El último mohicano: Juan Román Riquelme tiene su propia hinchada de escritores
El exmediocampista y actual vicepresidente de Boca Juniors se convirtió en referente de la belleza y la inteligencia en el fútbol para cronistas y narradores como Eduardo Galeano, Juan José Becerra y Martín Caparrós
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El ídolo xeneize Juan Román Riquelme (San Fernando, 1978), actual vicepresidente y candidato a presidente del Club Atlético Boca Juniors, trasciende el ámbito deportivo (también el político-judicial) para convertirse en héroe de los escritores, y no solo entre los argentinos.
En el ensayo cultural y testimonial Desde la Boca, de Martín Kohan y Ricardo Cohen, se lo presenta como un “narrador omnisciente” del fútbol, por la comprensión completa del juego. “Adoro a muy pocos dioses, y uno de ellos es Juan Román Riquelme; los otros no sé quiénes son -dijo Martín Caparrós, autor de Boquita, a LA NACION en 2020-. […] Vi mejores jugadores, pero esa emoción de verlo en la cancha de Boca, parar la pelota y levantar la cabeza, no la tuve con ningún otro futbolista”.
Hoy Falleció Eduardo Galeano... Esto es lo que escribía sobre Juan Román Riquelme. pic.twitter.com/bmaShGwKAf
— Juan Román Riquelme (@EternoDiez) April 15, 2015
En 2011, al escritor uruguayo Eduardo Galeano le preguntaron sobre la belleza en el fútbol. “El espacio otorgado a la fantasía y la belleza se reduce cada vez más -respondió-. Pero esa belleza es lo que hace del fútbol algo único y por eso nunca van a terminar de extinguirse los jugadores distintos. El fútbol no va a perder la belleza que lo distingue por más que el enganche deje de existir y Riquelme, como último exponente de ese tipo de jugador, el último mohicano, lamentablemente se retire algún día”.
Días atrás, la escritora Mónica Sifrim compartió en su muro de Facebook un poema del peruano Mario Montalbetti, que considera a Riquelme un jugador “fuera de serie”. El poema, que combina reflexiones deportivas y literarias, se titula “La teoría del poema de Juan Román Riquelme”.
Hay mucha bibliografía sobre Riquelme. Entre otros, el periodista Alfredo Luis Di Salvo publicó Riquelme. El torero, donde revivió los mejores momentos del jugador que se lució entre 1996 y 2014 con la camiseta de Boca; el escritor Diego Tomasi, en El caño más bello del mundo, escribió un perfil del jugador, en el que abordó la “filosofía riquelmiana” dentro y fuera de la cancha, y su colega Patricio Zunini, en Román. El hombre que marcó la historia de Boca, con prólogo del escritor boliviano Edmundo Paz Soldán, trazó el recorrido del gran héroe boquense con un coro de voces de la “hinchada” letrada.
Consultados por LA NACION, escritores argentinos dieron su punto de vista sobre el aclamado mediocampista y actual adversario de la fórmula integrada por el exministro de Modernización Andrés Ibarra y el expresidente de la nación Mauricio Macri.
Juan José Becerra
El don más extendido de Riquelme es el de imponer un ritmo. Cuando jugaba, cuando habla, cuando toma mate, siempre impone su ritmo. No importan las condiciones. Él siempre está defendiendo su velocidad. Si tenemos en cuenta que la mayoría de las veces la velocidad que llevamos casi nunca es una velocidad nuestra, no podemos más que envidiarlo. Riquelme no se deja atropellar por fuerzas extrañas. Ese es su poder, y sabe ejercerlo en todos los escenarios.
Carlos Aletto
Aquellos que amamos la literatura y el fútbol, comprendemos que ciertas figuras han elevado este deporte a una narrativa apasionante, capaz de detener la muerte. Cuando uno lee un libro o mira un partido de fútbol, la muerte no existe. Al igual que “El hombrecito del azulejo” de Mujica Lainez o Sherezade de Las mil y una noches, los futbolistas como Maradona, Messi y Riquelme han logrado, con sus magistrales jugadas y con lo que expresan dentro y fuera de la cancha, detener la muerte. En estos días, percibo a Riquelme como un símbolo que le toca desafiar todo aquello que no pertenece al universo del fútbol. Es Riquelme contra el reino de la muerte.
