La Era Eléctrica se mostró como nunca antes en la exposición germana; varios concept cars y hasta algunos modelos de producción exhibieron las tendencias estéticas y funcionales que le dan identidad propia
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Tiene un diseño moderno” debe ser una de las frases más usadas en las presentaciones de nuevos modelos de autos. Tal es así que –como sucede con muchas otras palabras y expresiones–, se ha vaciado tanto de sentido que termina siendo más una muletilla que una verdadera valoración.
Hay que reconocer que la palabra “moderno” tiene un significado complejo y es permeable a un uso muy subjetivo. En el mundo del arte, por ejemplo, siempre ha sido sujeto de controversia. También en el campo de la filosofía (sobre todo cuando deriva en el sustantivo “modernidad”). Pero más allá de las disquisiciones etimológicas o filosóficas, una manera que creo que todos tenemos para reconocer algo moderno –bastante intuitiva por cierto– es cuando hace que lo existente, lo actual, lo acostumbrado, empiece a quedar atrás.
Esto es un poco lo que está pasando en el diseño automotriz en la actualidad, y que tuvo una expresión muy evidente en el reciente Salón de la Movilidad de Munich (que reemplazó al tradicional Salón del Automóvil de Frankfurt). Después de mucho tiempo de espera –y muchos ensayos de prueba/error en el camino– ya hay ciertas tendencias estéticas que se van consolidando para acompañar la nueva Era Eléctrica en la industria del automóvil. Estamos en presencia de una nueva modernidad.
Audi: tiempo de cambios
El Audi grandsphere concept es un gran ejemplo de esta necesidad de acompañar los profundos cambios que se están dando en la industria con un punto de quiebre estilístico. Para una marca tan conservadora como Audi, en la que los cambios de diseño de una generación a otra para cada producto se realizan en forma homeopática, el grandsphere concept anuncia una ruptura total hacia el futuro. Este gran sedán deportivo –más largo incluso que un A8 actual– es realmente espectacular, pero es difícil “reconocerlo” como un Audi. Desaparecen las formas “duras”, tan típicas de la marca, para dar paso a otras mucho más fluidas con transiciones muy suaves entre las distintas superficies. Y lo más llamativo: hay un cambio radical en el diseño frontal, con la parrilla totalmente ubicada por debajo de la línea de base de las luces, un esquema que recuerda mucho a los Peugeot de hace unos años. Lo más llamativo es la formidable parte trasera, muy empinada y con un original remate del techo en voladizo. Es muy probable que Audi lleve a producción este auto (con las modificaciones del caso, por supuesto) para convertirlo en su nuevo buque insignia. Pero lo más importante es su función como punto de partida para un nuevo lenguaje de diseño que se verá en los futuros modelos con los cuatro anillos. Habrá que acostumbrarse al cambio.
Mercedes: adiós al “diseño premium”
Mercedes-Benz presentó varias novedades en Munich, incluidos dos concept cars (un anticipo de la futura versión eléctrica de la Clase G y un SUV de superlujo bajo la submarca Maybach). Pero lo más destacado en términos de diseño fue el EQE de producción, el equivalente 100% eléctrico del Clase E, el clásico sedán ejecutivo de marca. El EQE es un típico ejemplo de vehículo que aprovecha al máximo las ventajas de una plataforma eléctrica y eso se manifiesta en sus proporciones, con las ruedas ubicadas bien en los extremos de la carrocería (lo que deja voladizos muy cortos), un capot relativamente chico (ya que no hay motor que albergar) y una cabina del mayor tamaño posible.
Desde el punto de vista de la habitabilidad y el confort, es una configuración óptima. Pero desde una perspectiva estética, implica abandonar el esquema de capot largo-cabina retrasada que durante décadas ha venido definiendo las proporciones de los grandes sedanes de prestigio. El resultado es una silueta un tanto amorfa, que remite más a cualquier sedan generalista que al refinado Clase E de siempre. Y además de eso, el EQE tiene algunos detalles de esos que nos hacen rechinar los dientes a los que gustamos del (buen) diseño. El más notorio son las líneas de cierre del capot (que en rigor de verdad no se abre, ya que no hay “baúl delantero”) que aterrizan en diagonal sobre el pasarruedas delantero. Debe haber buenas razones constructivas para que esto sea así, pero estéticamente luce bastante amateur. Evidentemente, Mercedes está poniendo mucho más sus fichas en la experiencia interior de sus autos de alta gama.
BMW: un poco de futurismo
El diseño más conceptual (o “fantasioso”) no estuvo ausente en Munich, y vino por el lado de BMW. El concept car i Vision Circular llamó mucho la atención por su aspecto disrruptivo, que responde a la visión para 2040 de un vehículo 100% reciclable, incluidas las baterías (algo que parece muy improbable situados en la tecnología actual, pero justamente la función de estos concepts es ampliar el rango de lo imaginable). Más allá de gustos particulares, el i Vision Circular resulta interesante, como toda cosa novedosa que aporta ideas distintas. No es tan chico como parece en las fotografías, pero aun así luce como un pequeño insecto mecánico, perfectamente imaginable en un contexto urbano de ese futuro no tan lejano.
