Museo del Libro
Los autores de la Biblioteca Nacional están construyendo ahora un edificio previsto en el proyecto original, que albergará documentos incunables entre otros tesoros
Al vecino podrá gustarle o no la impronta de su obra, pero observando la maqueta del futuro Museo del Libro, y considerando que la Biblioteca Nacional fue concebida en 1962, nadie puede negar que Clorindo Testa es un arquitecto capaz de ver más allá de su tiempo. Este nuevo edificio, que viene a completar el plan original de la ciclópea Biblioteca Nacional, es chiquito en relación con ésta, y muy distinto, contrariamente a lo que podría esperarse. La razón es simple: "Pasaron casi cincuenta años desde que diseñamos la Biblioteca -sostiene Clorindo Testa, en una charla telefónica-. Las cosas cambiaron mucho desde entonces, de la misma manera que uno no pinta o escribe como lo hacía hace 50 años. Los puntos de vista van cambiando con el tiempo. Sin embargo, siempre hay referencias, cuando los ponés al lado hay elementos en común, no sé... la manera de ver el espacio, el ambiente. Pero la diferencia es que éste es un edificio de 2007", concluye.
Manzana cultural
Implantado al sur de la cuadra que ocupa la Biblioteca Nacional, sobre la avenida Las Heras, entre Austria y Agüero, y donde hoy existen tres edificios considerados irrecuperables, el espacio albergará un sector dedicado a la historia de la escritura, la imprenta y el libro, e incluirá zonas de exhibición de los ejemplares más antiguos del patrimonio argentino, además tendrá un templete de 400 m2 en la azotea donde fijarán cuatro murales pintados por Demetrio Urruchúa, Manuel Colmeiro, Juan Carlos Castagnino y Lino Enea Spilimbergo, extraídos de las Galerías Pacífico en la década del 90 (ver recuadro).
El proyecto de Clorindo Testa y Francisco Bullrich, arquitecto asociado, también en la Biblioteca Nacional, completará el aspecto de la manzana y aumentará su importancia urbanística. Se trata de un edificio de 1400 m2, distribuidos en dos plantas y cinco metros de altura, con el acceso principal en la planta baja, en la avenida Las Heras, y simpáticas aberturas cuadradas y triangulares. Para valorizar el volumen y ampliar la vereda el frente se diseñó quebrado hacia atrás. En el subsuelo se dispuso una sala de conferencias y toda la planta baja, 1º y 2º piso han sido concebidos como de libre determinación, con espacios definidos y cerrados para presentar la historia de las lenguas, la escritura, o el libro, de las bibliotecas, de la lectura y de la imprenta.
La planta del primer piso será construida con estructura metálica, posteriormente a la cáscara de hormigón, para permitir el ingreso de los frescos desde el edificio vecino, y el segundo piso se conecta con los jardines de la Biblioteca Nacional por medio de una pasarela cubierta, y desde el 1º piso por una escalera interna definida en su parte central por un espacio de 10 m por 10, con una cubierta casetonada que mediante cubiertas inclinadas se conecta a los ambientes inferiores del edificio. El salón podrá destinarse a exhibiciones mediante vitrinas desmontables u oficiar de sala de conferencias, relacionadas con alguna exposición temporaria. Un puente o pasarela metálica pasará por encima de los techos del Museo Juan D. Perón, uniendo el acceso del piso superior con la playa de estacionamiento y entrada de personal de la Biblioteca Nacional. El 7 de noviembre último comenzó la demolición de los viejos edificios, en forma artesanal para evitar el impacto en las viviendas del entorno, y estiman que la construcción del museo costará cerca de 2,5 millones de pesos, financiados por el Estado. Y dicen que estará listo dentro de un año y medio.
Arte en la azotea
En la azotea, en el interior del templete de 12 por 12, con techo en forma de cruz, se ubicarán los cuatro murales que pertenecieron a las Galerías Pacífico y que fueron extraidos cuando éstas fueron recicladas para transformarse en un moderno centro comercial, en los años 90. La historia cuenta que en 1945, tras años de abandono y proyectos frustrados, los arquitectos Jorge Aslan y Héctor Ezcurra proyectaron la remodelación del edificio y cinco pintores muralistas fueron convocados para dejar sus obras en los 450m2 de superficie que ocupa la cúpula central: Lino Spilimbergo, Demetrio Urruchúa, Manuel Colmeiro, Juan Carlos Castagnino y Antonio Berni. Los murales debieron ser restaurados en 1978, con la dirección de Antonio Berni, y luego, en 1991, por un equipo argentino mexicano dirigido por Manuel Serrano Cabrera. Actualmente están siendo restaurados, a un costo de 80.000 pesos aproximadamente.
Ficha técnica
Denominación de la obra: Anteproyecto Museo Del Libro
Año del proyecto: 2007
Equipo de proyecto: Arq. Clorindo Testa
Arq. Asociado: Francisco Bullrich
Colaboradores: Arq. Agustín Melillo
Arq. Fermín Arosteguy
Asesores
Estructura: Ing. Curutchet-Del Villar
Aire acondicionado: Ing. Hernández
Electricidad: Ing. Cantaluppi
Sanitarios e incendio: Arq. Labonia y Asociados
Parquización y riego: Arq. Ana Bajcurra
Acústica: Ing. Haedo
Superficie total: 1400 m2