Malba: un orgullo para la ciudad
Después de muchas peripecias, se inaugura esta semana
Fue en 1996 cuando el coleccionista de pintura moderna y latinoamericana contemporánea Eduardo F. Costantini tomó la decisión de construir un museo para conservar y exhibir su valiosa colección. Y fue la fundación que lleva su nombre la que hizo el programa básico de necesidades y promovió el operativo que condujo a la concreción de ese propósito.
Al año siguiente, como resultado de un certamen internacional, organizado por la Unión Internacional de Arquitectos UIA y convocado en el marco de la VII Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires (BA/97), es premiado el anteproyecto presentado por tres jóvenes arquitectos cordobeses: Gastón Atelman, Martín Fourcade y Alfredo Tapia, virtualmente desconocidos hasta ese momento.
Un jurado internacional, integrado por figuras del más alto nivel, entre otros, los arquitectos Sara Topelson de México (a la sazón, presidenta de la UIA); Mario Botta, de Suiza; Kenneth Frampton, de Estados Unidos. y Enric Miralles, de España, realizó la selección entre 430 trabajos que procedían de 45 países, con concursantes de gran prestigio en el escenario arquitectónico internacional.
La entrega de premios se realizó el 14 de octubre de 1997, en un acto de la Bienal que fue presidido por el entonces canciller Guido Di Tella y el presidente de la Fundación Eduardo F. Costantini. Todavía no han transcurrido cuatro años de esa fecha y ya están colgados los cuadros sobre las paredes del flamante museo. Un plazo excepcional si se considera la realización de la documentación técnica del proyecto ejecutivo, la construcción y el equipamiento completo, pasos cumplidos sin ayuda alguna por parte del gobierno.
El proyecto
Ya desde su origen, como idea rectora, el proyecto del estudio Atelman-Fourcade-Tapia tenía como meta integrar el edificio a la ciudad y generar una atmósfera propicia para la mejor interacción entre los visitantes y las obras de arte.
Con una trama formada por la matriz que tiene como ejes las líneas de la avenida Figueroa Alcorta y la calle San Martín de Tours, los arquitectos manejaron con delicado equilibrio los volúmenes ciegos de piedra y los grandes planos de cristal.
Así, el museo se organiza alrededor de un vestíbulo central de gran altura, fuertemente iluminado, que conecta los espacios por medio de un sistema de circulaciones verticales. Hay que destacar primero que la llegada tiene un especial señorío, con una explanada de granito rústico a la que se accede por rampa o escaleras, y que es subrayada por la cubierta formada por el volumen opaco que trae la línea de San Martín de Tours.
Espacios interiores
Una vez en el interior del edificio, la circulación se realiza mediante escaleras mecánicas o un ascensor vidriado. Todos los recorridos cuentan con excelente iluminación natural y vistas al follaje del contorno.
Los autores destacan en todo momento que los espacios se concibieron como excavados en un volumen, sensación que se percibe en las perspectivas del vacío central. Las cuatro salas principales pueden compartimentarse según los formatos de las obras expuestas y las pautas específicas establecidas por el curador de cada una de las muestras que se exhiban. A ambos lados del ingreso se ubican el bar-restaurante y la librería, el primero con vistas hacia la plaza República del Perú.
En el primer nivel, tanto la bibioteca como una terraza exterior para esculturas, se orientan hacia San Martín de Tours, arteria más tranquila y arbolada del entorno.
El generoso auditorio, situado en el nivel inferior, con capacidad para 250 personas, también tiene vistas a la plaza, en tanto que el ingreso en el estacionamiento se realiza por la calle Martín Coronado.
Tanto por su plástica exterior, con un armonioso juego de macizos y transparencias, como en su tratamiento interno, el nuevo museo plantea (en un momento en el que se observan muchos ejemplos en sentido contrario) una eficiente neutralidad, que contribuye a exaltar los valores de las obras expuestas al tiempo que se enfatizan las características de una arquitectura genuinamente actual.
De este modo, el joven equipo conformado por los arquitectos Gastón Atelman, Martín Fourcade y Alfredo Tapia (que acaba de diseñar la sede del Museo Nacional de Bellas Artes, en la ciudad de Córdoba) alcanza con brillo el objetivo trazado desde las primeras ideas del proyecto: una bella forma de comunicación entre la ciudad, sus habitantes y su arte.
El equipamiento es del más alto nivel técnico
Los arquitectos Atelman, Fourcade y Tapia viajaron a Europa y a los Estados Unidos para observar casos ejemplares y las más avanzadas técnicas disponibles para su adopción.
Contaron con la asesoría del estudio británico de Ove Arup & Partners para temas estructurales (tales como el soporte de la gran lámina de cristal que da a S. M. de Tours).
Las cortinas que mitigan la entrada de luz (Rielamericano con Siemens) incorporan el sistema Instabus, que es la última palabra en inteligencia para el automatizado y oscurecimiento total.
El arquitecto Eduardo Iurcovich (Santorini) destaca la calidad y armonía general del mobiliario elegido, desde las butacas del Auditorio (Marlene de Barcelona) hasta las mesas y sillas de la confitería (Augusta, de Jorge Pensi). La misma calidad y consistencia se observan en el front desk y la librería, la biblioteca y los despachos de Eduardo Costantini y Agustín Arteaga (con muebles de Jon Gasca y Josep Lluscá).
El mismo acuerdo concertado entre equipamiento y arquitectura se advierte en la iluminación (Modulor), la climatización, los sistemas de seguridad (Protecna) y los sistemas de sonido (B&O), que se asimilan al diseño de los interiores sin disonancias ni apariciones inoportunas.
Ficha técnica
Proyecto y dirección de obra:
arquitectos Atelman-Fourcade-Tapia
Codirección:
arquitecto Carlos Sallaberry
Programación de obra:
arquitecto Guillermo Sambresqui
Coordinación:
arquitecto Alejo Pérez Monsalvo
Representante técnico:
arquitecto César Horacio Silva Alcorta
Asesor eléctrico:
Ingeniero Ricardo Marcó
Asesor estructuras:
Feragueiro y Novillo-ingenieros
Asesor extinción de incendios:
Osvaldo Vernassa SA
Asesor acústica:
Ing. Rafael Sánchez Quintana
Asesor ingeniería de fachadas:
Ove Arup & Partners
Asesor carpinterías metálicas:
Estudio Marshall
Asesor termomecánica:
Ing. Julio Blasco Diez
Empresa constructora:
Gerlach Campbell Construcciones
Cine:
Osvaldo Vacca