Ya están Caputo y el plan, solo faltan los dólares y el ajuste
En el equipo de Economía anticipan que las primeras señales no bien asuman serán de una extrema prudencia fiscal y monetaria, dos anclas con las que esperan recuperar algo de la confianza inversora
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“No hay plata”, repite el presidente electo, Javier Milei, cuando se lo consulta sobre los fondos que reclaman los gobernadores, el salvataje que esperan los deudores de créditos UVA o el dinero de obras públicas en curso. Es la expresión más llana, pero tal vez, la más inteligente para describir una realidad acuciante, con la cual prácticamente todas las familias de clase media y baja en la Argentina se pueden relacionar hoy. Nadie quiere ajustarse, pero todos entienden que es inexorable hacerlo cuando no hay más con qué pagar.
En el equipo de Luis “Toto” Caputo ya anticipan que las primeras señales no bien asuman serán de una extrema prudencia fiscal y monetaria. Son las dos anclas con las que el nuevo gobierno espera empezar a recuperar algo de la confianza inversora. Así lo adelantaron esta semana dos de los alfiles de Caputo, los economistas Federico Furiase y Martín Vauthier, en una charla privada en el banco Comafi que había sido agendada hace meses, mucho antes de saberse que Milei sería electo presidente y que Caputo fuera confirmado como ministro. Desde esta semana, de hecho, quienes quieren contratar a Anker Latinoamérica, la consultora del flamante ministro de Economía, reciben una respuesta autómatica por correo: “De momento se encuentran suspendidos nuestros servicios de consultoría. De volver a estar disponibles, nos contactaremos inmediatamente para volver a ofrecerle nuestros servicios.”
Caputo, según revelaron sus economistas, espera alcanzar el déficit cero en 2024, para luego ir hacia un superávit primario del 2 por ciento. El 80% de los recortes de gastos, aseveraron, no necesitan pasar por el Congreso. Descuentan, sin embargo, que las provincias deberán ser socias del ajuste. No está claro cómo van a convencer a los gobernadores, que esta semana dieron pruebas de que no piensan ceder fácil.
Los economistas de Anker saben que en el recorte fiscal reside parte del éxito de la gestión. Pero no es mucho el tiempo que han tenido para estudiar los números. La semana pasada se acercaron al exministro Hernán Lacunza para conocer el plan fiscal que en su momento había elaborado para Horacio Rodríguez Larreta. Ya lo dijo Milei en campaña: “Si la persona que más sabe del tema me va a aportar una solución qué me importa lo que piensa”.
Economistas que acompañaron al exministro macrista durante la campaña fueron los responsables de hacer la presentación correspondiente. El plan de Lacunza contemplaba un ajuste en el primer año de cuatro puntos del PBI, básicamente entre reducciones de transferencias a provincias, recortes de subsidios económicos y eficientización de empresas públicas. La mayoría de las medidas estaba prevista que se incorporen en el Presupuesto 2024. En todos los casos el diagnóstico es el mismo: déficit cero desde el año uno.
En el encuentro en el Comafi, los macroeconomistas que acompañan a Caputo deslizaron, a su vez, que el tipo de cambio que hoy están recibiendo los exportadores –del orden de los $630 por dólar– parece adecuado. En términos reales, es similar al que existía en 2007, un año en el que el Banco Central no tuvo inconvenientes para acumular reservas. Según confiaron clientes del banco que participaron de la charla, también Furiase y Vauthier admitieron que convalidar el tipo de cambio paralelo sería reconocer inflación “innecesariamente”, pero también apuntaron que “no se pueden quedar cortos” con el tipo de cambio, dada la altísima inflación. Ambos anticiparon que no habrá desdoblamiento formal, dado que no hay reservas suficientes en el Banco Central para abastecer la demanda en el mercado libre de cambios. “Se manejará y simplificará el sistema actual, conviviendo con el cepo. La brecha bajará en la medida en que muestren hitos que convenzan al mercado”, explicaron. La devaluación forma parte del plan, lo mismo que una tasa de interés positiva en dólares para poder anclar las expectativas.
El gran desafío del equipo económico, más allá de la cuestión fiscal, pasa por conseguir dólares que les permitan sortear el periodo de escasez de divisas, que se extiende desde ahora hasta abril, que es cuando comienzan a ingresar los dólares de la soja. Santiago Bausili, por estas horas es quien mayores chances tiene de ocupar la presidencia del BCRA, ya se sentó esta semana con las cerealeras. Estiman que habrá unos US$5000 millones por el trigo. Y no se descarta además replicar el préstamo que en su momento se había tomado con la industria apenas asumió Macri; una suerte de adelanto parcial de divisas contra la liquidación futura de la soja.
Y es que no son muchas las fuentes de dólares disponibles. Más allá de que Milei dejó trascender que las reuniones de Caputo y de su jefe de Gabinete, Nicolás Posse, con el Fondo Monetario Internacional (FMI) fueron alentadoras, quienes conocen el pensamiento del directorio del organismo aseveran que será muy difícil que haya desembolsos importantes por ese lado. “A lo sumo, podrán adelantarle a la Argentina los US$3334 millones que se suponía que se desembolsarían en diciembre y, en el mejor de los casos, sumarles los otros US$3219 millones que se suponía que, bajo el programa actual, el FMI iba a desembolsar a lo largo de 2024″, explicó una fuente, que lleva meses de diálogo con el organismo.
