El reciente GP de Gran Bretaña fue el evento deportivo con mayor convocatoria desde el comienzo de la pandemia y contó con muchas atracciones; ¿cómo se vivió afuera el drama y el suspenso en la pista?
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SILVERSTONE.– Anthony está exultante. Llegó al Gran Premio de Gran Bretaña en helicóptero, a las 8 de la mañana, y no tardó en beber su primera copa de vino blanco. Su entrada, que incluye traslado al predio, comida, barra libre y estadía en uno de los hoteles de la zona, fue un regalo por su cumpleaños número 70, cortesía de su mujer. Ella hincha por su compatriota, Lewis Hamilton (Mercedes); él, por el holandés Max Verstappen (Red Bull). Extrañaban la carrera de Silverstone, cancelada en 2020 por la pandemia del coronavirus. “La espera valió la pena. No nos pudo haber tocado un día más maravilloso”, se emociona Anthony.
Y tiene razón. Ese domingo 18 de julio hubo 31 grados y el cielo estuvo casi completamente despejado, combo atípico en el fresco y húmedo verano inglés. Fue el primer evento deportivo desde que comenzó la pandemia en recibir tantos espectadores (más de 140.000, sólo el domingo). La escena era realmente increíble, sobre todo en tiempos de Covid: miles de autos, camionetas, casas rodantes, motocicletas y demás vehículos se amontonaron en el extenso campo que rodea Silverstone. Había Ferraris, Bentleys y Aston Martins, pero también, modestos Ford y Volkswagen. Hombres, mujeres y niños sin barbijo se acercaron a los molinetes en diferentes puntos del autódromo. Muchos habían acampado el fin de semana; otros, fueron solo por el día. El único requisito para ingresar al evento era presentar evidencia de vacunación completa, o una prueba negativa de coronavirus.
Lo primero que nota quien pisa un circuito de Fórmula 1 por primera vez es el olor a neumático quemado. Lo segundo, la velocidad: sacar la vista del trazado, incluso por dos segundos, puede significar perderse un choque, adelantamiento u otro punto de inflexión en la carrera. Congelar un momento en una foto es casi imposible, sobre todo en las curvas. Debajo de las gradas, es el oído (no la vista) el que anticipa que un relámpago está a punto de pasar a más de 350 kilómetros por hora. Las sensaciones se vuelven más intensas si se tiene en cuenta que Silverstone funcionó como aeródromo durante la Segunda Guerra Mundial, con tres pistas de aterrizaje aún identificables en el formato actual. El legendario circuito se encuentra, además, en plena cuna del automovilismo: seis de los diez equipos actuales de Fórmula 1 tienen código postal en Inglaterra.
Para Ferrari, Silverstone es mucho más que eso. Ese domingo, antes de la carrera, la escudería italiana festejó el 70° aniversario de la primera de sus 238 victorias en Fórmula 1, más que ningún otro equipo. La hazaña había ocurrido en esta misma pista, el 14 de julio de 1951, con el argentino José Froilán González al volante. Para conmemorar el hito, la marca del Cavallino Rampante remodeló la Ferrari 375 F1 con la que “El Cabezón” cruzó la meta siete décadas atrás. El ejemplar rojo viajó desde Maranello a Silverstone, donde Charles Leclerc encendió su motor de 12 cilindros. Un rugido, más que un zumbido, lo acompañó durante todo el recorrido por el trazado. “Fue increíble. Me duelen las manos, pero lo disfruté mucho. Es una sensación completamente diferente, y aunque se vaya más despacio, la sensación de peligro es mayor”, declaró el monegasco al bajarse del histórico monoplaza.
La fiesta continuó con un espectáculo de los Red Arrows, el grupo acrobático de la Real Fuerza Aérea británica (RAF, por sus siglas en inglés). Hábiles, rápidos y precisos, los aviones pintaron el cielo con humo blanco, azul y rojo. Dibujaron líneas rectas, curvas y corazones. El público contenía el aliento cada vez que dos naves se enfrentaban a toda velocidad para esquivarse segundos antes de la colisión. Interesante analogía entre estas máquinas voladoras y sus pares terrestres, y acertado preludio para la carrera que no tardaría en comenzar.
Tensión, polémica y sorpresa
La carrera arrancó a las 3 de la tarde. Anthony se ubicó en las gradas del Ignition Club, con vistas a seis de las 18 curvas del circuito: Maggotts, Becketts, Farm Curve, Village, The Loop y Aintree. “¡Vamos, Max!”, exclamó, al ver que Verstappen tomaba la delantera. Pero Hamilton le pisaba los talones y en la primera vuelta, sobre la curva Copse, un choque sutil dejó al piloto de Red Bull y actual líder del campeonato fuera de competición. Hubo gritos de sorpresa. Un espectador se lamentó, y con un dejo de morbo, declaró: “Si me hubiera quedado abajo, habría visto el golpe bien de cerca”.
