El primer modelo totalmente eléctrico de Ford en el país combina lo mejor de dos mundos; acelera de 0 a 100 en menos de 4 segundos, todo en absoluto silencio y en clima de máxima sofisticación
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Son hermosas las discusiones entre los pro y los escépticos de los eléctricos. De un lado, quienes (por ahora en una minoría en crecimiento) ven con mejores ojos el avance de la electrificación en esta industria más que centenaria; del otro, los puristas que no negocian el rugido de un motor y ese cosquilleo que produce el movimiento interno de un bloque a explosión. Es casi una charla de “superclásico” del fútbol y para los más románticos es: o deportivo con prestaciones descomunales sin escatimar combustible, o nada.
Aunque parece no haber concesiones ni grises, estaríamos ante una excepción: el Mustang Mach-E. ¿Por qué? Porque por más que haya generado más de una polémica al ser un súper tecnológico netamente eléctrico bautizado con semejante nombre, representa en un lenguaje bien actual toda la evolución de la tradición deportiva, portando varios guiños del icónico musculoso que nació a mediados de los 60 y que aún sigue vigente en su clásica carrocería cupé. Cierto que prescinde de un estruendoso V8, pero consigue una performance sencillamente arrolladora, incluso superior en términos de aceleración. Este vehículo fue el primero completamente eléctrico que la compañía comenzó a producir en serie y el primero en su tipo que vende en nuestro país, a donde llega importado desde México.
“Ojo, es un Mustang”
Con este casi paternal consejo bajo el brazo salimos de la planta de Ford Argentina en General Pacheco. Fue un claro pedido de respeto por un producto que, ante la exigencia provocadora del pedal derecho, responde con una estremecedora aceleración. En eso no tiene nada que envidiarle a un deportivo de raza (sea Mustang, Ferrari o Lamborghini) y en lo que hace a la imagen, en su silueta hay rasgos reconocibles tomados del famoso pony car, tales como las puntiagudas ópticas delanteras y las inconfundibles tres barras verticales que rubrican las traseras.
Otro lazo con el dos puertas es el potro salvaje corriendo a toda furia que decora el centro de las enormes llantas de 20″ y también la parrilla, que no es tal, sino una placa “ciega” que prescinde de aberturas porque no necesita refrigerar absolutamente nada. Otra característica para remarcar es la falta de las convencionales manijas para abrir las puertas, acción que se consigue al presionar los botones dispuestos en los pilares. Las nervaduras del alargado capot, los inocultables cáliper de freno pintados en rojo furioso, el spoiler inferior delantero, los faldones laterales y el difusor trasero (todos en negro brillante o “piano black”) componen ese conjunto de piezas/ingredientes que aportan magnetismo a esta figura que no deja de ser la de un SUV de tipo familiar, con una exquisita dosis de cupé.
La pertenencia al linaje deportivo se completa con cuatro elementos que dan forma al remate posterior tipo “fastback” y que claramente no pasan inadvertidos: la pronunciada caída de techo, el alerón deportivo que corona la luneta, los imponentes hombros en los que culminan los guardabarros, y el poderoso y recto baúl que se funde con el paragolpes. Es atractivo y no para de despertar asombro a su paso, así lo atestiguan la expresión de los ojos, las bocas abiertas y los gestos de aprobación con el clásico pulgar hacia arriba.
El más picante de los Ford que hay en estas tierras
GT Performance AWD Extended Range es el nombre de la única versión disponible en nuestro país, la más deportiva y exclusiva de la gama. Son dos motores los que se combinan para generar un empuje brutal. Ubicados uno en cada eje, suman fuerzas para entregar un total de 487 CV y un desmesurado torque de 860 Nm, disponible desde el primer instante. Y como si esto fuera poco, entre ambos lo dotan de tracción a las cuatro ruedas.
El pedido de moderación y cordura de la gente de la marca atendía a su descomunal respuesta, la que lo dispara hasta los 100 km/h desde partida detenida en apenas 3,8 segundos, cuando el Mach 1 (con el V8 de 475 CV) lo consigue en 4,3 segundos. La velocidad de punta está restringida a 200 km/h en pos del rendimiento y salud de las baterías, cuya capacidad es de 91 kWh.
Aunque no resulte del todo fácil y gráfico hablar de consumos o rendimientos, los casi 5 km por kWh que se registraron en promedio durante la prueba sirven como referencia. Si bien datos de fábrica indican una autonomía homologada de 541 kms, en condiciones reales oscila entre unos igualmente muy buenos 455/470 kilómetros hasta la próxima recarga, donde justamente está uno de los puntos que más dudas y consultas promueve este tipo de vehículos.
Ficha técnica
- Largo: 4,74 m
- Ancho (sin espejos): 1,93 m
- Alto: 1,61 m
- Distancia entre ejes: 2,98 m
- Despeje: 13,6 cm
- Neumáticos: 245/45 R20
- Peso: 2.281 kg
- Baúl delantero/trasero: 139 litros / 402 litros
Lo cierto es que al inicio de la prueba tenía la carga en un 95%, indicando una autonomía próxima a los 410 kms. Luego de andar en recorridos mixtos, llegó el momento de conectarlo a un cargador de 50 kW para que, en menos de 40 minutos, acuse la recuperación de unos 180 kms. De igual modo, más allá de los cargadores instalados en algunas estaciones de servicios y otros puntos, el comprador se lleva con su unidad uno hogareño (“walbox”) con una capacidad de 7 kW que promete pasar del 20 al 80% de carga en poco más de 7 horas. Claro que también cuenta con el sistema regenerativo, que entra en acción al pisar el freno y en ciertas fases de desaceleración.
