El reciente permiso para que los autos a combustión sigan funcionando en Europa más allá de 2035 si usan combustible verde representa una gran oportunidad para la Argentina; qué se necesita para explotar el enorme potencial que ofrecen los vientos de la Patagonia para producir hidrógeno verde
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Afirmar que vivimos en tiempos vertiginosos y cambiantes no es ninguna novedad. Las tendencias que nos rodean se aceleran con fuerza y nos sorprenden con una espiralización poco previsible de sus efectos, incluso respecto de lo que podríamos imaginar hace algunos meses o días. El caso más llamativo es probablemente el de la inteligencia artificial: aquellos que sorprendían a otros hace medio año usando una herramienta “para entendidos”, hoy observamos cómo todo el mundo tiene acceso a una herramienta tan poderosa que da lugar a una demanda de los expertos para ponerla en pausa o incluso algunos países toman la decisión de prohibirla.
Sin embargo, algunas tendencias pueden evolucionar en un sentido distinto al esperado, o al menos al que venían llevando con un ritmo prácticamente indetenible. El ministro de Transporte de Alemania, Volker Wissing, anunció hace unos días que llegó a un acuerdo con el resto de los países de la Unión Europea para cancelar la anunciada prohibición de los automóviles con motor de combustión interna para 2035 y permitir su matriculación, siempre y cuando utilicen combustibles neutros en CO2. Este cambio es muy significativo respecto de la norma original, que solo habilitaba la circulación de aquellos vehículos que utilicen electricidad o hidrógeno.
Esta noticia no es un suceso aislado ni el producto de un lobby conservador feroz a favor de mantener el statu quo, sino la consecuencia de un proceso que ha logrado convencer a un regulador sumamente exigente bajo la presión de una ciudadanía aún más intensa en términos medioambientales. ¿Cómo sucedió y qué oportunidades presenta esta decisión para la Argentina? ¿Cuáles son los datos que habilitaron esta decisión? ¿Qué cosas ocurren en la región y cómo se pueden capitalizar? Estas son algunas de las preguntas que trataremos de responder en una secuencia de pasos.
Entender
Ante todo, ¿qué es un combustible neutro en CO2? Es aquel que, si bien emite este gas de efecto invernadero durante su combustión, ha sido fabricado capturando una cantidad igual o superior, estableciendo una neutralidad en el aporte a la naturaleza. Para ello existen dos caminos principales: desarrollar combustibles a partir de productos biológicos como las plantas o los desechos animales, lo que se conoce como biocombustibles, o sintetizarlo a partir del agua y el aire, los llamados combustibles sintéticos.
Los primeros han estado disponibles durante mucho tiempo en la forma de etanol o biodiésel y la principal crítica que reciben es que su producción desplaza el uso de recursos a algo tan sensible como los alimentos, en un momento de la historia en el que la seguridad alimentaria resulta prioridad.
Los segundos, si bien han tenido antecedentes históricos, han sido inaccesibles en términos del costo que representa su fabricación, sobre todo en energía. Representan malos vectores para el esfuerzo necesario en conseguirla, claro está, siempre que los orígenes de la energía no resulten abundantes, algo que ha empezado a cambiar recientemente de la mano de las energías renovables, que aunque remotas respecto de los grandes centros de consumo están allí ofreciendo grandes cantidades de energía con un costo sistemáticamente descendiente y un futuro en el mismo sentido de la mano de la fusión nuclear.
Ambos combustibles pueden ser aplicados no solo en automóviles o camiones, sino en todo tipo de medios de transporte, incluyendo barcos, ferrocarriles, maquinarias y, especialmente, aviación comercial, que por muchos años no dispondrá de una alternativa masiva a baterías, en lo que se conoce como SAF o combustible sostenible para aviación.
Conocer
A principios de marzo, fui invitado por Porsche Latinoamérica a visitar la planta Haru Oni en Punta Arenas, Chile, en el marco de un evento denominado Panameras en la Panamericana, en el que pudimos recorrer cientos de kilómetros del extremo más austral de dicha ruta, en el sedán deportivo de la marca alimentado con un novedoso combustible sintético, el e-fuel, y conocer cómo se fabrica.
Haru Oni es un complejo piloto que, bajo la presencia dominante de un enorme aerogenerador de 3,5 MW, muy similar a los que vemos a lo largo y ancho del sudoeste bonaerense, desarrolla un proceso que se inicia con la electrólisis del agua, que la separa en sus componentes hidrógeno y oxígeno, y la captura del aire de dióxido de carbono, que también se puede incorporar como subproducto de procesos industriales. Luego, ambos componentes se combinan en un reactor de diseño especial que sintetiza una mezcla de agua y metanol en proporción de uno y dos tercios, respectivamente.
Dicho metanol, convenientemente separado del agua, se destila en un edificio contiguo para obtener dos componentes de gasolina liviana y pesada que se combinan en un combustible de características similares a la nafta premium, sin aditivos, indistinguible para uno de los motores de combustión más sofisticados del mundo, el V8 de 4 litros que junto con un motor eléctrico impulsa al Panamera Turbo S e-hybrid con el que tuve la posibilidad de experimentar su total equivalencia en prestaciones con una gasolina comercial, mientras recorríamos algunos de los paisajes más atractivos del país vecino, sin sumar emisiones diferenciales de CO2.
