Se cumplió el centésimo aniversario del nacimiento del Chueco de Balcarce, leyenda del automovilismo mundial
Ayer se cumplieron 100 años del nacimiento de Juan Manuel Fangio. Afortunadamente para los argentinos, el Chueco nació en estas pampas, más precisamente en Balcarce, el 24 de junio de 1911.
Pueden contarse mil anécdotas y hazañas del genial quíntuple campeón mundial como piloto de autos de carrera. Desde las primeras carreras en circuitos de tierra, pasando por las épicas luchas con los porteños hermanos Juan y Oscar Gálvez -dando origen al eterno duelo criollo entre Chevrolet y Ford- en el primitivo Turismo Carretera, hasta dominar en forma absoluta la Fórmula 1 de los años 50, obteniendo los títulos de 1951 (Alfa Romeo), 1954 y 1955 (Mercedes-Benz), 1956 (Lancia-Ferrari) y 1957 (Maserati).
En aquellas épocas en las que los pilotos se jugaban la vida en cada competencia, Fangio fue infalible. Su obra maestra: el triunfo en el Gran Premio de Alemania de 1957 en Nürburgring, donde batió una y otra vez el récord de vuelta para superar a las Ferrari de Collins y Hawthorn, que no necesitaban realizar paradas de reabastecimiento.
Pero también fue un grande fuera de las pistas para impulsar la industria automotriz argentina. Es conocido su trabajo como concesionario y presidente de Mercedes-Benz Argentina, pero no así su rol, fundamental y decisivo, para que Ika-Renault desarrollara y produjera en el país el Torino. Fruto de ese impulso, dirigió la famosa Misión Argentina, que compitió en las 84 Horas de Nürburgring de 1969, que afirmó al Torino como el auto argentino por antonomasia.
En estos días se han multiplicado los homenajes a su figura en el mundo. Hijo pródigo de Maserati y Mercedes-Benz, Fangio es objeto de veneración aún hoy en toda Europa. No en vano sigue siendo el piloto más brillante y eficaz de todos los tiempos.
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