Desempeño de altísimo nivel
Más allá de toda la tecnología de equipamiento y de propulsión, está la puesta a punto de la suspensión, de corte deportivo y con amortiguadores adaptativos. El tipo de manejo, de acuerdo a la ocasión, se puede configurar a través de tres diferentes modos (Engage, Whisper y Unbridle), que ajustan parámetros de dirección, acelerador y suspensiones para que se adapten a ese requerimiento determinado, pasando de uso normal y cotidiano, a terrenos con poca adherencia, hasta llegar al perfil más deportivo. En general es de bastante a muy firme, lo que conlleva a que por momentos aflore alguna aspereza.
La asistencia de la dirección es óptima ya que -sin ser netamente deportiva- permite un manejo sumamente confortable y seguro, tanto en ruta como en ciudad, donde las maniobras de estacionamiento se facilitan al extremo, detalle para remarcar ante una respetable estructura de 4,74 m de largo por 2,09 de ancho. Que tenga las baterías en la zona del piso, una distancia entre ejes de 2,98 m, y un reparto de masas casi ideal, explica en gran parte su impecable desempeño dinámico. Es un verdadero placer trasladarse en este vehículo que hace todo bien: doblando (aplomado, con gran tenida), frenando, acelerando y, ni que hablar, al recuperando. Sensacional y disfrutable, tanto en aceleración plena, como en plan relax, y lo interesante de este soberbio aparato de 2,3 toneladas es que resulta práctico y funcional para el día a día.
Interior a puro bienestar
El habitáculo está a la altura de la sofisticación y calidad que transmite desde el exterior. Tanto en calidad de materiales y terminaciones, como por nivel de tecnología aplicada para la interacción funcional e informativa. Amplio, cómodo y con la digitalización como uno de sus bastiones, donde la protagonista central es la gigantesca pantalla de 15,5″ que –aunque algo exagerada para nuestro gusto- es la envidia de cualquier tablet.
Ofrece una multiplicidad de funciones y ajustes, que se activan ante el más mínimo gesto táctil. Desde el tono de la iluminación ambiental, hasta todo lo vinculado con la recarga y estado de las baterías, pasando por los diferentes ajustes del vehículo, la cámara 360º o el conjunto de ítems que aglomera el multimedia SYNC 4 que incorpora un software de inteligencia artificial y que, además de lo relacionado con el audio, la conexión permanente con Internet (para las constantes actualizaciones) y la asociación Android Auto y Apple CarPlay, da acceso a la configuración de asientos, climatización y varias cuestiones más.
Propulsión/Tracción/Performance
- Motores eléctricos: uno por eje
- Potencia conjunta: 487 CV
- Torque- 860 Nm
- Batería: 91 kWh
- Autonomía (dato de fábrica): 541 km
- Tracción: a las 4 ruedas
- Aceleración de 0 a 100 km/h: 3,8 segundos
- Velocidad máxima: 198 km/h
La posición al volante es inmejorable, debido al ajuste eléctrico de la butaca (ambas delanteras son calefaccionadas) y el doble reglaje de la columna de dirección. Frente a la vista de quien maneja yace un cuadro de instrumentos digital (rectangular y apaisado de 10,2″) que ofrece gráficos claros y perfectamente legibles. El enorme techo panorámico de cristal tintado (no tiene cortina ni apertura), la considerable cantidad de portaobjetos y bandejas para dejar lo que sea, el cargador inalámbrico, y el buen espacio en las plazas traseras, completan esta atmósfera de puro confort.
En el vano delantero cuenta con un segundo baúl (de 139 litros) para guardar algún bolso o cualquier tipo de pertenencia, mientras que el posterior dispone de 402 litros, con una boca de carga alta, portón de apertura automática/remota y bajo el piso, no, no habemus rueda de auxilio. Un punto gris. En su lugar, un compresor para una emergencia.
Conectado y lleno de asistencias
Es el segundo Ford completamente conectado en la gama local –después de la nueva Ranger- ya que, a través de la app Ford Pass, se accede tanto a funciones remotas de arranque, climatización, desbloqueo de puertas, activación de luces y bocina, como a la información inmediata y constante acerca de su situación energética y estado general del vehículo.
En el listado de seguridad se anotan 9 airbags, controles de tracción y estabilidad, sensor de presión de neumáticos, sistema de mitigación de vuelco, dispositivo post-colisión y anclajes Isofix. Y a todo eso se suma un arsenal de asistencias a la conducción, del cual se destacan: alerta de tráfico cruzado y de punto ciego, asistente de riesgo de colisión, control crucero adaptativo con función Stop & Go y centrado de carril, freno autónomo de emergencia, sistema de dirección evasiva, encendido automático de luces altas, lector de señales de velocidades máximas y estacionamiento asistido, entre otros ítems.
Haciendo culto en silencio y en un posicionamiento de nicho
Es cierto que, si se lo mira estacionado junto a los otros dos Mustang que la automotriz del óvalo vende acá (GT y Mach 1), seguramente no irradie esa furia que los caracteriza, aunque aún con un estilo menos radical, pero con un acentuado anabolismo, no pasa inadvertido y acapara la atención de hasta el más apático de los autos. No hace ese ruido que enamora, pero responde con la mejor de las contundencias, en silencio, sin alardear, lo que no significa que llevar un nombre tan emblemático sea un sacrilegio. Es cierto que hoy sus piedras angulares son la modesta infraestructura de carga y el precio, que lo deja en una dimensión a la que pocos pueden acceder. Cuesta $127.500.000. De todos modos, bienvenido, siempre es bueno que por estas tierras se pueda ver en un representante de esta talla el grado de avance que existe en la industria mundial.
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