La disciplina es practicada por cerca de 50 millones de personas en todo el mundo, según estimaciones oficiales; en nuestro país, llegó hace ocho años y por primera vez un equipo local competirá en un certamen internacional
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La Argentina va por una estrella más. En agosto, el equipo nacional de botes dragón viajará a Tailandia para competir en el Mundial de esta disciplina. Hace apenas ocho años se practica en nuestro país, luego de que emisarios de la Asociación Argentina de Botes Dragón decidieran instalarse en tierras sudamericanas. Esta será la primera vez que un equipo latinoamericano compite a nivel internacional, también será el estreno de la Argentina en esta competencia. El equipo, con sus historias a cuestas, viaja con una ilusión: el país que acaba de consagrase campeón del mundo en fútbol quiere un título más.
Paola, Noelia, Silvia Caruso, Silvia González y Elizabeth está en Escobar, provincia de Buenos Aires. Son amigas. Visten la camiseta albiceleste y sonríen al sol. Tras una intensa jornada de entrenamiento y con varios planes por delante, atienden a LA NACION por videollamada. Pese a que el invierno y las lluvias pegan con fuerza en esta época del año, ese día es particularmente primaveral. Una oportunidad ideal para remar y pensar en un Mundial.
Hay que remar adentro y afuera del bote. Esa es una premisa que pasa desapercibida cuando la charla se concentra en la disciplina pero que se deja ver cuando el momento es oportuno. Para cada una de ellas -y del resto del equipo que no participó de la entrevista- este deporte es mucho más que una actividad física e incluso es más, aunque suene difícil creerlo, que la oportunidad de representar al país en tierras extranjeras.
Noelia se quedó sin trabajo. Y entre lágrimas contó su historia. Le fue difícil hablar y a medida que recordaba “estos últimos quince días”, la voz se le quebraba. Tiene que empezar de cero, más aún cuando las necesidades económicas de este país demandan soluciones urgentes. Pero cuando se sube al bote y rema junto a sus amigas el tiempo se detiene. “Esto me está salvando, me saca adelante y los días se me hacen más amenos. Tenemos el objetivo del Mundial, voy a ir sin un mango, dejarlo todo y empezar la carrera cuando vuelva. Esta situación me duele un montón”, le comentó a este medio. Está motivada y pese a ese momento de quiebre, la sonrisa y el optimismo por lo que vendrá no se borran de su mente.
Los botes dragón y el Mundial que se avecina
Para los que no los conocen, un bote dragón se asemeja bastante con los Drakkar vikingos. Tienen la cabeza de un dragón -de ahí su nombre- en la proa, se mueven a remo y además de quienes reman, hay un timonel que guía la dirección. No tienen vela como sí los nórdicos, miden nueve metros (los más chicos, hay otros de 12,5 metros), tienen 116cm de ancho y pesan cerca de 150kg.
No se trata únicamente de remar. Acá empieza lo interesante. Arriba del bote chico (el que se usa para competencias) entran 12 personas: diez son “palistas”, es decir, los que reman; uno es el timonel y el restante es lo que se conoce como drummer que se encarga de marcar el ritmo de navegación con un tambor. Todos funcionan como un engranaje. La sincronía es la clave para avanzar y ganar competencias.
Según estimaciones de la Federación Internacional de Botes Dragon (IDBF, sus siglas en inglés), el deporte lo practican cerca de 50 millones de personas en todo el mundo siendo China el país con la cultura más longeva y una práctica de más de 2000 años. Si bien su uso recreativo es bastante conocido, un certamen internacional no es algo de lo que se hable todos los días.
Luego de una convocatoria abierta e internacional, Tailandia se prepara para recibir a Australia, Canadá, China Taipéi, Alemania, Gran Bretaña, Hong Kong, India, Japón, Macao, Malasia, Nueva Zelanda, Filipinas, Singapur, Suecia, China, Estados Unidos y, claro, la Argentina en lo que será el Mundial de Botes Dragón a celebrarse del 7 al 13 de agosto.
El bote y las palas serán otorgados por las autoridades internacionales a cada delegación. Sin embargo, pasajes y hospedaje corren por cuenta de los equipos. “Esto es todo a pulmón. Incluso estamos tratando de entre todos pagarle el pasaje a nuestro entrenador, que no puede comprarse el suyo”, explicaron las atletas. No obstante, resulta difícil para ellas ocultar la emoción. “Cantar el himno, representar al país... es muy emocionante”, comentó una. “Después de ganar el Mundial (de fútbol, en Qatar), la presencia de Argentina es muy esperada allá. Pensá que ellos a veces entrenan con la camiseta de Messi”, añadió otra.
Con sus historias a cuestas
Elizabeth perdió a su marido hace unos años. A Silvia le dijeron que ya estaba grande para competir en alto nivel. Silvia Caruso es un orgullo para sus nietos y Paola siente que finalmente logró encontrarse con el deporte, sin condiciones ni prejuicios. Todos los que forman parte de la delegación nacional tienen una historia para contar, pero todos luchan por el mismo sueño.
El viaje está cerca y lo único que piden es “apoyo, energía y ayuda para poder estar ahí”. Los emisarios de Tailandia ya visitaron Argentina y constataron sus identidades, antidoping de por medio, para certificar la participación nacional en la competencia. Viajarán dentro de poco y representarán no solo a la Argentina sino a Latinoamérica. “Aceptamos el desafío porque somos argentinos. Hay que ser muy valiente para esto”, se sinceraron.
En resumen, la disciplina tiene múltiples aplicaciones. Es usada por pacientes de cáncer de mama porque ayuda a evitar la generación de linfedema (un efecto secundario muy común en pacientes operados con vaciamiento axilar), tiene su práctica recreativa y se compite en distintas categorías. La Argentina viajará a Tailandia para asumir el desafío de competir en pistas de 200mts, 500mts y 2000mts con una sola meta: hacerlo en el menor tiempo posible y ganar la medalla de oro.
Lo harán en la categoría Open Premiere, dado que es un equipo mixto pero que no tiene la misma cantidad de hombres y que mujeres y con edades muy variadas.