Horacio Purriños fue el encargado de restaurar el motor V12 de 2 litros y 280 CV del modelo que usaron los pilotos en 1949 y que hoy está exhibido en el ACA; la reconstrucción le demandó siete años
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En 1949, el Automóvil Club Argentino formó un equipo para representar al país con dos Ferrari de la categoría “Fuerza Libre”, la predecesora de la F1. Una para Juan Manuel Fangio y la otra para Froilán González, quienes alternaron el manejo de los vehículos que con el paso del tiempo quedaron en desuso.
Años más tarde, uno de los dos autos fue comprado por un grupo inglés y el restante se utilizó como donante de piezas. “De este motor apenas quedaba el block y una tapa”, comenta Horacio Purriños, el especialista en motores Ferrari que llevó adelante la restauración. “Yo siempre admiré a ese auto y soñé con poder reconstruirlo. En cada viaje a Europa buscaba información y cuando encontraba uno lo estudiaba, le tomaba fotos y medidas”, dice.
A mediados de los 90′ el proyecto de restauración del V12 de 2 litros y 280 CV cayó en sus manos. Y así comenzó el minucioso y titánico desafío de diseñar y fabricar cada una de las piezas faltantes. Luego de siete años de trabajo, llegó el momento de ponerlo en marcha. “En las pruebas en banco todo parecía estar bien, pero distinto era hacerlo arrancar, que gire y enciendan los 12 cilindros…en fin. Y arrancó. Fue un momento increíble, mágico y ahí entendí que todo el esfuerzo, los sueños, las frustraciones y por todo lo que pasé, estaba pago”, comenta emocionado.
El obstinado motorista lo había logrado: el auto más importante de la historia del automovilismo argentino había renacido, y desde la casa matriz de la marca vinieron para certificar y aprobar oficialmente el trabajo. Hoy ese monoposto reposa en el museo de la sede central del ACA (en Balcarce hay una réplica) y el testimonio de la hazaña de Purriños se deja leer en una ficha técnica que corona el tótem que custodia el auto de color azul y amarillo.