Zarpará en octubre y podrá transportar más de 2000 contenedores; sin embargo, destaca principalmente por su innovador combustible dual
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Luego de que se firmara el Acuerdo de París en 2016, las Naciones Unidas empezaron a trabajar en un plan a largo plazo para reducir la emisión de gases de efecto invernadero de cara a los próximos años. Se puso una fecha, tentativa en algunas industrias y definitiva para otras: 2030 es el año en el que los cambios tienen que materializarse y así, la carbono neutralidad se convirtió en un concepto muy fuerte.
Lo que compete hoy es la industria marítima, responsable del 2,5% de las emisiones globales de CO2. Con las urgencias propias de un sector que moviliza mucho dinero en todo el mundo, empresas empiezan a abordar esta problemática desde distintos ángulos. Surgen opciones como la de utilizar el hidrógeno verde para impulsar buques, aplicar energía eólica para alimentar a los motores y ahora, más materializada que nunca, la chance de que sea el metanol verde el combustible del futuro.
Para ello trabajó durante cinco años la naviera de origen danés Maersk. Se trató de un tiempo de producción e innovación en diseño naval donde incluso se llegó a modificar las posiciones habituales de la estructura del buque así como “repensar la resistencia del casco, que era un parámetro clave a salvaguardar”, como indicaron ellos mismos en un comunicado de prensa tiempo atrás. Tras un lustro de trabajo, octubre de 2023 es el mes elegido para que comience a operar el Laura Maersk, el primer buque de carga impulsado por e-metanol.
La producción estuvo a cargo de Hyundai Heavy Industries (HHI), fabricante surcoreano que ultimó detalles de este navío hace poco. Todo se da en el marco de los objetivos firmados en el acuerdo antes mencionado, donde esta naviera en particular se propuso descarbonizar el 10% de su flota de buques, producir dos millones de toneladas de metanol verde para 2030 e instalar plantas productivas en Andalucía y Galicia, en un acuerdo de €10.000 millones con el gobierno español.
“Los buques lograrán una eficiencia energética mejorada del 20% por contenedor transportado respecto al promedio de la industria, ahorrando un millón de toneladas de emisiones por año”, sintetizaron medios especializados. El ya existente Laura Maersk, prueba tangible de cómo este combustible puede funcionar, zarpará en el mes citado y navegará por el mar Báltico, al menos por el momento.
El e-metanol, o metanol verde, es una sustancia química que, en comparación con los combustibles convencionales, reduce las emisiones de dióxido de carbono hasta en un 95%, las de óxido de nitrógeno hasta en un 80% y “elimina por completo las emisiones de óxido de azufre y partículas”, según explican desde el Instituto de Metanol. “Es producida a partir de biomasa sostenible, es una sustancia química líquida que se utiliza en miles de productos cotidianos y se elabora a partir de gas de síntesis, mezcla de hidrógeno, dióxido y monóxido de carbono”, añaden.
Quizás el desafío más grande que tenga que enfrentar este combustible es lo costoso de su producción y la falta de mercado, algo que ocurre en todos los ámbitos donde se empieza a desarrollar “lo verde”. Será cuestión de tiempo poder definir cuál será la alimentación del futuro para los motores navales. Mientras tanto, la aparición de buques como el Laura Maersk muestran el movimiento de una industria cuyos tiempos se acotan y debe acelerar si pretende cumplir con los objetivos trazados hace ocho años.
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