Estableciendo un fuerte ejercicio de liderazgo tecnológico y ambiental, la planta pertenece a un conglomerado liderado por la empresa chilena AME, en el que también participan Siemens, Enel, ExxonMobil y, por supuesto, Porsche, que reveló que los factores clave para decidir la radicación en la provincia de Magallanes habían sido la abundante disponibilidad de viento (con un factor superior al 70%), un puerto internacional cercano, la característica de zona franca de la región y un marco general de seguridad jurídica para decidir una inversión inicial de US$74 millones. Ese monto se multiplicará por varias decenas en la fase de producción comercial que apuntala el reciente anuncio del ministro alemán, que sin lugar a dudas está relacionado con la capacidad de esta planta de demostrar que el desarrollo de combustibles sostenibles, neutros en carbono, es una realidad posible y cercana.
Habiendo experimentado en primera persona en clave periodística, pero también económica y ambiental este desarrollo único en el mundo, que convocó en los primeros meses del año la atención de medios de todo el mundo, es preciso analizarlo con una perspectiva local y regional, para observar las potenciales oportunidades.
Relacionar
Y obviamente en este punto surge la inquietud acerca de si dicho proceso podría ser replicado en la Argentina: claramente existen regiones con potencial para competir de igual a igual a radicaciones como las de Punta Arenas, Texas o Australia donde se está expandiendo este proyecto. Para ser concretos, el combustible sintético no es más que una forma fácilmente transportable de lo que se conoce como hidrógeno Verde, es decir, el elemento base de todos los procesos de combustión obtenido mediante fuentes renovables de generación, en este caso el viento.
Viento que abunda en el sur argentino, en muchos casos en territorios muy cercanos a los grandes puertos del litoral atlántico, que también han sido habilitados por ley para dar lugar a zonas francas a las cuales pueden ingresarse (o retirarse) equipos sofisticados sin devengar derechos de importación o exportación, donde se pagan impuestos para producciones que no tienen como destino al mercado interno, ya que ese mismo mercado interno no muestra indicios de ir a requerir dicho producto por muchos años.
En definitiva, condiciones excepcionales para dar lugar a nuevas inversiones que generen empleo, inversiones, y una industria completamente nueva pero compatible con muchos recursos existentes.
Valorar
Pero además de estas condiciones, existe un factor clave adicional que incluso el sur de Chile no está en condiciones de ofrecer, y es un volumen de talento científico y tecnológico imprescindible a la hora de desplegar estos emprendimientos, que en el caso de la planta chilena tuvo que ser convocado desde Santiago en el mejor de los casos, la Argentina en algunos otros, o directamente desde Europa (con un traslado no menor a 24 horas) para los asuntos más específicos.
La Argentina dispone de centros de investigación de excelencia dependientes del Conicet, con 60 años de existencia llevando a cabo investigación y desarrollos aplicados para la industria química, petroquímica y petrolera, que pueden disponer de profesionales de clase mundial a solo unos minutos en remise de demora.
Apuntalado por estas capacidades también se dispone de un insumo que tiene un impacto muy positivo sobre los requerimientos energéticos y la sostenibilidad general de un posible emprendimiento: la existencia nacional de procesos industriales intensivos en emisiones de CO2 como la fabricación de Urea, donde hoy son venteados a la atmósfera y podrían reciclarse e integrarse a este proceso de una manera completamente realizable.
Actuar
El último componente quizá resulta el más desafiante de obtener en estos tiempos convulsionados, y es el de la seguridad jurídica, que sólo puede establecerse dando estatus de ley o incluso de acuerdo internacional a un compromiso que asegure los derechos de propiedad, las condiciones de exportación y el no cobro de derechos absurdos o el cerrojo sobre la libertad de los inversores de disponer de los dividendos de su inversión.
La Argentina dispone de una mesa del hidrógeno donde se trabaja la perspectiva de su desarrollo y fabricación, pero también se encuentra embarcado en una agenda que establece como prioritarios el desarrollo petrolero no convencional en Vaca Muerta o la extracción y procesamiento de litio en el norte del país, con destino de exportación o eventualmente industrialización local. Dos proyectos de enorme potencial, pero también desafiantes en términos de concreción, en riesgo de caducidad tecnológica por los cambios ya mencionados y sobre todo con la capacidad de imponer un velo sobre esta oportunidad tan concreta y específica para otras regiones del país, en un marco de tendencias inexorables vinculadas a la sostenibilidad.
Noticias como el cambio de la normativa europea representan un cambio realmente disruptivo, y ofrecen un “período de gracia” de 12 años para desarrollar una posición de privilegio en un mercado emergente de límites aún insospechados. Si el protagonismo no es encarado por el gobierno nacional deberán ser los provinciales o incluso municipales aquellos que lo que lo lleven adelante. Un nuevo Vaca Muerta, sostenible y sobre todo posible, nace ante nuestros ojos en nuestras costas ventosas, y queda en nuestras manos avanzar sobre la oportunidad.