Lucía de Leone
Contra el mandato paterno puesto en Vélez, los hijos nos hicimos de Boca. Soy de la época de Riquelme, el que la pisa y juega de enganche, el as de los tiros libres, el que lentifica el juego pero define con precisión. Ese mismo que además hace cosas con palabras y se da a leer como líder popular también en el afuera de campo. Como el Diego, habla en tercera persona, se le plantó a una dirigencia pasada de Boca valiéndose de la parodia para expresar en el festejo toda una queja: la imagen detenida de una escucha atenta. ¡Cuán lingüista, cuán literario, resultaste, Román, que en un anagrama de tu nombre casi que leemos al amor! Ese que vence al odio, y que nos deja como ofrenda una bombonera entera.
Martín Kohan
Me inclino por la fórmula Riquelme-Ameal. Comparto el criterio con que vienen conduciendo a Boca, tanto en lo deportivo como en el carácter social que evidentemente tiene nuestro club. Destaco iniciativas como la de recuperar como popular la tercera bandeja del lado de Casa Amarilla, que Angelici había convertido en platea, reduciendo su capacidad y encareciendo los precios. En lo estrictamente futbolístico, los resultados de esta primera etapa superan claramente los obtenidos por Macri en su primera etapa, cuando eligió como técnicos a Bilardo y al Bambino Veira, hasta que felizmente desoyeron sus planes de contratar como técnico a Daniel Passarella y prefirieron traer a Carlos Bianchi.
Alejandro Vaccaro
Soy socio de Boca desde hace más de 48 años. Soy socio vitalicio, he sido dirigente en algún momento y presidí el departamento de básquet profesional en dos oportunidades. Ahora presido la agrupación política Azul y Oro. Riquelme encarna la inteligencia aplicada al fútbol dentro de la cancha. Era un hombre que ejecutaba con una inteligencia suprema las jugadas que eran beneficiosas para el equipo, siempre pensando en el arco rival. Y era un hombre que entendía perfectamente que en el fútbol hay que despojarse del individualismo, que es un juego colectivo, y que aún en una buena posición para rematar al arco él prefería pasarle la pelota a un compañero para que hiciera el gol si este estaba mejor ubicado. Jugador extraordinario, como dirigente está haciendo sus primeras armas y creo que le va a ir bien. Confío plenamente en su gestión y cuando haya elecciones lo voy a votar sin ningún tipo de dudas.
“La teoría del poema de Juan Román Riquelme”
“el cuatro está solo” dice Juan Román Riquelme
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y esa frase es la primera parte de su teoría del poema.
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No se trata de un elogio de la soledad del cuatro
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sino de un elogio de la soledad del espacio
que se abre
alrededor del cuatro.
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Es en la soledad que se juega el poema,
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pero no en la soledad de las palabras
sino en la soledad de los espacios
por donde se van a mover las palabras.
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Cuando Juan Román Riquelme dice “el cuatro está solo”
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el cuatro no está solo para orar en una ermita
ni para meditar sobre la futilidad del juego.
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“el cuatro está solo” es que el espacio
delante del cuatro
se puede abrir.
¿A qué? al movimiento, dice Juan Román Riquelme.
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El movimiento exige la soledad de espacio.
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Esa es la primera parte.
La segunda parte de la teoría del poema de Juan Román Riquelme
es un símil:
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si vas por la autopista y hay un atolladero
entonces doblás, dice Juan Román Riquelme
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y vas por donde no hay congestión.
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El símil es con el poema: si estás escribiendo
un poema
y ves que hay muchas palabras delante de ti,
te desviás y vas por donde hay pocas.
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Hay quienes (a veces locos, a veces genios)
ven un atolladero
y se meten por ahí, Messi, Góngora,
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gente rara que aborrece la soledad
del espacio.
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La dificultad del poema
es que hay muchas palabras juntas
y entonces
nada se mueve
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y todo apunta al 0-0,
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al aburrimiento radical de 47 pases horizontales
para que nada realmente ocurra.
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Esa es la teoría del poema de Juan Román Riquelme.
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Zinedine Zidane (debo buscar la referencia)
había dicho algo similar:
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“si te dan dos metros
cualquiera escribe bien”.
De Mario Montalbetti
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