacionó y no volvió a manejarlo; la historia detrás del Mazda RX-7 que nunca volvió a las calles y el trabajo que llevó lavarlo y ponerlo en condiciones
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Si de deportivos históricos se trata, el Mazda RX-7 da cátedra. El vehículo japonés marcó una época y se consagró como uno de los mejores en términos de velocidad y estilo cuando, a fines de los años 90, presentó y comercializó su última generación. Sin embargo, la rapidez al volante no es para todos y hay quienes pueden quedar un poco asustados al sentir el vértigo de velocidades que superan los 100km/h.
En ese sentido, lo que le pasó a un hombre oriundo de Cleveland, Estados Unidos, es fiel testigo de lo antes mencionado: la velocidad no es para todos. En 1994, se acercó a uno de los concesionarios de su zona y se dispuso a comprar el mítico vehículo de color negro. Durante 14.000 kilómetros lo manejó sin problemas; usándolo para ir al trabajo, visitar a amigos y familia y pasear un rato en su flamante coche nuevo.
La velocidad era tentadora y la potencia de ese vehículo tenía que ser testeada. Acorde a lo que informó el canal de YouTube WD Detailing, cuando el dueño del auto aceleró hasta los 225km/h y sintió verdaderamente lo que era manejar un auto deportivo se asustó. Volvió a su casa, manejó dubitativo hasta un garage privado y estacionó su Mazda negro. Desde 1999 hasta la fecha, nadie volvió a manejarlo.
Cuando el dueño se contactó con el canal antes mencionado, los trabajadores del lugar se emocionaron al tener la posibilidad de lavar y restaurar semejante auto. Así, empezaron la dura tarea de sacarle la mugre, el polvo, los nidos de ratones -y algunos roedores muertos-, papeles viejos y demás objetos olvidados del interior y de todo tipo de lugares.
La guantera, por ejemplo, fue la casa de tres ratones que vivieron allí, durmiendo adentro de la funda de un arma y que se arrastraron alrededor de los cables del tablero para tener más calor. “El dueño tiene mucha suerte, este auto está en impecables condiciones. A pesar de que los ratones durmieron adentro, no mordieron ningún cable, lo cual es impresionante”, exclamó el encargado de la limpieza. Un auténtico milagro que durante tantos años, ningún roedor haya roto o mordido los pequeños cables rojos.
En el apartado técnico, el vehículo estaba en perfectas condiciones y la labor más complicada de la tarea de restauración fue el lavado. Jabón especial, cera, espuma, agua a presión y mucha voluntad, paciencia y tiempo. El Mazda RX-7 recuperó su estado original y podrá volver a las calles sin problemas, aún 23 años después. Lo que necesitará ahora es un dueño que no le tenga miedo a las altas velocidades.
LA NACION