Jardín flotante en el corazón de Manhattan
El estudio Diller-Scofidio+Renfro proyectó un espacio verde en las vías de un ferrocarril abandonado, que será extenso como el Central Park, y cuya obra empezará a fines de 2005
NUEVA YORK.- Un oasis urbano, casi tan largo como el Central Park, atravesará el Meatpacking District, la zona de las carnicerías mayoristas transformada en el barrio más fashion de la Gran Manzana. A pesar de que allí hoy están las boutiques, bares, restaurantes y hoteles más de moda, y que el tráfico de día y de noche es imparable, pocos sabían de este auténtico jardín, secreto y salvaje, proyectado en el corazón de Manhattan.
Hasta ahora, porque el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) inauguró una muestra sobre su futuro, y de pronto el High Line (llamado así por ser el soporte de unas líneas de ferrocarril elevadas abandonadas desde la década del 60) se convirtió en el sueño colectivo de vecinos y turistas.
El ganador del concurso, organizado por la ciudad de Nueva York y la ONG Amigos del High Line, fue el estudio de arquitectura Diller-Scofidio+Renfro, trabajando junto con los paisajistas Field Operations. Su inspiración fue la belleza melancólica y salvaje de las vías abandonadas, "donde la naturaleza ha recuperado para sí lo que una vez fue una parte vital de la infraestructura urbana", según explicó el equipo encargado del proyecto, liderado por el americano Mathew Johnson (de 32 años) y compuesto por la arquitecta sudafricana Hayley Eber (de 28) y el arquitecto argentino Gaspar Libedinsky (de 28).
La idea básica fue armar entre los edificios un camino de una milla y media con losetas de hormigón, rodeado por zonas de bosques, pasto y terrazas para tomar sol, pantanos y jardines flotantes: "Buscamos preservar la experiencia de explorar entre vegetación salvaje como existe hoy, pero con los caminos necesarios para hacer viable la visita de miles de personas -explica Johnson-. Los puntos de acceso en el High Line fueron diseñados como experiencias de acercamiento y descubrimiento, cortando la gigantesca estructura de acero con escaleras pausadas, rampas y ascensores, "pensados para resaltar este momento de transición entre el ritmo frenético de las calles y la zona más relajada y única del jardín que se eleva sobre ellas", agregó.
Parte del parque estará abierto de noche, y la iluminación será muy particular: "Siempre constante, suave y a ras del suelo, integrada al sistema de placas de homigón. De esta manera se podrá ver el camino sin que eso implique perderse la extraordinaria experiencia de las luces de la ciudad", explicó Libedinsky.
También, en vez de construir paredes y rejas, se hundirá el camino para peatones en las zonas con bordes peligrosos y se lo rodeará con vegetación alta para evitar que la gente se caiga del High Line: "Al cambiar las reglas de relación entre plantas y peatones, nuestra estrategia de agritectura combina materiales orgánicos y de construcción para acomodar, de manera flexible, lo salvaje, lo cultivado, lo íntimo y lo hipersocial. Así se puede dar una respuesta dinámica a las cambiantes necesidades del contexto con un proyecto diseñado para quedar perpetuamente inacabado", concluyó Eber.
Proyecto con fronteras borrosas
Mundialmente conocidos por borrar las fronteras entre la arquitectura y las artes escénicas y visuales, el Museo Whitney de Nueva York honró al estudio, en 2003, con una retrospectiva llamada, irónicamente, La aberrante arquitectura de Diller y Scofidio, que en los últimos años se han quedado con algunas de las principales obras en Estados Unidos, como el Instituto de Arte Contemporáneo de Boston y el rediseño de los espacios públicos del Lincoln Center, en Manhattan. "Existe un ecosistema en el lugar -declaró a la prensa Elizabeth Diller, titular del estudio-. En el momento que se permita la entrada de la gente, ese ecosistema será destruido. El objetivo era encontrar una manera para que las personas y el crecimiento puedan coexistir." Por su parte, Ricardo Scofidio agregó que el objetivo es mantener el lugar lo menos comercial posible, de manera "simple y natural".
La muestra del MoMA del proyecto ganador del concurso para la reconversión de esta desconocida ruina industrial cubierta de yuyos y malezas en un paseo público abierto puede visitarse en el museo hasta el 31 de octubre, y on line en www.thehighline.org). La semana última se anunció que el Consejo Federal del Transporte le dio el visto bueno al proyecto, con lo que se espera que para fin de año se empiece la obra y una primera parte esté lista para 2007. Sería el segundo jardín elevado del mundo, después de la Promenade Plantée de París, también construida sobre vías de tren abandonadas.