El gran Salón Retromobile, en París, es el mayor punto de encuentro anual para los amantes de la historia del automóvil. Allí se exhiben vehículos famosos de todos los tiempos y repuestos en venta
PARIS.- Aunque nunca se lo vio al volante, José Stalin tenía un simpático Tatra convertible 1949 para sus horas de ocio en el corto verano ruso, obsequiado por la fábrica checa al omnipotente hombre fuerte del comunismo mundial en aquellos años.
El papa Pío XI, por su parte, podía desplazarse en un imponente Citro‘n 1929 con guarniciones y adornos totalmente de oro, pero tampoco lo usó demasiado. Setenta años después, ese auto obsequiado por la empresa francesa al Vaticano apenas ha recorrido 156 kilómetros en total. Los papas pueden viajan, pero no manejan.
Y si usted fue un fanático de Elvis Presley, le interesaría ver al Duesenberg 1931 de interminable capot que el rey del rock utilizó en una de sus primeras películas.
O apreciar de cerca el poderoso cabriolet Horch 830 de 1937 que utilizaba para sus desplazamientos por París el general alemán Dietrich von Choltitz, jefe militar de la Ocupación entre 1940 y 1944, hasta que tuvo que abandonarlo precipitadamente cuando irrumpieron en la Ciudad Luz las tropas norteamericanas de la Liberación. Ese auto fue obsequiado en 1946, como recuerdo del triunfo aliado, al general Charles de Gaulle. Desde entonces se conserva en Francia como pieza de alto valor de colección.
Todo eso pudo verse la semana última en la mayor exposición mundial de autos históricos, el ya célebre Salón Retromobile, en París, donde uno puede pasar horas o días analizando maravillas y rarezas de la historia del automóvil a lo largo del siglo.
Mercado mecánico
Pero, además de recorrer stands en los que se exponen autos, motos y lanchas, Retromobile es un gigantesco mercado para coleccionistas de todo el mundo sobre todo lo que tenga que ver con la mecánica.
Desde los que buscan un viejo farol, una tapa de radiador o un amortiguador hasta los que quieren comprar un motor de Fórmula 1, un autito modelo en escala 1:43 o una vieja publicación olvidada, todo lo imaginable puede encontrarse en esa feria sin igual.
A la manera de los autojumble ingleses, más modestos e informales (a menudo simples tiendas desplegadas en un campo de fútbol), Retromobile es un óptimo punto de encuentro para los admiradores de la historia del automóvil.
Pero la exposición francesa se ha convertido en un clásico aún más importante, porque en el enorme Salón de Exposición de la Puerta de Versalles -una suerte de Exposición Rural de Palermo en París- el despliegue es más completo que en ninguna otra parte del mundo.
Allí se pueden ver autos de gran interés de todas las épocas, encontrarse con expertos de todos los horizontes y hasta degustar los mejores vinos franceses en stands que no desaprovechan el paso de coleccionistas que aprecian la oportunidad de unos buenos tragos al paso.
Los autos más interesantes
Este año, el auto más raro a la vista fue, probablemente, el Tatraplan convertible de Stalin, desconocido hasta hoy. O, a su lado, un sorprendente Tatra para la nieve de 1942. Equipado con un motor de 8 cilindros en V refrigerado por aire, la propulsión del original vehículo se producía por medio de una hélice ubicada atrás. Y en lugar de ruedas, usaba patines.
El diseño obedecía a una decisión muy propia de la época. Había sido un pedido del ejército alemán a la fábrica Tatra de Checoslovaquia -país ocupado entonces por los alemanes- para disponer de un medio de transporte apto para la nieve del Este europeo.
Esas rarezas del mundo ex comunista comenzaron a aparecer luego del cambio político producido en el ex bloque soviético. Y muchos coleccionistas saben que aún pueden encontrarse allí piezas de excepción, escondidas en algún garaje o granero ignoto y olvidado durante muchos años.
También había magníficas piezas de colección del automovilismo deportivo de distintas épocas. Entre ellas la Ferrari 375 Sport, que ganó las 24 Horas de Le Mans de 1954 en manos del argentino José Froilán González, en equipo con el francés Maurice Trintignant; o el Matra de Fórmula 1 con el cual el escocés Jackie Stewart se coronó campeón mundial en 1969, hace ya 30 años; o el impresionante Auto Unión Titán, un monstruo especialmente diseñado para trepadas de montaña de los años 30, con un motor de 16 cilindros en V.
Más de 150.000 visitantes admiraron cada una de esas piezas de colección durante los 10 días de la exposición. Y muchos de ellos se fueron con un repuesto invalorable bajo el brazo.
Un argentino en París
PARIS.- Jorge Anadón (de 50 años) es un industrial argentino muy particular. Fabrica en Paraná (Entre Ríos) réplicas completas y todo tipo de repuestos mecánicos para las Bugatti de carrera de los años 20. Y la calidad de su trabajo comienza a obtener un vasto reconocimiento internacional a juzgar por el éxito de su stand en Retromobile.
Allí, Anadón presentó la semana última su última creación: una réplica perfecta de la famosa Bugatti eléctrica para niños, que el fabricante francés ofrecía a sus clientes en la década del 20.
Ofrecida en París a un precio de 5000 dólares, la réplica de la Bugattita fue solicitada rápidamente por varios compradores que ordenaron la construcción a pedido. "En 45 días están listas", precisó Anadón en Retromobile.
Pero el fuerte de su producción son las réplicas de la Bugatti real, la célebre tipo 35 Grand Prix, que Anadón fabrica enteramente en Paraná, desde la carrocería hasta el complejísimo motor de 8 cilindros con compresor.
"Hasta ahora ya construí 18 autos completos, nueve de los cuales fueron vendidos en Francia, tres en Inglaterra, dos en Estados Unidos, uno en España, uno en Chile y los restantes en la Argentina", explicó Anadón.
Cada una de esas impecables réplicas se vende a 135.000 dólares, un precio que suena muy conveniente en el mercado internacional ya que hubo numerosos interesados entre los visitantes de Retromobile 99.
lanacionar