El motociclista mendocino fue uno de los 27 argentinos que disputó la clásica competencia. Lo hizo en la categoría Original by Motul (antes Malle Motos), la cual se desarrolla sin equipo de asistencia. En su segundo intento, logró finalizar la prueba
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Desde el primer día en el que la caravana del Dakar pisó suelo argentino hacia finales de 2008 para la edición 2009, el público demostró que, aunque no fuera su territorio original, la pasión por el deporte motor y por esta prueba en sí era realmente muy grande. Los caminos con miles de fanáticos esperando por el paso de los competidores, muchos de ellos compatriotas que año tras año fueron siendo más, era un cabal reflejo de eso.
Tras tener como escenario los terrenos sudamericanos por más de una década –los argentinos específicamente en 10 ocasiones–, desde 2020 el factor económico, principalmente, llevó al Dakar a cambiar nuevamente de rumbo. Tras correr en África, Europa y Sudamérica, llegó el turno de Medio Oriente con Arabia Saudita que se convirtió en el trigésimo país en ser anfitrión de la mítica prueba, el segundo en tener la totalidad de la exigencia dentro de su frontera tras Perú 2019. La distancia y con ella el marcado incremento en el costo, provocó que muchos de los compatriotas que formaban parte de la competencia tuvieran que bajarse. Y otros a cambiar de categoría.
Eso le sucedió a Matías Notti. Tras debutar en 2019 (abandonó en la sexta etapa), este año decidió redoblar la apuesta. El mendocino de 45 años, afrontó la prueba en la categoría Original by Motul (ex Malles Motos), la cual tiene la particularidad de que los competidores no cuentan con asistencia, es decir son sus propios mecánicos a lo largo de la competencia. Este año solo 33 pilotos (entre motos y cuatriciclos) fueron parte de ella, siendo Notti el único argentino en las dos ruedas (el chaqueño Carlos Alejandro Verza fue el único que lo hizo en Cuatriciclos).
“Es un desafío enorme, pero creo que se trata de volver a las fuentes del Dakar; correr sin asistencia, haciendo todo uno mismo como fue en los orígenes de esta legendaria carrera. En mi caso aposté a tener moto nueva (N. de la R.: KTM Rally 450) y traté de cuidar al máximo en cada etapa para no tener que hacer grandes arreglos. Es decir, mi idea era hacer todo solo, buscar mi propia carrera y si algo salía mal yo mismo iba a ser el único responsable”, le relata a La Nación el piloto cuyano quien concretó su objetivo de dar la vuelta.
Uno de los principales desafíos que presenta a diario el Dakar, además de su extensión y dificultad, es saber adaptarse a las condiciones de los caminos que varían en cada etapa, las cuales recién se conocen el día anterior cuando el fogón clásico se enciende en cada campamento y se realiza el briefing entre las autoridades del Dakar y los pilotos. Notti padeció la dureza del tercer parcial y sus consecuencias las conllevó hasta el final. Y más. “Tuve un accidente a baja velocidad en una duna cortada y eso me costó cuatro costillas fracturadas. A partir de ahí podía abandonar o buscar la forma de seguir. Ese día me pasaron todos por lo lento que hice la etapa… Pero bueno, con tranquilidad y algo de medicación a la siguiente jornada me subí a la moto para afrontar la etapa 4. En esa etapa fui más despacio que muchos, pero navegando tranquilo, y logré recuperar como 25 puestos ya muchos se perdieron. Eso tiene el Dakar: te da revancha y no siempre gana el que va más rápido”, expresa el motociclista quien aún tiene dolencias que le recuerdan la dureza de la competencia.
Aunque concretó el gran objetivo de completar la prueba, le quedó el sinsabor de que este año no pudo llevar adelante su misión solidaria, esa que lo distinguió en el Dakar 2019 y también en el 2° South American Rally Race 2021, la competencia que busca suplir la vacante que dejó el Dakar en suelo sudamericano. “Cuando empecé con esta actividad en Mendoza me involucré para tratar de unir la pasión del deporte con algún fin solidario. Con el grupo que salíamos a andar en moto o en bicicleta, mezclábamos la aventura deportiva con el poder ayudar. Hacíamos travesías a puestos en la precordillera llevando alimentos no perecederos, abrigo, lo que sea. El modo en el que te reciben te hace ver la vida de otra forma. Eso lo seguí practicando cuando vine a vivir a Buenos Aires con la gente que vive en situación de calle”, cuenta.
