Notre Dame Un proyecto de novela
Con una intervención que sus autores denominaron Las alas del tiempo, el estudio Naço (integrado por los arquitectos Jouliá-Renk) propone completar -durante un lapso limitado- las torres inconclusas de la catedral de Nuestra Señora de París, como celebración del milenio
En ocasión de la muestra Joven Arquitectura Francesa que se realizó en el Museo Nacional de Bellas Artes ñdentro de las actividades de la VII Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires BA/98, se pudo apreciar una propuesta ciertamente peculiar.
Y como uno de sus autores es el arquitecto argentino (cordobés, para más datos) Marcelo Jouliá, resultó muy atractivo charlar con él acerca de los alcances del proyecto para dotar a la catedral de Notre Dame de París de un remate para sus torres inacabadas.
Pocos días después de nuestra charla con Marcelo, aparecía en la primera plana de Le Figaro una nota ilustrada acerca de esta singular proposición artística. Más tarde, nos enterábamos de que también The New York Times había comentado esa original iniciativa, cuya realización (que se prevé como efímera) está prevista para el período que hace de puente entre el fin de este año y el comienzo del 2000.
En el título que encabezaba la graficación de esta obra en el estupendo catálogo editado para la exposición que aludimos, Jouliá y su socio, Alain Renk, expresaban sintéticamente las metas de su proyecto París: entre lo efímero y lo milenario. Y luego avanzaban más en dirección a las intenciones de la propuesta al afirmar que el desafío de este proyecto de instalación efímera consiste en tocar lo intocablemente sagrado y tener el atrevimiento de plantarse, en pleno centro de París, encima de una de las obras más importantes del patrimonio cultural del mundo: la catedral de Notre-Dame.
Gótico inicial
Aunque hay algunas disidencias en torno de las fechas de inicio y terminación, la catedral gótica que preside el paisaje del Sena a la altura de la Ile de la Cité, nadie duda que esta obra se comenzó en el siglo XII, es decir, en la época en la que aparece el después llamado estilo gótico.
Aunque en el siglo XIX se agregó la aguja que coronó el crucero, nunca se terminaron las dos torres que flanquean la entrada principal, en coincidencia con la nave central.
Se dice que Viollet-le-Duc (1814-1879), que hizo trabajos de restauración en la catedral de Nuestra Señora, había pensado en rematar las dos torres inconclusas, pero no llegó a concretar esa idea.
Un casi contemporáneo de Viollet-le-Duc, el poeta Victor Hugo, contribuyó definitivamente a la celebridad de aquella emblemática construcción (ver recuadro) cuando, en 1831, dio a conocer su gran novela histórica Nuestra Señora de París .
Ahora, en vísperas de otro año crucial ñel 2000ñ, dos jóvenes y talentosos arquitectos propician una intervención que se anuncia indolora y no traumática para un edificio que está próximo a cumplir ocho siglos.
En los años en que se levantaba la catedral de piedra sobre la isla situada en medio del cauce del río Sena, un rasgo de aquellas construcciones era su tendencia a la verticalidad, su energía ascendente, eso que se manifestó en la aligeración de los gruesos muros que caracterizaban al románico.
Entre los alardes estructurales del que también se dio en llamar estilo ojival estaban los arcos y los arbotantes, las grandes aberturas con magníficos vitrales y los rosetones que coronaban el frente principal. Esa tendencia vertical se subrayaba con pináculos y agujas, con techos empinados y detalles que contribuían a coronar aquellas construcciones.
Nada de eso acontece en las torres de Notre Dame, con un simple y chato tejado a cuatro aguas, que no se ve.
Dice nuestro colega cordobés al referirse a la fisonomía de las agujas proyectadas como prolongación de las torres: "Se levantan esbeltas, ingrávidas y transparentes hacia el cielo". Y en efecto, las imágenes dibujadas y las digitalizadas por la computadora confirman esa definición poética.
En el proyecto de Jouliá y Renk dos flechas rematan las dos torres. Estas pirámides virtuales, casi desmaterializadas, se componen de pirámides invertidas de madera que se superponen en equilibrio, están unidas entre sí por elementos oblongos de fibra de carbono y se apoyan sin lastimar la piedra antigua.
Así, la estructura proyectada, de madera laminada y encolada, contiene en sí la idea de fusión entre lo ancestral y lo moderno. "La modernidad ñdicen los autoresñ rinde así un hermoso homenaje a la Edad Media, revelando la verdad histórica de las dos agujas sobre los campanarios, que estaban previstas en el proyecto del siglo XII."
Las alas del tiempo
Si uno se propusiera como experimento consultar a los viajeros que recorren Europa (y en particular Francia) acerca de los templos góticos que retienen en su memoria, es seguro que la gran mayoría no se pronunciaría por Chartres, Amiens o Reims, que son tal vez las catedrales arquitectónicamente más destacables.
Por razones que no responden estrictamente a las calidades de sus espacios o sus proporciones, la mayor parte de los turistas se referirá a la catedral de Notre Dame de París.
Y esto no se debe a que sea la más grande ni la más antigua ni la más bella; tal vez se trate de una de las que más tiempo tardaron en construirse (72 años) si nos atenemos a las referencias que dan 1163 y 1235 como años de comienzo y finalización de la obra.
Pero desde que Victor Hugo (1802-1885) publicó en 1831 su novela Notre-Dame de Paris, con el mítico Jorobado como figura principal, esa catedral pasó a ser una figura literaria de carácter universal a la que apeló incluso Disney en los años recientes.
Por su parte, Jouliá y Renk concibieron su proyecto Las alas del tiempo en el marco de la celebración del milenio con el apoyo de grandes intelectuales, historiadores y arquitectos de Francia.