La manera más rápida y eficiente de limpiar el Guggy de Frank Gehry
Una espuma mágica que quita las preocupantes manchas de las placas de titanio
MADRID.- La prensa norteamericana ha estado casi auscultando el Guggenheim de Bilbao desde que se anunció la construcción del nuevo museo de la Fundación Guggenheim en Nueva York, una torre de 45 pisos, diseñada por Frank Gehry, y que también utilizaría titanio.
Motivo: las preocupantes manchas aparecidas en algunas planchas de titanio, suciedad producida por el silicio ambiental. En declaraciones a The New York Times, Gehry achacó el problema a la apatía de la constructora, que se negó a limpiar los paneles como él había pedido, debido a la prisa en inaugurar el museo.
La catedral del arte del siglo XX, que nació como un símbolo de la renovación estética de Bilbao, fue víctima de ese mismo entorno, cuando se hicieron evidentes en el edificio zonas recubiertas por visibles manchas que hicieron temer por un progresivo oxidamiento del titanio que recubre el museo. Los responsables del centro no contaban con que el metal más inalterable que existe pudiera ensuciarse de esta manera, apenas cinco años después de su laminación y posterior instalación en más de 40.000 placas de espesor. Se decidió entonces hacer un análisis de los componentes que actuaban en ese deterioro; el resultado arrojó un culpable: los depósitos de sólidos suspendidos en el aire que se incrustaban en el titanio y no eran borrados por la acción de la lluvia porque eran zonas guarecidas, como la visera.
El director general del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, aseguró que en ese momento sólo contaban con un sistema de limpieza, el que proporcionó Timet, fabricante de las planchas de titanio, "que requería un enorme costo, no ofrecía una solución a mediano ni largo plazo y nos sometía a la esclavitud de tener que recurrir siempre a ellos para la limpieza".
El museo decidió entonces contratar a Inasmet, un centro tecnológico guipuzcoano especializado en el tratamiento de metales, que es el que ha estudiado la causa de la suciedad y ha desarrollado un producto específico para limpiar el titanio fácilmente, utilizando grúas y escaladores para sortear los irregulares volúmenes del edificio y las partes menos accesibles. El presupuesto del estudio de las manchas y el desarrollo de este producto para mantener la brillantez del titanio ha sido de 74.454,42 dólares. La limpieza completa durará unos dos años y el producto le costará al museo unos 2567 dólares.
En esta primera etapa, la limpieza abarcará la tercera parte de la superficie del museo, unas 10.000 láminas. El titanio recuperará en buena parte las calidades que convencieron a Gehry de su empleo masivo.
El estudio señala que el exterior del Guggenheim no estará nunca completamente limpio ni completamente sucio. Como sucede con las zonas acristaladas y de piedra, la limpieza de su piel de titanio será realizada dentro del ciclo de mantenimiento rutinario del edificio, por lo que su aspecto será casi siempre el mismo.
Sólo en esta primera etapa, iniciada el 20 de junio último y que concluirá en diciembre próximo, se acometerá una limpieza de choque para eliminar las manchas rojizas causadas por la contaminación atmosférica en la superficie metálica.
Sin dañar el ambiente
Según Alberto Pelayo, director del departamento de ingeniería de Inasmet, el titanio recuperará en buena parte las calidades que convencieron a Gehry de su empleo masivo.
"Nos planteamos cinco condiciones: no alterar el aspecto original, su rugosidad, brillo y color; que fuera de fácil aplicación, rápido, y que no ocasionara daños colaterales, utilizando un proceso amable con el entorno y el medio ambiente, porque debemos pensar en no contaminar la ría. Son 30.000 m2 con un total de 42.800 paneles. Para esto habría que utilizar una tonelada y media de producto y el líquido resultante no se puede ir por la alcantarilla. Por último, debíamos considerar el aspecto de seguridad: no podemos hacer un producto que sea peligroso para el operario y para el medio ambiente."