El Clase C fue el auto más vendido por la marca alemana en la Argentina durante 2014. El mediano, que se ofrece con distintas opciones de motor y caja, se destaca por su diseño y equipamiento
El mercado del automóvil en nuestro país sufre por estos tiempos el impacto de las políticas oficiales que castigan con un impuesto excesivo a las unidades 0 km, especialmente a las de alta gama cuyo precio casi se duplica por efecto de la medida. A eso se suman las restricciones que las empresas tienen para importar vehículos debido a la dificultad de hacerse de dólares. Y para conformar la tormenta perfecta le agregamos además inflación. A pesar de ese contexto, las marcas siguen esforzándose para presentar productos modernos y capaces de dar respuesta a las demandas de usuarios de todo tipo.
Al momento de probar un auto, el valor siempre es importante para saber si es lógico en relación con el producto. En la Argentina, con valores desvirtuados, ese análisis es imposible.
Aclarado el punto, vamos al tema. Como dijimos, las marcas reman contra la corriente, especialmente las premium que, a pesar de todo, siguen acercando atractivos modelos a los concesionarios.
Mercedes-Benz no es la excepción y en 2014 confirmó su liderazgo entre las marcas de lujo. Y uno de los sustentos fundamentales para alcanzar esa posición es el Clase C que, de hecho, fue el auto más vendido de la casa de la estrella el año último.
Este modelo se ofrece en nuestro mercado en cuatro versiones: C 200 con caja manual de 6 marchas, C 200 automático, C250 automático y C 350 automático. Todas las versiones automáticas ofrecen la transmisión G-Tronic Plus de 7 marchas. Los C 200 tienen motor 1,8 de cuatro cilindros en línea de 184 CV de potencia máxima, el C 250, con el mismo block, eleva su potencia a 204 CV y el C 350 tiene un V6 de 3.5 litros y 306 CV de potencia máxima.
Ese mix permite poner al alcance de los clientes modelos de excelentes prestaciones que dan respuesta tanto a quienes buscan la racionalidad como para quienes la deportividad es prioritario.
Todos vestidos con el estilo de diseño de Mercedes que sin renunciar a la elegancia han ganado en modernidad y dinamismo.
Todas las versiones ofrecen de serie un completísimo equipamiento, entre el que se destacan el climatizador automático; sistema Parktronic con guía para el estacionamiento; airbags delanteros, laterales, de cortina y de rodillas para el conductor; sensor de lluvia; butacas deportivas; controles de tracción y estabilidad, y sistema de frenos ABS con asistencia a l frenado de urgencia.
Durante una semana nos pusimos al volante del C 250. Como dijimos, el diseño combina refinamiento y deportividad; además, el uso de Leds permite resaltar el fuete carácter que sus líneas transmiten a primera vista.
Las butacas deportivas tienen múltiples regulaciones, lo que permite alcanzar una excelente posición de manejo.
A pesar de conocerla desde hace tiempo, la caja 7G-tronic no deja de sorprenderme. Se puede elegir entre los modos Eco, Sport o manual, de acuerdo al estilo de conducción deseado. En el modo Sport los cambios pasan con una velocidad y precisión tan altos que solamente un piloto profesional podría, y no siempre, ser tan eficientes con una caja manual.
Poder disponer de esos sistemas que hacen la conducción tan segura, fácil y placentera es sin duda el gran valor del Clase C. Porque aunque sea probable (y deseable) que nunca tengamos que necesitarlos, es tranquilizador saber que se trata un auto (como todos los de su nivel) inteligente, programado para hacer fácil lo difícil.
Obviamente cuenta con navegador, audio de alta fidelidad y buen espacio para los ocupantes, además de un baúl amplio y algo que no nos cansamos de aplaudir: una rueda de auxilio como Dios manda, de medida y llanta similar a las cuatro que el auto calza.
¿Conducirlo? Fácil para los menos experimentados, divertido para los exigentes. El auto hace todo bien y los 204 CV con esa caja estupenda conforman un equipo infalible. Siempre bien aplomado, de reacciones impecables en las curvas, confiable en todas las maniobras. Obviamente se trata de un Mercedes; no se podía esperar otra cosa.
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