El proyecto en el que trabaja incluye sumar empresas que dentro de su plan de responsabilidad social puedan colaboran con aportes de alimentos, útiles escolares, materiales de construcción, ropa, frazadas, colchones, y más. De ese modo, con el pasar de los días de competencia, esas donaciones son entregadas en diferentes lugares, generalmente carenciados, tratando de mejorar la calidad de vida de estos. Así hizo en el Dakar 2019 y en el SARR.
Una vez confirmada su presencia en el Dakar 2022 Notti buscó las alternativas de poder llevar su proyecto consigo, pero no resultó. “Lo intenté, pero no tuve respuestas. Es difícil por la parte cultural. Igual, más allá de que ahora el Dakar se corra allá me gusta hacer cosas acá para motivar a los chicos a que hagan deportes y no que caigan en la delincuencia o las adicciones”, reconoce el mendocino quien no abandona su compromiso solidario.
Llegar al campamento, una victoria diaria
El solo hecho de disputar el Dakar representa una gran exigencia. Hacerlo en la categoría motos es todavía más difícil, y participar en la división sin asistencia (equipo) le agrega ese plus que completar cada etapa signifique una victoria. “El mayor desafío es lograr completar cada etapa y tener las energías suficientes para poder mantener y reparar la moto para afrontar el siguiente día. Recuerdo que, por suerte, terminaba cada etapa de día, pero después tenía que afrontar un enlace de 200 o 300 kilómetros por lo tanto llegaba de noche al campamento, y entonces me tenía que concentrar en armar la carpa, hacer toda la moto para dejarla lista al otro día”, asevera Notti.
El tiempo es tan valioso dentro de la etapa como una vez que termina. Cada minuto es importante. En el caso de los participantes de la categoría Original by Motul mucho más. “En la mayoría de las ocasiones hay que trabajar toda la noche y solo queda tiempo para descansar 1 o 2 horas. Inclusive, muchos pilotos ni siquiera se sacan la ropa de la moto. Y otros ni llegan a armar la carpa para meterse y dormir más cómodos. Simplemente se acuestan en la misma alfombra donde se realiza la mecánica de la moto para no perder tiempo y poder dormir unos minutos más”, refiere el mendocino a algo que es común en todos los que corren sin asistencia.
Por eso, llegar cada día es ganar y completar la carrera es un hito inolvidable para ellos. No importa la posición. Colgarse la medalla tiene un gran significado. “No solamente se trata de andar en moto. Además de poder clasificar para poder correr, uno necesita entrenar mucho, no solo la parte física sino también la mental, ya que todos los días y en cada etapa hay desafíos que resolver. Este año puedo decir que fue tal cual lo esperaba. Dura y con muchos obstáculos a sortear cada día”, afirma Notti quien finalizó en la 96ª posición general y en la 24ª de su categoría.
Los días pasan muy rápido dentro de la caravana dakariana. El ruido es un continuado desde el prólogo a la largada hasta la misma rampa de premiación. Este año fueron 12 días de acción (con la ansiada jornada de descanso en el medio) con casi 8500 kilómetros recorridos. “Faltando 2 kilómetros para el final la emoción era imposible de disimularla y venía llorando, incluso en un momento me distraje por eso y me fui del rumbo por unos minutos. Al llegar a la meta se te cruzan mil cosas por la cabeza, desde la familia que siempre banca todo hasta lo peligroso que es correr un Dakar, los amigos que estaban internados por sus accidentes, el logro de haber llegado sano y salvo, y la satisfacción de haber logrado cumplir día a día con el plan, trabajando solo y concentrado en terminar una de las carreras más extremas del mundo. Esta vez logré vencer al Dakar y sin dudas tener las dos medallas (N. de la R.: la del Dakar y la de Original by Motul) me dará la posibilidad de contarles buenas historias a mis hijos cuando sean grandes”, reconoce Notti quien al llegar a Ezeiza tras la aventura fue recibido por sus principales hinchas y grandes pilares como un por Catalina y Mateo, sus hijos, y por Connie, su esposa.