Incompetentes narcisistas. Los jefes que llegan al poder
La falta de capacidad y el ego excesivo representan una combinación peligrosa para la salud mental de los equipos a su cargo
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Estimado lector: no le quiero arruinar el fin de semana cuando lea este suplemento. Pero el sábado es el día en el que la mente puede estar más relajada (si es que el viernes no tuvo un after office de intoxicación etílica). Tal vez, luego de leer esta nota, vaya a su jardín, a la plaza o al balcón (no, mejor al balcón no) y pueda meditar esta pregunta: ¿Qué clase de jefe tengo? Si la respuesta es abrasivo, abusivo, loco o loca, mezquino, vago o insufrible entre tantos adjetivos hermosos, usted está en problemas. Y sí, su sábado quedó arruinado. Si estos adjetivos describen a sus jefes, estamos frente a gente espantosa. Y nada peor que la combinación de narcisismo (un amor sobredimensionado de sí mismo) con la inutilidad.
Si bien la Argentina es hoy un lugar particular para el mercado laboral por la inflación galopante que existe, generalmente, el 75% de las personas se van de sus trabajos debido a un mal jefe. Los argentinos en la actualidad tenemos que soportar a esos malos jefes y no irnos para no quedar en la calle. Una encuesta considera que el 65% de los norteamericanos preferirían cambiar de jefe antes que recibir un aumento. Tal vez eso nos pase algún día…
El argentino Tomás Chamorro-Premuzic, es Chief Talent Scientist en Manpower Group, professor de business psychology en la College London y Columbia University y una eminencia mundial en entender la psicología de los líderes. Para Premuzic hay una diferencia entre las características y comportamientos para elegir un líder y las características y comportamientos que se necesitan para liderar efectivamente. Es decir que lo que lleva a ciertas personas a conseguir el rol de líderes puede ser lo contrario a lo que el trabajo de líder requiere. Situación ideal para una serie como Black Mirror.
“La competencia es cuán bueno uno es en algo. La confianza es cuán bueno uno cree que es en algo. La competencia es la habilidad, la confianza es la creencia en esa habilidad”. Esta definición de Chamorro-Premuzic deja muy en claro de dónde se va a agarrar el narcisista: de la confianza. Y si además el narcisista con ego ampliado es incompetente, el infierno está en las puertas de tu trabajo. Pero lo más triste es que muchas empresas, y de forma desproporcional, promueven a los narcisistas. Es que cuando estamos frente a alguien que se mira al espejo y no ve a la bruja sino a la realeza, esa persona irradia un polvo mágico que convence al futuro empleador. Especialmente a las incompetentes áreas de selección que se dejan engañar con el velo de la soberbia ajena. Es que el narcisista sabe venderse. El inepto narcisista realiza una evaluación de sus talentos que nada tiene que ver con la realidad, sobreestimando sus capacidades. En cambio, los más competentes, son más autocríticos y tienen más dudas, y eso no vende ni encandila.
Es muy fácil distinguir una persona competente de una que se basa en la confianza en sí mismo: el competente es detallista, se prepara para poder presentar bien, entiende los potenciales riesgos, es prudente. El que se basa en la confianza, es un suicida, toma riesgos que nos dejan con la boca abierta y es superficial. También seducen, y mucho.
Combinación peligrosa
No todos los narcisistas son incompetentes, no insultemos a los narcisistas. Simplemente son psicópatas (entre un 4 y un 20% en la vida corporativa, según el autor que se analice). Pero la combinación de ambas cosas es espantosas. Steve Jobs era narcisista pero era absolutamente competente. Lo mismo Elon Musk, el fundador de Tesla y dueño de Twitter (ahora X). Entonces podemos soportar al narcisista por un tiempo porque vamos a aprender, lo vamos a admirar y vamos a transpirar del susto. Pero si le agregamos la incompetencia, no nos sirve y tenemos que mirar el mercado laboral rápidamente.
¿Qué sucede en tiempos de incertidumbre? Tener un narcisista egocéntrico e inútil es un misil con cabeza nuclear que nos hace volar en pedazos. Entonces, ¿qué tipo de líder es mejor en esas circunstancias? Un líder aburrido, coinciden Premuzic y Timothy Judge en otra investigación de la University of Florida. Para Judge la efectividad en la gestión viene de personas estables, agradables y confiable. Lejos estamos de un glamoroso jefe egocéntrico. Los jefes más aburridos pero estables, tienen personalidades que permiten lidiar con mayor claridad en momentos difíciles debido a que pueden manejar su emocionalidad.
Por supuesto que no todos los grandes líderes son narcisistas. No hace falta. Jobs era narcisista pero su sucesor, Tim Cook, es una persona reservada y discreta que jugó un papel fundamental en la consolidación de la compañía desde hace décadas.
Medidas concretas
¿Qué deberían hacer las empresas para evitar estos monstruos organizacionales? Primero, hay que cambiar la actitud de las organizaciones de tolerar a los narcisistas. Si estas personas existen es porque son toleradas y buscadas. Segundo, tener procesos de selección aceitados para lograr entender las verdaderas competencias del candidato o candidata. Finalmente, hay que evitar encandilarse por el carisma de los narcisistas y evaluar qué pasaría si esa persona estuviera a cargo de un equipo; ¿Qué efectos tendría en la gente? ¿Sería un liderazgo efectivo? ¿Desarrollaría bien a su equipo? Estas preguntas básicas nos permiten ser más objetivos y evitar en encantamiento de estas serpientes con traje.
Y si usted, mi estimado lector, es un narcisista encubierto, es probable que tenga un nivel alto de psicopatía según los estudios. En estos casos, los análisis que la inteligencia artificial realiza los dejará desnudos frente a un potencial empleador. La psicopatía puede ser detectada en el lenguaje, en la forma dominante que la persona habla o escribe, en la agresión e irritabilidad del lenguaje y en la tendencia a insultar. Todas estas cosas son indicadores consistentes de una alta psicopatía, según aclara Premuzic. Un estudio también encontró una alta correlación entre la cantidad de selfies que posteamos en las redes sociales y el nivel de psicopatía. A partir de ahora, solo suban paisajes así al menos disimulamos un poco quiénes somos.