Pablo Ferreiro: "Soy arquitecto, no artista"
Dividido entre la Facultad y su estudio, este exponente de la generación intermedia explica cuál es el alcance social de su trabajo y el desarrollo positivo del sur de la ciudad
Habla siempre en voz baja. Hay un interesante contraste entre la fuerza de sus conceptos y la vocecita despreocupada y cansina con que se expresa. Se viste de negro, como otros de su generación. Y define su estudio AFRa (Pablo Ferreiro, Saturnino Armendares y Claudio Rey) como una sigla, una marca. Sin importar los nombres. Tiene cuarenta y cuatro años. Y ha construido el Mausoleo de Juan y Eva Perón. Acaba de dictar un seminario para Hipótesis de Paisaje, en Córdoba, dirigido por Inés Moisset y Omar Paris, dos arquitectos locales. En el plano académico trabajó en la UBA, en la Universidad de Palermo, y ahora volvió a la UBA al Taller Sudamérica, una cátedra de las nuevas generaciones, a partir de un concurso que se hizo hace dos años. Es un espacio que ganó por concurso el arquitecto Marcelo Vila, para compartir con cuatro colegas.
-Hay un conflicto básico con los arquitectos: realidad versus ficción. Me refiero a que a veces imaginan cosas maravillosas y después, en la práctica, son difíciles de realizar. En este sentido, me pregunto: ¿tengo que tratar a un arquitecto como a un artista?
-No. No como un artista. Somos arquitectos
-¿Más allá de que la arquitectura sea creativa?
-Los arquitectos estamos educados para tener una cierta sensibilidad de la mirada y somos personas con vocación de construir algo nuevo, pero la arquitectura tiene su alcance: tiene un rol social, un vínculo con la realidad diferente del del arte.
-Así como Becker, ¿usted tampoco reconoce maestros?
-Me parece que a nosotros ya nos toca hablar de nuestra generación. Todo lo que tuvimos que hacer en relación con la herencia, ya lo hicimos. Todo eso es un trabajo que nosotros hicimos como generación. Entonces, a mí me interesa hablar de la nuestra, no de la pasada.
-¿Entonces, serían más bien maestros entre comillas?
-No los pondría entre comillas, pero según mi opinión, maestros hay pocos en la Facultad. A mí me gusta reconocer los maestros a través de los discípulos. Y lo que hay poco son discípulos.
-Hacer el Mausoleo de Juan y Eva Perón en la Argentina tiene una carga muy fuerte, ¿qué significó para usted?
-Yo iba la escuela primaria cuando Perón volvió. En mi familia había dos ramas: tenía un abuelo muy peronista y un padre antifranquista. Había una tensión. Del concurso original, salieron elegidos varios proyectos, y después nos agrupamos en un proyecto general. El otro estudio, integrado por Fernández Castro, Lanosa y González Ruiz, era del palo peronista. Nos encargaron un mausoleo y terminamos haciendo un parque. Un edificio que no tiene puertas; es simplemente un sistema de recorridos por un parque. Ahí reside el gran logro del proyecto, en tanto era una pelea ideológica absoluta.
-¿Quién era el cliente?
-El PJ bonaerense.
-¿Con quién negociaban?
-El referente más explícito, con quien más veces hablamos, fue Antonio Cafiero. También estaba Lorenzo Pepe. Y dos o tres veces, cuando llegábamos a instancias de cierre, el referente fue Duhalde.
-¿Qué es el Parque Lineal?
-El Parque Lineal surge de la actual gestión del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En el poco tiempo que llevan, por lo menos dieron muestras de llevar adelante algunas acciones concretas de recuperación del área sur de la ciudad. Hay concursos que cargan de contenido el área sur. El primero que se hizo fue el Parque Lineal, que obedecía al intento por coser un sector que comprende el lugar donde estaba la cárcel de Caseros, el Hospital Garrahan, las plazas, los hospitales Ameghino y Muñiz, para generar un área verde que produzca una oferta de espacio público.
-¿Tiene una mirada a favor de Puerto Madero?
-Tengo una mirada a favor, en cuanto a lo que produjo. Es el punto neurálgico de la ciudad. Pone el río de nuevo al alcance de mucha gente y coloca a La Boca a cinco minutos del Centro.
-¿Usted piensa que hay una arquitectura para pobres y otra para ricos?
-La arquitectura no puede resolver el problema de las diferencias sociales. Lo que sí se puede hacer es, en cada momento, encarar las soluciones con el mismo nivel de inteligencia.
-¿Cuáles son los ejes sobre los que trabajan en relación con el cliente?
-Primero, ver lo que hay, luego el proyecto y tercero las posibilidades económicas. Creo que, si hay un rasgo de nuestra generación, es ése: ser muy conscientes del valor de los recursos, desde la geografía hasta el dinero, y entender que hay que trabajar con eso.
-En cualquier trabajo uno quiere ser reconocido. ¿Su autoestima está puesta en sus obras?
-Digamos que hay que tener un poco de ego para ser arquitecto, no hay duda. Nosotros presentamos las obras a concursos y tenemos premios.
-¿Cuál es su opinión sobre el boom de las torres?
-Yo creo que si mirás la historia y vas viendo cómo se va dando la relación del hombre con el campo y con la ciudad, ves que la vocación del hombre, colectivamente, es la ciudad. Se calcula que para 2050 el 75% de la humanidad va a vivir en zonas urbanas. Es inevitable.
-¿Usted pertenece a la Sociedad Central de Arquitectos?
-Uno a veces está en desacuerdo, pero no puede estar todo el tiempo en contra de todo. Hace poco me reinscribí.