Si bien afecta más a las mujeres y a quienes aprenden a conducir después de los 30 años, esta patología no discrimina y es cada vez más difundida. Qué hacer y cómo superarla
“Si mi esposo no puede llevarnos uso el transporte público para ir a trabajar, llevar y traer a mi hija del colegio y del médico y para todas las actividades sociales. Cuando intenté aprender a manejar hice la parte teórica bien, pero cuando me tocó ponerme al volante me quedé dura. Recuerdo que el instructor me hablaba y yo sólo pensaba en cómo sería estar en medio del tránsito manejando; así que me solté el cinturón y me bajé del auto. Esto fue hace 15 años y nunca más probé”. Así resumió su experiencia al volante Marina C., profesional de 37 años y que siente muy lejana la posibilidad de conducir el auto familiar.
Como Marina, muchas personas sufren o sienten pánico a la hora de conducir un vehículo, por lo que optaron o por dejar de conducir o, directamente, nunca se animaron a hacerlo. Esta fobia a conducir, más conocida como amaxofobia (proviene del latín y significa miedo a los carruajes), no sólo se registra en nuestro país sino que se da en todo el mundo. De hecho, se calcula que el 8% de la población de los Estados Unidos y el 4 % de la de España sufre este miedo al volante.
Si bien en la Argentina no hay estadísticas precisas, estudios del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi) estiman que del total de personas que en algún momento de su vida se inició en la conducción, un 40% abandonó abruptamente; agrega que el abandono es más frecuente en personas que aprenden a manejar pasados los 30 años, y que un 2% de los conductores sufre este problema. Pero no sólo eso, sino que esta fobia afecta con mayor frecuencia a las mujeres, y que esa sensación se les potencia cuando están embarazadas o tienen hijos pequeños, que es cuando deciden dejar manejar ya que comienzan a sentir nuevos miedos que nunca habían sentido hacia la conducción.
“La fobia es uno de los trastornos de ansiedad más frecuentes que presenta el ser humano. Es un temor irracional, exagerado, ante determinados objetos que normalmente no producirían ese tipo de respuestas. Así, cualquier cosa puede transformarse en objeto de una fobia”, comentó el presidente de la Fundación Fobia Club (www.fobiaclub.com), doctor en psicología Gustavo Bustamante. Y explicó que en entre estas patologías, “una que se está conociendo más y que se estaría dando con mayor frecuencia en los últimos años es la fobia a conducir o amaxofobia. Su síntoma principal es que personas aptas para manejar un vehículo, que no tienen impedimentos físicos, que han hecho cursos o tienen licencia de conducir, sufren un terror absolutamente irracional que les provoca una enorme inseguridad. En consecuencia evitan manejar, y si tienen que hacerlo la experiencia les resulta muy traumática”.
Bustamante explicó que no todos los miedos son fobias, y que toda fobia específica “tiene un excelente pronóstico de ser superada y sólo requiere de un buen diagnóstico para realizar el mejor tratamiento”.
Experiencias negativas
Según la presidente de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad (AATA, aata.org.ar), Alicia Andrea Portela, la amaxofobia empieza en cualquier momento de la vida: “El inicio puede tener que ver con alguna experiencia traumática (un accidente o un mal aprendizaje). Pero las características genéticas y de la personalidad hacen a las personas más vulnerables a padecer fobias en general. Son personas en las cuales las experiencias negativas marcan una impronta o afectan fuertemente la memoria emocional. Y frente a una situación como conducir evidencian síntomas físicos de ansiedad o sienten que no puedan hacerlo, sin que haya una experiencia traumática aparente”, manifestó.
Según los profesionales, quienes padecen amaxofobia tiene pensamientos negativos antes o durante el manejo, como el miedo a dañar a otros o el de tener un accidente de consecuencias fatales. Es esto lo que les genera síntomas de ansiedad que activan los mecanismos de alerta del sistema nervioso produciendo sudoración, temblor, tensión muscular, sensación de falta de aire, mareos, taquicardia, dolor de estómago, ansiedad, depresión, angustia y hasta ataques de pánico, entre otros. Entonces, ante ese sufrimiento tan intenso, el que lo padece decide abandonar o evitar la conducción.
Qué hacer
“La amaxofobia está quinta en orden de consultas. Quienes se acercan con este problema son en su mayoría adultos de entre 30 y 40 años y lo llamativo es que algunos la sufren después de haber pasar varios años sin manejar pese a haber aprendido de jóvenes. Muchas veces los hombres manifiestan sus temores transformando su miedo en agresividad, y si van asustados al volante culpan a los demás de sus propios errores, se pelean con otros conductores y viven con un alto nivel de ansiedad cada uno de estos viajes. Los accidentes de tránsito, las malas experiencias al aprender a manejar o los largos períodos sin conducir ayudan a desarrollar esta fobia, que pocas personas reconocen como tal y que los hombres parecen ser más reacios a admitirla”, afirmó Bustamante.
