Para elegir bien entre dos opciones de autos usados es necesario considerar múltiples variables que van a definir el estado de la unidad y sus posibilidades de durar más o menos con su futuro propietario; paso por paso, qué hay que fijarse
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En los primeros ocho meses del año se vendieron 1.114.700 autos usados, una suba del 3,95% con respecto a igual período de 2022 (1.072.343 unidades), de acuerdo con el último informe de la Cámara del Comercio Automotor (CCA).
En el país, con un contexto permanentemente marcado por las faltantes, demoras y todo tipo de limitantes, el de los usados es un mercado muchas veces más “simple” que el de los 0km. Se habla de un universo con blancos, negros, y muchos grises, en el que pueden encontrarse joyas, pero también “clavos” (más cuando no abundan las opciones). En este sentido, el kilometraje es una de las variables que, a simple vista, determinan el valor real de un vehículo, aunque nunca debería contemplarse de manera aislada, sino en conjunto con otras características que hacen al estado integral del rodado.
Naturalmente la lógica apunta a que cuantos menos kilómetros mejor, ya que un mayor kilometraje suele equivaler a una mayor antigüedad y, por ende, un mayor desgaste. Sin embargo, con los precios en máximos históricos, hay veces que no queda otra que optar por una opción con más calle encima. Las preguntas son entonces: ¿cuántos kilómetros son demasiados? y ¿hay excepciones a la regla?
El primer punto a tener en cuenta es que el kilometraje promedio por año de un auto se ubica en el rango de los 10.000 y 15.000 kilómetros. De manera que si un auto acumuló desde que comenzó a usarse un kilometraje muy superior a la media, significa que tuvo un uso excesivo. En líneas generales, el consejo es buscar coherencia entre el estado del auto y la cantidad de kilómetros declarados.
Los años de vida y uso de un auto se notan principalmente en el estado en el que se encuentran el tablero, volante, pedales, tapicería y llantas del vehículo. La atención puesta en estas partes permite diferenciar si el vehículo tuvo uso o abuso. Además, otro punto a considerar es que si el kilometraje “vendido” es bajo, pero alguna o varias de estas partes denotan mucha trayectoria, es posible que haya habido una manipulación del odómetro de por medio.
¿Mantenimiento mata kilometraje?
Al margen de que haya o no haya habido una adulteración del kilometraje, la posibilidad de conseguir un auto con más kilómetros encima por una cifra mucho más baja posiblemente quiera decir que va a haber que llevarlo a revisar -y arreglar- más temprano que tarde. Considerando que cada service es una inversión en sí misma, y puede llevar más tiempo del esperado, es importante no subestimar la carga de un kilometraje muy cargado, y no minimizar la importancia de que el auto esté en buen estado y haya cumplido con las revisiones y reparaciones pertinentes.
Mientras que algunos propietarios cumplen meticulosamente con el mantenimiento de sus rodados, desde cambiar el aceite y los filtros hasta controlar el sistema de frenos, escape y suspensión, entre otras cosas, otros le dan poca o nula cabida. Por eso, a la hora de ponderar la compra de un usado va a ser clave pedir el historial de su mantenimiento. Cualquier taller o concesionaria puede y debe poder conceder esta documentación y, además, es una buena forma de demostrarle al vendedor que se va a realizar un análisis riguroso antes de proceder con la compra. A través de estos papeles, por ejemplo, se puede demostrar si el auto conservó su carrocería, o chocó.
En esta línea de averiguaciones, también es pertinente preguntar por los gastos mensuales que requiere el vehículo y pedirle al vendedor dar una vuelta arriba del auto. Una vez adentro y en pleno ruedo, es mucho más fácil identificar fallas y comprobar que la apariencia superficial de los asientos, pedales, palanca, radio, tablero y demás elementos de la cabina sea coherente con el funcionamiento real del vehículo en la práctica. También es posible percatarse de cosas que, en frío, no hubiesen levantado sospechas, como puede ser sentir olor a nafta o a quemado, o escuchar un ruido extraño o particular.
En síntesis, frente a dos usados parecidos con diferente kilometraje -siempre y cuando se hable de una diferencia de entre 10.000 o 20.000 kilómetros entre uno y el otro- va a ser recomendable optar por la alternativa que cuenta con mejor mantenimiento en lugar de la opción con menos kilómetros encima. Si, en cambio, se habla de un auto con 50.000 kilómetros encima, frente a uno con más de 300.000, lo más probable es que el primero sea la mejor opción.
Aunque no hay un kilometraje establecido como el tope de un auto, llega un momento, dependiendo de cada modelo y el uso y cuidado que se le dio, en el que las revisiones y reparaciones empiezan a hacerse más recurrentes. Normalmente, sucede a partir de los ocho años o 100.000 kilómetros.
Otros aspectos a tener en cuenta
Otra variable que sirve considerar a la hora de comparar autos usados es el tipo de kilometraje que acumuló en sus años de trayectoria: urbano o rural. Ambas opciones tienen pros y contras. La primera suele significar un menor desgaste de la carrocería y sistemas vehiculares por el hecho de transitar rutas pavimentadas en lugar de caminos no pavimentados, irregulares o en mal estado, y estar menos expuestos a condiciones climáticas adversas.
Así y todo, existen otros tipos de desgaste característicos de la ciudad y no son menores: el desgaste del motor y transmisión, generado por las paradas y arranques frecuentes de los embotellamientos urbanos y, por otro lado, la posibilidad reiterada de daños a la hora de estacionar en zonas complicadas y con poco espacio.
En otras palabras: en un usado con kilometraje urbano hay que prestar especial atención al motor, transmisión e historial de choques, mientras que en un usado con kilometraje rural hay que prestar atención al desgaste externo e interno.
Como punto final, aunque no menos relevante, es fundamental asegurarse de que el auto usado de interés cuente con toda la documentación necesaria: matrícula vigente, documentos de propiedad y garantía del auto, facturas de impuestos, multas y deudas, el grabado de autopartes y VTV, entre otros.
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