Metrópolis, o el culto al hormigón y el hierro
Revolución industrial, explosión demográfica, migración del campo a la ciudad, masas populares: ruptura del equilibrio urbanístico. La arquitectura del siglo XIX, obstinada en copiar morbosamente los estilos del pasado, era obsoleta para este nuevo concepto de ciudad, poblada ya a principios del siglo XX, por seres anónimos que conformaron una masa inmensa, poderosa y anónima que transformó a la urbe en metrópoli.
El arquitecto entonces, frente a los problemas de la colectividad, se convirtió en un arquitecto-urbanista que debía proyectar un hábitat adecuado para este "nuevo cliente" y sus necesidades. En 1914, se publicó "El manifiesto de la arquitectura futurista", que ponderaba el hierro, el hormigón armado, lo práctico y veloz: "Hay que suprimir, por inútiles, las escaleras y hacer trepar ascensores, como serpientes de hierro y vidrio, a lo largo de las fachadas". Un fragmento que sintetiza la idea de este movimiento y que Fritz Lang tomó para construir el escenario de su magnífica "Metrópolis" (1926). Considerado como el primer film de ciencia ficción, precursor de "Blade Runner", "Brazil" o "Gattaca", "Metrópolis" construye una ciudad futura de 2026: una espléndida acumulación de rascacielos que lanza chorros de luces, con calles y puentes de hierro construidos en el vacío que interconectan a la capital.
Un film que fue tanto el producto de una época liderada por la máquina, la industria y la masa de obreros que debía circular por la urbe velozmente como una visión futurista muy acertada de la evolución urbana.
Ficha técnica
- Título: Metrópolis (1926)
- Director: Fritz Lang
- Guión: Thea von Harbou
- Actores: Brigitte Helm, Alfred Abel, Gustav Frolich, Rudolf Klein-Rogge
- Dónde conseguirla: en todos los Blockbusters
- Acerca del director: Fritz Lang (1890-1976), nacido en Viena, estudió artes y entró en la industria del cine como guionista. Hoy parece impensable, pero el cine alemán en sus primeras décadas era equiparable en taquilla al cine de Hollywood. Allí fue que Lang comenzó a experimentar con lo que él llamaba, "el arte de nuestro siglo". "Metrópolis" y "Nibelungos" son las obras de la etapa silente más recordada de este autor y fue con "M, el vampiro de Dusseldorf", uno de los primeros films sonoros, que logró sintetizar los recursos del cine.