Para superarla, los especialistas sugieren tratamientos con terapias cognitivo-comportamentales, tener el apoyo, paciencia y comprensión del entorno y animarse a volver a aprender a manejar. “Muchas personas no lo toman en serio, pero el problema es real. Así, si ve a un conductor que no se anima a pasar a otro vehículo, frena excesivamente o va a menor velocidad de la mínima permitida, por favor, no le haga luces, le tire el auto encima o increpe, ya que, puede ser una persona que padece esta fobia y seguramente la actitud intimidatoria sólo aumentará el riesgo de un accidente”, aseguró Bustamante.
Las escuelas de manejo dan entrenamiento pedagógico, pero si la persona padece esta patología necesitará un tratamiento con un profesional experimentado en el tema, ya que muchos de los temores se vinculan con aspectos de la personalidad más profundos. Para Gustavo Brambati, subgerente de Seguridad Vial del Cesvi, la propuesta para superar este problema es enfrentarse con el tránsito, hacerlo en un paso a paso más pautado, donde muchas veces el instructor concurre al domicilio del alumno y el entrenamiento se realiza con el vehículo del conductor para que gane confianza con su propio auto. “El proceso de entrenamiento para superar esta fobia exige un diálogo continuo entre el alumno, que comenta aquello que le genera miedos y el instructor que le da herramientas de resolución. La práctica y el enfrentarse a los desafíos del tránsito lograrán resolver definitivamente este problema”, dijo.
En tanto, el director de Animate a Manejar (www.animateamanejar.com), el psicólogo Omar Alzugaray, indicó que “muchas personas con miedo a manejar no se enfrentan a esos temores porque sienten que no lo necesitan, y sólo comienzan a querer superarlos cuando el temor obstaculiza o perturba su vida cotidiana, por ejemplo, si necesitan manejar por cuestiones laborales o si no tiene más remedio que llevar a sus hijos a la escuela en transporte público. El deseo de perder el miedo a manejar va casi siempre unido a una necesidad concreta”.
Alzugaray agregó que su método para perder el miedo a manejar se inicia con el acompañamiento en el auto de la persona: “Es un proceso que se fundamenta en la exposición progresiva y controlada a lo temido –en este caso, el tránsito– y de la manera más real posible. Es requisito tener vehículo y registro vigente para hacer el proceso y los tiempos varían, pero de 10 a 12 salidas ya pueden manejar solos que es el objetivo del proceso”. Expresó que el temor a conducir no se supera totalmente con el curso y que es un proceso que debe tener continuidad: “Este proceso baja los niveles de tensión lo suficiente como para que puedan utilizar su auto en sus recorridos cotidianos”. Aseguró haber escuchado a muchas personas decir que nunca van a conducir, pero quien más lo marcó fue una joven de 25 años con dificultades motrices de nacimiento que manejaba un auto adaptado a sus necesidades y lo consultó por sus miedos: “Su mirada positiva y su voluntad le permitieron superar sus temores e infinidad de dificultades que se le presentaban por su discapacidad motora”, dijo.
Y los especialistas deslizan algunos tips para empezar a superar miedo. Entre ellos: sentarse y estar en el auto con el motor en marcha; salir por unos pocos metros y por donde no se tenga que maniobrar mucho; dar una vuelta a la manzana y luego apagar el auto y bajarse; hacer un viaje corto con un acompañante, y animarse a una autopista un tramo corto en un día de poco tránsito.
Claro que superar la amaxofobia tiene su premio: “Mejora la autoestima y generaliza sentimientos de autoeficacia en otras áreas de la vida. Hay personas que deciden no manejar, como una elección de vida absolutamente válida, pero en los casos de quienes han disfrutado manejar y no lo pueden hacer por esta fobia les genera sentimientos negativos con consecuencia en su autoestima o se les complica la organización de su vida por cuestiones de distancia, les recomiendo considerar una estrategia para resolverlo”, concluyó Portela.
Factores para realizar el diagnóstico
1 A pesar de saber manejar, ¿siente miedo al volante?
2 ¿No sale si no es acompañado?
3 ¿Evita conducir por avenidas?
4 La tensión cuando maneja, ¿lo lleva a sentir contracturas?
5 ¿Le molesta conducir a más de 100 km/h?
6 ¿Le cuesta hacer sobrepasos?
7 En la autopista, ¿no se anima a cambiar de carril?
8 Cuando llueve, ¿se angustia por temor a sufrir un accidente?
9 ¿Siente ansiedad cuando al costado de la calle hay personas?
10 Durante el recorrido, ¿necesita escuchar música, fumar o tener otras distracciones?