Renzo Piano, un ejemplo para seguir
¿Cuál es el mejor arquitecto del mundo? No resulta para nada fácil contestar una pregunta como ésta, pero cuando en un diálogo con amigos o en la ineludible tertulia que se origina al término de una conferencia o mesa redonda aparece el interrogante de marras, suelo expresar mi preferencia por Renzo Piano.
Este arquitecto genovés que saltó a la fama cuando, junto con Richard Rogers, creó el entonces revolucionario edificio del Centro Pompidou de París (1972-76), representa para mí la armoniosa amalgama de invención y claridad, profesionalismo y creatividad, que uno espera en los inicios del siglo XXI.
En uno de sus celebrados artículos sabatinos del suplemento Babelia del diario El País, de Madrid, el arquitecto Luis Fernández Galiano (excusémoslo por un título que no está a su altura) expresa, con su estilo redondo y pulido, algunas de las razones que justificarían lo dicho al comienzo de esta nota.
Acaso recuerden los lectores que, al publicarse el proyecto para la urbanización del predio que ocupó la Feria de Milán, dije que el segundo premio que firmaba Renzo Piano era, al cotejarlo con el primero (Libeskind, Foster, Hadid, Isosaki, Maggiora), a mi juicio, notoriamente superior. Y al firmar solitario como autor -con un grupo de colaboradores-, Piano ratificaba lo que con precisión destaca LFG en Babelia: que siendo el arquitecto más solicitado del mundo (sic) no renuncia a un control artesanal de su trabajo.
En otro certamen por invitación, al que concurrió el estrellato de la arquitectura mundial, Renzo Piano se quedó con el primer premio para la torre sede del New York Times (en esta ocasión me gustaba más el proyecto de Foster), una obra que está en ejecución y que se suma a la ampliación del Whitney Museum; el nuevo campus de la Universidad de Columbia, en el Bronx, y la Morgan Library, todo esto en Nueva York.
El nombre del arquitecto italiano, que tiene oficinas en París y Génova, se repite en estos días con motivo de la habilitación del Zentrum Paul Klee, en las afueras de Berna. Como Klee es para mí uno de los máximos pintores del siglo pasado (si no el máximo), espero ver en vivo esta obra para emitir un juicio al respecto, pero las imágenes que se reciben muestran una vez más, en su sinuosa estructura de acero, aquella creatividad y profesionalismo mencionados más arriba.
En contraste con otros colegas de gran cartel, Piano conserva una actitud moderada y reservada, se presenta en pocos y elegidos concursos, rechaza muchos encargos ("es imposible -dice- llevar personalmente más de veinte en forma simultánea") y no enseña fuera de su estudio. Sí, el de Renzo Piano es un gran ejemplo para seguir.