Un detalle particular es la forma en la que los tradicionales “riñones” de la parrilla (que ya no es tal) se integran con las luces, dando lugar a una apariencia de bigote “moustache” (o los ojos de algún insecto anfetaminizado, según como se “lea” la cara del auto). Considerando las dificultades que BMW viene teniendo para aggiornar su característico diseño frontal a los tiempos actuales, toda nueva idea es bienvenida...
Electromovilidad económica
Una de las grandes sorpresas fue el Volkswagen ID.Life Concept, que supuestamente anticipa el nuevo rumbo que tomará el diseño de los autos chicos de VW. Igual que lo que sucede con Audi, es un cambio radical con respecto a los modelos actuales de la marca, incluidos los nuevos eléctricos de la serie ID. Lo que más llama la atención son los volúmenes tan marcados, con un parabrisas con poca inclinación y una trompa muy cuadrada.
Sus líneas simples y su gráfica frontal digital-minimalista le dan un aspecto simpático que combina bien con la silueta fornida. El uso de texturas en el exterior también es novedoso (tiene una especie de “salpicré” en los paneles de la carrocería), que podría tener que ver con el uso de materiales reciclados para reducir el costo. Porque lo más destacable del ID.Life (que promete llegar a producción para 2025) será justamente su precio: menor a los 20.000 euros, para cumplir con el compromiso de VW de convertir a la movilidad eléctrica en algo accesible.
Renault: nuevos formatos
Otro auto de serie que despertó grandes expectativas es el nuevo Renault Mégane E-Tech, el sucesor natural del actual Mégane IV, que ahora pasa a ser 100% eléctrico. El nuevo Mégane no propone un estilo demasiado disrruptivo (podría considerarse un diseño “de transición”), pero sí confirma la tendencia de los nuevos hatchbacks europeos hacia la “suvización”, que no es más ni menos que una posición de manejo un poco más alta (en este caso ni siquiera estamos hablando de un mayor despeje del piso). Es algo que tiene mucho sentido porque, entre muchas otras razones, permite “empaquetar” las baterías en el piso del auto, bajo el habitáculo.
Una característica llamativa del nuevo Mégane E-Tech es el diseño de la parte inferior de la parrilla, con esas dos puntas de flecha invertidas que la enmarcan; sobre todo porque en algunas versiones están pintadas de un color distinto del resto de la carrocería. Es un detalle bastante raro, “color sensitive” (expresión que se usa cuando el resultado varía mucho de acuerdo al color), que habla de las dificultades que tienen los diseñadores para lidiar creativamente con las trompas cada vez más altas de estos nuevos formatos.
Smart y Genesis: la nueva modernidad
Los últimos dos autos de este análisis son los que –en mi opinión– mejor reflejan los patrones de diseño que se están consolidando en esta “nueva modernidad”, basada en la propulsión eléctrica. Uno es un concept car –el smart concept #1– y el otro –el Genesis GV60–, es un auto de producción, ambos propulsados por motores eléctricos. El smart es un SUV compacto que implica un claro reposicionamiento de la marca en el Grupo Daimler, que pasaría a ser algo así como la “MINI de Mercedes”. El Genesis es un SUV bastante grande, aunque no lo parece a la distancia (o en fotos), porque sus proporciones son similares a las de un hatchback chico o mediano.
Más allá de sus diferencias en tamaño y proporciones, ambos resumen varios de los elementos que muy probablemente se conviertan en tendencia. Para empezar, la limpieza formal y cierta vuelta a un tipo de diseño más “orgánico” (que recuerda un poco al “biodesign” de los años 90). Esto significa un gran cambio con respecto a las superficies más “técnicas”, que todavía son predominantes en estos días, y que se caracterizan por estar muy intervenidas por líneas y pliegues marcados, dando cuenta de la participación de máquinas de precisión en su generación (los autos del Grupo VW de la actual generación son un buen ejemplo de esto). El frontal de ambos modelos también comparte la ausencia de una parrilla; o mejor dicho, el desplazamiento de esta a una posición inferior, lo cual tiene mucho sentido porque lo que hay que refrigerar son las baterías que están en el piso del auto.
Pero más allá de una enumeración de detalles, el resultado es que son autos mucho más “amenos” en su expresión general, e implica un giro importante desde la agresividad y extrema “robotización” de los autos actuales (que seguramente seguirá vigente para los modelos más deportivos y algunas pickups). Esto puede leerse como un síntoma del cambio que la industria automotriz está transitando hacia un rol menos negativo con el medio ambiente, y por ende con las personas.
Si la nueva modernidad tiene formas más amables, bienvenida sea.
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