Los superyates submarinos prometen convertirse en la nueva tendencia de exclusividad en el mundo del lujo; cómo son por dentro y por qué su creador los define como el “futuro de la navegación”
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En los distintos submundos de la sociedad las modas cambian constantemente. La evolución de las tendencias está influenciada por factores económicos, sociales, políticos, culturales y hasta por algunas celebridades que repercuten de distintas maneras en las distintas esferas.
La naturaleza de la moda, cíclica, significa también que los estilos del pasado a veces y a menudo vuelven a surgir reinterpretados. En la alta sociedad, donde el lujo es el estándar y la extravagancia lo esperado, hay un nuevo símbolo de estatus: los yates subacuáticos.
Ejemplos hay varios, pero hay uno que en los últimos meses salió a la superficie y hace ruido en el estadio: Migaloo Private Submersible Yachts.
Se trata de una firma austríaca dedicada al diseño y la fabricación de superyates, con un enfoque especial en los submarinos de alta gama. Su fundador y CEO es Christian Gumpold, quien explicó que la compañía nació como una respuesta a la creciente demanda de innovación y exclusividad en el mercado de los megayates.
“Nos damos cuenta de las tendencias y, en nuestra opinión, los superyates sumergibles abordan de manera efectiva las necesidades crecientes y nuevas de los propietarios y por eso son el futuro de la navegación”, manifestó Gumpold en un diálogo con el medio británico The Sun.
En este sentido, claro está que el producto estrella de la empresa es el Migaloo M5, un híbrido entre un yate gigante deluxe y un submarino, que cuenta con suites VIP, gimnasios de última generación y spas completos, entre otros detalles.
Puede aguantar cuatro semanas abajo del agua
El diseño de la embarcación presenta un exterior blanco con acentos negros, quizá reminiscentes de la ballena jorobada de la cual la firma obtiene el nombre. Tiene una extensión de 165,8 de eslora, 23 de manga y una capacidad de hasta 40 pasajeros, incluyendo a la tripulación y el personal.
El corazón de su funcionamiento está equipado con un sistema diésel eléctrico avanzado con AIP (Air Independent Propulsion), que le permiten una velocidad máxima de 20 nudos en superficie (equivalente a 37 km/h) y 12 nudos en inmersión (12 km/h): prestaciones poco habituales en una nave de tal tamaño.
Además -este es uno de los puntos que destacan sus creadores- tiene una capacidad de inmersión de hasta 250 metros y puede mantenerla durante cuatro semanas.
“Creemos que los yates a motor y los yates de vela no pueden satisfacer completamente las demandas cada vez mayores del propietario moderno”, planteó Gumpold. “Las necesidades de los propietarios de superyates para sus embarcaciones son más complejas que nunca”. Según el directivo, los compradores ya no buscan solo rendimiento, tamaño y diseño, sino que también priorizan la privacidad, seguridad y protección para ellos mismos, sus invitados y sus objetos de valor.
Amenities a otro nivel
Puertas adentro, las representaciones del M5 muestran una explosión de dorado con un estilo barroco aggiornado, cargado de adornos, barandillas, obras de arte, taburetes y espejos; aunque también con televisión, internet vía satélite y muros táctiles interactivos.
Cuenta con suites VIP, una sala de cine, un gimnasio de última generación y un spa con múltiples jacuzzis. También está equipado con equipos de buceo, jet skis, kayaks y minisubmarinos, y, por otro lado, una pista de aterrizaje para helicópteros.
Nuevo concepto de opulencia
Aunque su futuro ya es un hecho -Migaloo está aceptando pedidos para la embarcación-, el M5 todavía no es una realidad tangible.
En cuanto a su valor de venta, Gumpold explica que va a depender de la personalización de cada cliente. “No hay una suma específica del proyecto, ya que cada diseño se desarrolla en estrecha colaboración con los clientes y sus deseos únicos e individuales. En general, los superyates de más de 150 metros tienen un volumen de proyecto de varios cientos de millones de euros. El M5 cae en esta categoría”, dijo en un diálogo con Architectural Digest.
Desde el sector estiman que el valor de base de la nave sería de 2000 millones de euros.