Cómo son los aviones que usan los mandatarios y qué historias tienen detrás; el impensado origen del portugués, la polémica mexicana y el potente estadounidense
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Desde que el Tango-01 quedó desafectado en 2015, la Presidencia argentina dejó de tener un avión insignia para los vuelos oficiales hasta que el presidente Alberto Fernández confirmó este año la compra de un Boeing 757-256, modelo fabricado en el 2000 y reconvertido a VIP en 2012, pintado de color celeste.
¿Cómo son los aviones presidenciales de otros estados? Hay casos curiosos, polémicos y llamativos. Mega fortalezas que vuelan y flotas enteras dedicadas a primeros mandatarios y sus comitivas. Existiendo tantas opciones, estos son algunos de los más llamativos o cuyas historias curiosas son dignas de ser mencionadas.
Estados Unidos: el famoso Air Force One
La lista la encabeza el más famoso pero que tiene una curiosidad que pocos conocen. En realidad, no existe tal cosa como “Air Force One” referida a un único avión sino que es el término que se utiliza para “designar cualquier aeronave de la Fuerza Aérea que lleve al presidente a bordo”, explican desde la Casa Blanca. En la actualidad, ese nombre hace referencia a dos aeronaves de la serie Boeing 747-200B con los códigos 28000 y 29000, ambas equipadas para trasladar al mandatario estadounidense y con las mismas características mecánicas.
Estos aviones son fáciles de identificar gracias a la insignia de la Presidencia de los Estados Unidos, la bandera de dicho país y una aclaración extra: “United States of America”. No quedan dudas. En cuanto a sus capacidades, es una de las aeronaves más potentes de la actualidad. En primer lugar, tiene capacidad de recarga a mitad del vuelo, “alcance ilimitado y equipos electrónicos endurecidos para proteger en contra de las pulsaciones electromagnéticas”, detallan. “El Aire Force One funciona como un centro de comando móvil en caso de que haya un ataque a los Estados Unidos”, añadieron.
El apartado de comodidades también es digno de mencionarse. Cuenta con una suite para que el presidente descanse, un salón de conferencias y una oficina así como suite médica “que puede funcionar como salón de operaciones” y un doctor a bordo en todo momento. Habitaciones para sus acompañantes, baños y dos áreas de cocina que “pueden alimentar hasta a 100 personas al mismo tiempo”. Como curiosidad extra, en Estados Unidos suelen enviar varios aviones de carga delante del Air Force One para “proveerle al presidente los vehículos y servicios que necesita en ubicaciones remotas”.
Rusia: un “secreto de Estado”
En una línea similar se mueven desde el otro lado del mundo. La flota presidencial rusa está compuesta por cinco aeronaves siendo la más destacada la versión modificada del Ilyushin Il-96 que adoptó, gracias a las remodelaciones, la denominación Ilyushin Il-96PU. Si bien se lo considera uno de los más seguros y completos del mundo, el equipamiento de la aeronave operada oficialmente por la aerolínea estatal Rossiya es un misterio. “Toda la información técnica sobre el proyecto cerrado es un secreto de Estado”, explicaron desde la cadena local NTV Mir en 2002. Motivo por el cual, aún al día de hoy, genera cada vez más curiosidad.
“No es solo una suite, es un panel de control y una oficina en el aire”, sintetizó Oleg Glushkov, diseñador jefe adjunto de la aeronave en ese mismo año. Tal como se mencionó, la aeronave fue rediseñada para uso presidencial y sus especificaciones técnicas también están resguardadas. Sin embargo, medios especializados se animan a aventurar que no difiere mucho de la versión original, aquella que tenía 11.000 kilómetros de autonomía y una velocidad crucero de 900 kilómetros por hora. Especificaciones que seguro habrán aumentado gracias a los avances tecnológicos de los últimos años.
Alemania y su nueva flota
Cuando Angela Merkel viajó a la Argentina para la cumbre del G20 en 2018, el avión que la trasladaba sufrió un problema mecánico que implicó planear una nueva logística. Fue a partir de ese hecho, según citaron desde el portal alemán Deutsche Welle, que las autoridades gubernamentales germanas decidieron iniciar la compra de una flota nueva. El nuevo avión insignia, el Airbus A350-900 XWB, fue entregado por Lufthansa Tchnik en 2020 para luego ser modificado por técnicos oficiales para transformarlo en el primero de una serie de tres aeronaves VIP para traslado oficial.
