Imagen tecnológica junto al río
Para el proyecto que mereció el primer premio del certamen, en el contexto de la Bienal BA01
Dentro de la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires, recientemente finalizada, se realizó el concurso nacional de ideas del corredor turístico Puerto Madero-La Boca. Los tres premios adjudicados en esta convocatoria correspondieron a profesionales muy jóvenes, especialmente el primero, otorgado al equipo conformado por los arquitectos Guillermo Annés, Sebastián Balbuena, Alejandro Coppari, Andrés Fernández Abadie y Diego Boyadjian, con las arquitectas Corina Gregoris y Andrea Mielnichuk como colaboradoras.
El objetivo que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Corporación Antiguo Puerto Madero se fijaron en este llamado a concurso fue la integración de la zona de la ribera, por medio de recorridos turísticos organizados entre el desarrollo urbanístico de Puerto Madero en el área central y la zona sur de la ciudad, con sus tradicionales barrios de La Boca y Barracas. Se planteó el proyecto de localización urbana y el diseño de prototipos de paradores para un sistema de transporte ligero ferrovial y fluvial. Transporte que, en su aspecto fluvial, será la versión local de los clásicos vaporettos venecianos, según expresara el director del Museo Nacional de Bellas Artes y de la Bienal de Arquitectura, Jorge Glusberg, durante la entrega de premios, y ratificara el vicepresidente de la Corporación Puerto Madero, arquitecto Roberto Converti. Totalmente nuevo para Buenos Aires, el sistema estará conformado por un circuito de tranvías eléctricos panorámicos -a cuyas estaciones los autores de la propuesta prestaron especial atención-, y un recorrido fluvial cubierto por lanchas preparadas para tal fin. Algunos de los hitos que se recorrerán en la paseo serán el puerto de pasajeros de Dársena Norte, el puente de la Mujer, diseñado por Santiago Calatrava, el casco antiguo de San Telmo, la Vuelta de Rocha, el viejo puente transbordador Avellaneda y la rambla de la avenida Pedro de Mendoza.
El diseño de los paradores tanto fluviales como de tranvías es un tema con escasos antecedentes recientes en el equipamiento público porteño. En este caso, los autores encontraron en las estructuras metálicas propias de la arquitectura portuaria y ferroviaria de fines del siglo XIX, una imagen reconocible para la memoria.
"Edificios como las grúas del puerto, el puente de La Boca, y las estaciones ferroviarias supieron convertirse en hitos urbanos -afirman los proyectistas- resolviendo con economía de recursos diferentes problemáticas." La idea fue recuperar estos criterios con un concepto contemporáneo y un pensamiento adecuado para cada solución. Los paradores fluviales se insertan en el espejo de agua a modo de expansión de las ramblas, generando una instancia previa al embarque La transparencia es denominador común y se refuerza por la nítida expresión de las secciones del acero y la utilización del vidrio serigrafiado en las cubiertas y paramentos verticales, permitiendo visuales en todas direcciones y desdibujando los límites espaciales.
Un equipo de jóvenes muy premiados
Los arquitectos Annes, Balbuena, Coppari, Fernández Abadie y Boyadjian, con un promedio de edad que no supera los 30 años, han sido premiados en diferentes ocasiones durante los últimos tiempos. Los reconocimientos obtenidos en concursos incluyen el segundo premio en el de anteproyectos para el Parque Central de Mendoza, la primera mención en la puesta en valor del Monumento a la Bandera en Rosario -realizado en 1995- y en la convocatoria privada para la construcción del puente frente al Aeroparque. La actividad de este estudio incluye también el proyecto y la dirección de numerosas viviendas individuales urbanas y suburbanas. Además, han participado en diferentes obras en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
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Premisas claras en todas las propuestas
El segundo premio del corredor turístico correspondió al arquitecto Nicolás Sancho, que elaboró sus propuestas de paradores fluvial y terrestre sobre la base de las imágenes de contenedores. Así, prismas transparentes con cubiertas metálicas que bajan por los laterales y grandes superficies vidriadas , con ligeras modificaciones entre sí, sirven para alojar a los pasajeros sobre el agua y la tierra firme. Por su parte, el tercer premio fue entregado a los arquitectos Horacio Sardin, Mariana Varon, Roberto Frangella y Guillermo Dergarabedian, con quienes colaboraron Roque Frangella (fotos), Mariana Sainz y Matías Frazzi (maqueta). En este caso, la estructura de la envolvente de los paradores se compone de arcos metálicos arriostrados entre sí, conformando un túnel, con una piel de parasoles de aluminio que protege la caja de cristal con la oficina de miniturismo. La envolvente cobija y aísla de la realidad para iniciar el recorrido, según sus autores, como una metáfora del túnel del olvido con un tesoro en su interior: la oficina de cristal, inicio del viaje.