En tal sentido, el diálogo de Milei con la administración Biden será clave. Estados Unidos es el principal accionista del FMI y el único con derecho a veto. Siempre fue la política la que destrabó las negociaciones con el Fondo. Quienes conocen los hilos de la diplomacia norteamericana ya les hicieron saber a asesores de Milei que no había caído bien que publicara en redes el video con su conversación con Donald Trump, principal contendiente de Biden en las elecciones presidenciales de 2024, que lo llamó para felicitarlo apenas asumió. El pragmático Milei parece haber tomado nota: originalmente tenía previsto viajar la semana pasada a Nueva York, para visitar la tumba del Rebe de Luvavitch, y luego volar a Miami, para ir a Mar-a-Lago, la residencia de Trump en La Florida. El tramo de Miami quedó fuera de la agenda: en su lugar, armó raudo una agenda en Washington con figuras del gobierno demócrata.
Los frentes que tiene Caputo son muchos y todos demandan atención en simultáneo. En el cortísimo plazo, apenas asuma, Caputo deberá evitar que los billones de pesos que se emitieron y que los bancos hoy tienen colocados en letras del BCRA, Leliqs, o pases (préstamos) se vuelquen al circuito o al mercado cambiario. Para ello, insisten, habrá un canje voluntario de deuda para los bancos, que entregarán sus Leliqs o pases a cambio de bonos del Tesoro. Las entidades luego tendrán la opción de venderles esos bonos del BCRA –un put, en la jerga financiera– en caso de necesidad de liquidez. “En todo momento dejaron en claro que saben que los riesgos de esta operación son altos porque esos pesos no se eliminan, sino que cambian de vehículo”, explicó uno de los hombres que escuchó atentamente el plan.
Poco a poco, el ministro designado por Milei está terminando de armar su equipo. Además de Bausili en el BCRA –un puesto al que se estaba resistiendo por cuestiones personales–, Caputo confirmó ayer al economista Joaquín Cottani, de vasta experiencia en el exterior, como secretario de Política Económica. Guillermo Plate, por su parte, podría ocupar la Superintendencia de Seguros (es uno de los hombres que está llevando adelante la transición con la gestión de Massa), mientras que suena el nombre de Javier Cardini eventualmente como secretario de Industria.
El propio presidente electo está viendo que no es fácil armar equipos La política puede ser una limitante tan grande para la gestión como la falta de plata. Aun después del batacazo de las PASO es probable que nunca hubiera terminado de creer este outsider de la política que tenía chances de alcanzar la presidencia. A 10 días de la asunción de Milei, todavía faltan definir posiciones clave, y no hay tantos equipos consolidados. Todo un experimento para una gestión que tiene un mandato férreo de reformas, y un futuro presidente que parece convencido de querer repetir transformaciones que sólo en los años 90, con un carismático y potente Carlos Menem, pudieron llevarse adelante. Un empresario que apoya a Milei desde el comienzo de la campaña, sin embargo, asegura que la ley ómnibus que el nuevo gobierno planea poner a consideración el 11 de diciembre es un “elissir”, en una clara alusión a la expresión que el Coco Basile usó para referirse a un whisky de primera marca, y que fue viral en su momento.
Al igual que en la Nación, en la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri experimenta sus propias limitaciones políticas. Sin mayoría en la legislatura, Macri habría terminado de cerrar filas por estas horas con el radicalismo porteño, una alianza que también supo cultivar su antecesor Larreta y que su primo Mauricio había denostado abiertamente. Como prenda de cambio, el radicalismo se quedaría con la gestión del Banco Ciudad, por lo que el banco seguiría bajo la conducción de Guillermo Laje, un hombre de años de experiencia financiera, pero que además es primo de Martín Lousteau. El puesto Macri se lo había prometido previamente a Luciano Laspina. Pero el pragmatismo es la brújula de todo político.
En el sector privado, en tanto, la actividad por estas horas está prácticamente paralizada: muchas empresas optaron por adelantar vacaciones y comenzar con paradas de planta programadas; otras congelaron ventas (sólo venden al contado o al tipo de cambio del día) y otras están aprovechando para ajustar precios tras meses de congelamiento forzoso.
Los empresarios aguardan con ansias definiciones del nuevo gobierno. Las cámaras que nuclean a la industria farmacéutica se reunieron ayer para intentar consolidar una posición común de cara al nuevo gobierno. Todavía no saben si quiera quiénes serán sus interlocutores.
Hay jugadores también que aprovechan para concluir operaciones: Claudio Belocopitt acaba de cerrar la adquisición del 50% que le faltaba (ya había comprado la mitad del paquete en 2021) del Instituto Cardiovascular Buenos Aires. Hace tres semanas, obtuvo además el visto bueno del BCRA para quedarse con Crédito Regional Compañía Financiera (ex Cuenca). Más delicada parece ser la situación de Molino Cañuelas, que se lanzó a la búsqueda de un nuevo asesor financiero para poder buscar un acuerdo con sus acreedores. Son pocos los profesionales dispuestos a tomar de cliente a una empresa enemistada con prácticamente todos los bancos del sistema financiero, con una deuda que asciende a unos US$1400 millones. La empresa tiene hasta mediados de marzo para presentar en la Justicia concursal una propuesta para sus acreedores. Se vienen tiempos difíciles para todos.
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