Bandera roja. “¿Qué está pasando?”, pregunta Anthony, que con cada movimiento, vuelca un poco de vino. Alguien le explica que el evento quedó suspendido por unos 35 minutos. Su mujer suele relatarle lo que ocurre fuera de pista–él está casi sordo–pero, esta vez, Susan se quedó en la comodidad del salón VIP, al resguardo del aire acondicionado. Agobiado por el calor, el público se levanta y va en busca de más cerveza. Los que se quedan en las gradas debaten si el choque fue culpa de Hamilton o de Verstappen. El inglés recibe una penalidad de 10 segundos por haber causado la colisión. La mayoría de los presentes abuchea la sanción; algunos, la festejan.
En medio de la polémica se reinicia la carrera. Leclerc (Ferrari) lidera el pelotón. Le lleva 102 segundos de diferencia a Hamilton en la vuelta 23. El heptacampeón mundial está en cuarta posición, detrás de Valtteri Bottas (Mercedes) y Lando Norris (McLaren). Emprende una persecución feroz y acorta la brecha. Queda segundo, detrás de Leclerc. En las gradas, el público se levanta. Anthony no necesita que le relaten lo que está a punto de pasar: faltando dos vueltas para la bandera a cuadros, el piloto de Mercedes adelanta a la Ferrari. El hecho ocurre, nuevamente, en la curva Copse. Gritos de emoción, saltos y aplausos silencian el zumbido que emana de la pista. Es el octavo Grand Prix británico para Hamilton, que suma 100 pole positions y 99 victorias, record en la historia de la Fórmula 1. Recorta así la diferencia con Verstappen de 33 a 8 puntos (tienen 177 y 185, respectivamente).
“Peligroso, irrespetuoso y de comportamiento antideportivo,” lo calificó el holandés, vía Twitter. “Siempre voy a correr duro, pero de manera justa”, se defendió el inglés, que flameó la bandera británica desde lo más alto del podio. Los pilotos vuelven a encontrarse este fin de semana, en el Gran Premio de Hungría.
Más controversia
Otro elemento que generó polémica en Silverstone fue la novedosa prueba clasificatoria sprint, que debutó el sábado anterior a la carrera. Diseñado para ofrecer un espectáculo corto y veloz, el formato se corrió en 100 km (17 vueltas) y duró unos 30 minutos. Verstappen salió primero y acumuló tres puntos. Hamilton, segundo, se llevó dos, y Bottas, en tercer lugar, sumó uno. Los resultados determinaron la grilla de la carrera dominical.
El expiloto irlandés John Watson, que habló en el Ignition Club de Silverstone, elogió la introducción de un elemento que le quitará previsibilidad al evento (ver John Watson: La Fórmula 1 es maravillosa). Corajudo, Anthony desestimó la visión de Watson y rechazó la modalidad. “Pone a los mejores autos bien adelante y a los peores más atrás. Una clasificación permite que se mezclen un poco más”, comentó, entre copas.
El nuevo formato de clasificación se probará en otros dos circuitos a confirmar, aunque se habla de Monza, en Italia, y Estados Unidos. “Otros trazados, como el de Hungría, Mónaco y Singapur, serían casi imposibles para un sprint”, opina Anthony.
Público femenino y efecto Netflix
Unas 365.000 personas visitaron Silverstone en todo el fin de semana. Entre la audiencia, una chica de 13 años contó que viajó con su papá y sus hermanos desde Estados Unidos para ver a su piloto favorito, Lando Norris. A simple vista, el público del circuito sigue siendo mayoritariamente masculino. Pero este año habrían asistido más mujeres que en otras ocasiones. “No tenemos datos demográficos que lo confirmen, pero definitivamente estamos viendo un público más joven y diverso en la F1”, explica un miembro del equipo de comunicaciones de Silverstone.
La tendencia podría estar relacionada con el boom de la serie Formula 1: Drive to Survive, de Netflix. El show, que documenta el detrás de escenas del deporte, fue número uno en marzo último, según el sitio FlixPatrol, que produce un ranking con las series y películas más vistas del mundo. La cadena televisiva Sky, por su parte, reveló que el Gran Premio de Bahrein, primera carrera de 2021, registró 2,23 millones de espectadores, un 31% más que los 1,51 millones de personas que sintonizaron la carrera de apertura de campeonato del año pasado.
Stephanie, que vio la prueba del viernes desde el Paddock Club de Silverstone, se volcó a la serie después de los hechos de ese fin de semana. “El drama es increíble. Voy por la segunda temporada”, explica. “La serie me terminó de enganchar. Me conectó con el fanatismo de mis abuelos, mi mamá y mi tío”, comparte Victoria, que no pudo ir a la carrera.
Se tarda más de una hora en salir del autódromo. Son otras dos horas en auto hasta Londres. Para Anthony y los miles de espectadores que presenciaron el regreso de la Fórmula 1 a Silverstone, no habrá demora que empañe el fantástico espectáculo de ese fin de semana.