La flota total es de tres aviones cuyas partes fueron fabricadas en territorio alemán para luego ser ensambladas en Francia. Este movimiento buscó “ofrecerle al gobierno un avión moderno y eficiente para representar a Alemania en el extranjero”, sintetizaron desde el portal Business Insider. Como dato extra, este modelo de avión tuvo su debut comercial oficial de la mano de Qatar Airways en 2015.
Portugal: el curioso origen de su aeronave
Una de las historias más intrigantes en términos de aeronaves oficiales es lo que ocurre con un avión de la flota oficial portuguesa. Según las versiones que recorren los portales dedicados a la cobertura de estos temas, el nuevo Falcon 900B que se incorporó a la Fuerza Aérea Portuguesa tendría antecedentes criminales. Acorde a las explicaciones que recorren esos portales, el avión fue incautado en Brasil cuando, en medio de una parada obligada por desperfectos técnicos, se encontraron 500kg de droga en el fuselaje.
Tras varios movimientos de dinero, deudas saldadas y el traspaso oficial, el Falcon 900B quedó bajo el ala de la Esquadra 504 Linces, un escuadrón de transporte especial que puede trasladar, entre otras funciones, autoridades militares y funcionarios gubernamentales portugueses. “Este nuevo avión aumenta la capacidad de transporte estratégico del Ejército del Aire en misiones de traslado. La aeronave se encuentra en fase de disponibilidad operativa y se espera que pronto comience a ser operada por los Linces”, señaló la Fuerza Aérea de ese país en un comunicado en febrero último.
México: el avión que nadie quiso y compró Tayikistán
El Boeing 787-8, más conocido como Dreamliner, pasará a la historia por los extraños idas y vueltas que vivió en México y el mal negocio que resultó para ese país. Lo compró Felipe Calderón en 2012 a poco tiempo de dejar el poder y lo pagó US$218 millones. De primera línea, tiene una autonomía de 13.000 kilómetros, 20 horas de vuelo, capacidad de 80 pasajeros más la tripulación y 57 metros de longitud. Una bestia con alas. Fue recibido por Enrique Peña Nieto en 2016, años después de la compra original, y lo usó por un poco más de dos años. Sin embargo, una de las promesas de campaña de Andrés Manuel López Obrador era venderlo. Lo consideraba “ofensivo” para un país con más del 45% de pobreza.
“No vamos a malvender el avión”, decían sus funcionarios. La suma que habían pagado era muy abultada y el objetivo era que no se fuera “a un precio de venta menor al del mercado”, como dijo Jorge Mendoza, director general de Banobras, el Banco de Obras y Servicios Públicos de México. Su precio fue fijado en US$100 millones y cuando quiso venderse quedó varado en los Estados Unidos costándole al gobierno mexicano US$1,7 millones extra por el inconveniente.
Como no se conseguía comprador y el objetivo era deshacerse de la aeronave, incluso se llegó a rifar a toda la población. El costo de una rifa era de 500 pesos mexicanos y se estimaba recaudar US$160 millones. Lo que nadie tenía en cuenta es que quien la ganara terminaría en la ruina porque debía pagar los costos de mantenimiento así como un hangar para guardarlo. Una millonada inviable que terminó con un cambio de decisión: ya no se rifaba el avión sino 100 premios de 20 millones de pesos mexicanos cada uno.
El gasto por esta aeronave no paraba y la decisión de venderlo se había convertido en un calvario. Fue ofrecido a la Argentina, se lo puso en alquiler para fiestas y finalmente, después de tanto intentar, consiguió comprador. Hace poco, la agencia de noticias internacional Reuters difundió que el avión presidencial de México fue vendido al gobierno de Tayikistán por una suma cercana a los US$92 millones. En cuanto al traslado del mandatario mexicano, desde que asumió la presidencia López Obrador se hacen en vuelos comerciales.