El uso de aceites de calidad asegura el buen funcionamiento y alarga la vida del motor
El mantenimiento del vehículo es sumamente importante, ya sea por una cuestión de seguridad como para asegurar su correcto funcionamiento y prolongar su vida útil. En ese aspecto, el cambio de lubricantes resulta un tema fundamental. Pero primero es bueno conocer algunos puntos fundamentales sobre los aceites. Aunque resulte redundante, la principal función de un aceite es lubricar las superficies móviles que están en contacto permanente, evitando así su desgaste. También tendrá diferentes funciones en relación con la intención con que fue concebido (refrigerar, proteger de la corrosión etcétera).
Los lubricantes están compuestos por dos grupos de materias primas: los aditivos y los aceites base. Los primeros son los que definen el uso o aplicación para la cual fue desarrollado.
Los aceites base conforman del 70 al 90% del lubricante y son los que determinan su carácter (mineral, semi sintético y sintético) al producto final. Estos aceites base se dividen en grupos: los del Grupo I o II son los denominados minerales y son extraídas del petróleo por procesos físicos, como la destilación atmosférica y la destilación de vacío. En cambio, los de Grupo III son los sintéticos, y son producidos por síntesis químicas. Ahora si se formula con mezclas del grupo I o II con el grupo III son lubricantes semisintéticos.
“En cuanto a cuál es mejor, depende de la recomendación del fabricante del vehículo y de su estado general. Si bien los sintéticos soportan compresiones más altas y se degradan menos que los minerales, éstos lubrican mejor en determinados usos”, comentó Gustavo Silva, gerente comercial de Gulf Oil Argentina.
Y agregó: “El usuario debe conocer las recomendaciones del fabricante, no tanto la marca sino las normas que debe cumplir, ya sea el grado SAE, el nivel de calidad Api y todo lo que dice el manual. En él encontrará los tiempos o kilómetros recorridos a los cuales es aconsejable realizar el cambio de aceite y demás fluidos. A modo de ejemplo, se puede decir que los lubricantes minerales requieren un recambio entre los 5000 y los 8000 km; los semisintéticos, entre 10.000 y 12.000 km, y los sintéticos, entre 12.000 a 15.000”.
Respecto del cambio de viscocidad, Silva dijo: “Es cierto que cuando los equipos tienen un cierto desgaste las partes móviles empiezan a perder su forma física y esto puede producir fugas de aceite, con lo cual aumenta el consumo del lubricante. En estos casos, se puede aumentar la viscosidad del lubricante para minimizar el consumo, pero hay que tener en cuenta que es sólo un remedio momentáneo”. Respecto de los aditivos, agregó: “Si se usan lubricantes buenos, éstos tienen en su fórmula todos los aditivos necesarios. Por ende, no tiene sentido sobreaditivar un aceite”.