Laboratorio último modelo
En Buenos Aires, Bio Sidus inauguró la planta de biotecnología más avanzada de América latina
Remodelar un edificio durante más de 10 años para lograr la planta de biotecnología más avanzada de América latina, fue el desafío asumido por Bio Sidus y dos equipos de arquitectos, en Constitución 4234, Ciudad de Buenos Aires. La operación consistió en incorporar nuevos servicios de biotecnología e instalaciones de cuidado al medio ambiente a un edificio existente habilitado como laboratorio, de manera progresiva y mientras Bio Sidus comenzaba a funcionar, en 1986.
A diferencia de los laboratorios para la producción de especialidades medicinales tradicionales (de origen farmoquímico), la nueva planta de Bio Sidus cuenta con instalaciones más sofisticadas y específicas de plantas productoras de medicamentos derivados de la biotecnología, con diseño de espacios asépticos y de impecables terminaciones, y donde se realizan, además, rigurosos tratamientos de aire y efluentes.
A cargo de los arquitectos Antonio Díaz y Luis Ibarlucía (de 1986 hasta 1988), y de Luis Ibarlucía y Asociados arquitectos, luego, se renovaron totalmente las instalaciones sin dejar rastros del edificio anterior.
El arquitecto Ibarlucía explicó a La Nación que en nuestro país no existe otro edificio de estas características: "Constituyó un doble desafío construir un laboratorio moderno, de acuerdo con las últimas tecnologías, remodelando un edificio existente, ya habilitado y que no podía sufrir cambios sustanciales en su superficie y estructura".
El cuerpo principal tiene tres niveles y se anexa a dos propiedades linderas que guardan el área de marketing y administración, en un caso, y un laboratorio de análisis clínicos, el Centro de Diagnóstico Molecular, un gran depósito con cámaras de frío y acondicionamiento especial de materiales, en el otro. En la planta alta de este último se está proyectando la construcción de una nueva área para el cultivo celular masivo, de acuerdo con las exigentes normas internacionales.
En la planta baja del volumen principal (el del laboratorio existente) se ubicó, al frente, el sector público (hall de acceso, auditorio y sala de conferencias). Un pasillo central comunica con el área de administración, con Tecnoplant (división de biotecnología vegetal de la empresa), con el laboratorio de Farmoquímica, y con una unidad de hematología experimental.
En el primer piso se respetó el esquema original, y se estructuró a partir de un núcleo central compuesto por el lavadero y sector de preparación de medios, con una circulación anular que distribuye a cinco áreas dispuestas del mismo modo (laboratorios de cultivos celulares, microbiología, control de calidad y dos áreas de cultivo celular masivo).
En el anillo circulatorio del primer piso se colocó un gran pleno de distribución de servicios, que sirve a cada zona de manera independiente a través de los cielos rasos.
En este mismo nivel, al frente, se encuentra el Centro de Documentación y el sector de Dirección General.
En la última planta, al frente, se encuentra el laboratorio de fermentación bacteriana, con su correspondiente área de purificación y elaboración de medios, equipado con sofisticadas herramientas de trabajo y terminaciones de gran calidad.
El área de mantenimiento y servicios (calderas, equipos de aire acondicionado y de tratamiento de aguas) se ubicó al contrafrente para permitir su fácil mantenimiento, sin interferir con las diferentes áreas.
Crecimiento en etapas
Fuera de todo concepto idealista de lo que debe ser un laboratorio de biotecnología de punta, la empresa Bio Sidus y un equipo de arquitectos logró construir la planta más avanzada de América latina, en una obra que duró más de 10 años.
"Un laboratorio de investigación y desarrollo no es un cubo vacío, con aire puro, superficies lisas, zócalos y aristas redondeadas y sin caños a la vista, sino un lugar donde el aire está filtrado en un 99,99 por ciento, con áreas estériles y equipadas con sistemas de presión positiva o negativa para restringir el ingreso de polvo en el área, o para impedir que determinados potenciales contaminantes salgan al exterior, según sea el caso", explicó a La Nación el arquitecto Luis Ibarlucía, uno de los principales autores de la obra.
Estas áreas cuentan, además, con precámaras que evitan los cambios bruscos en la presión del área en la que se está trabajando, y los distintos niveles de gradación del aire en los distintos sectores también cumplen la misión de evitar corrientes inversas.
Se estudió la circulación del personal para que cada vez que una persona se retira de un área determinada no pueda volver a ingresar en ella sin comenzar circuito de controles de higiene y de cambios de ropa exigidos por el sector.
También, las características de trabajo y los controles de higiene y seguridad implementados garantizan la no contaminación del medio ambiente. Al agua se le realiza un pretratamiento con equipos de ósmosis inversa y sucesivas etapas de purificación, que finalmente la convierten en agua inyectable con cinco calidades diferentes, según las necesidades de los diferentes laboratorios.
En el caso de los efluentes, se discriminan los derivados de procesos industriales, para su posterior inactivación.
Las nuevas exigencias tecnológicas
El proyecto comenzó en 1986, mientras la División de Biotecnología de Sidus funcionaba en la planta del Grupo Farmacéutico Sidus. Con la conclusión de la primera etapa, en 1989, el Area Biotecnológica se convirtió en Bio Sidus.
A la par del crecimiento de la empresa, se adaptó el edificio a las nuevas exigencias tecnológicas modificando superficies, muebles y puertas, introduciendo precámaras y mejorando los sistemas de aire, agua y todo aquello que implicara el logro de un producto biotecnológico. Los proveedores y contratistas trabajaron en determinados horarios, para no interferir en la producción.
El gerente de mantenimiento de Bio Sidus, Eduardo Rubio, expresó que "los mecanismos de seguridad implementados impiden que se filtre cualquier cosa al exterior, y los efluentes líquidos están separados de los cloacales y controlados antes de su vertido final". Pero además se controla el funcionamiento de la caldera (para que su combustión sea prácticamente perfecta), y el estado de los filtros de los exhaustores de las áreas de laboratorio, de modo que el aire sale más puro de lo que ingresó.
Ficha técnica
Proyecto:
Antonio Díaz-Luis Ibarlucía, arquitectos (1987-1988); Luis Ibarlucía y Asociados, arquitectos (1989-2000)
Colaboradores:
arquitectos Pablo Carpman, Guillermo Llacay, Carlos Rabinovich, Fernando Yaben
Asesores:
Instalación sanitaria:
licenciado Jorge Chorny
Instalación eléctrica:
Mariano Ulrich
Aire acondicionado:
ingeniero Carlos Ferreiro