El medio ambiente, recuperado
El paseo costanero, la extensión de la Cañada y la creación de 16 calles peatonales le cambiaron la cara a la antigua ciudad mediterránea
CORDOBA.- Durante los años 70, la ciudad más central del país experimentó un crecimiento desordenado, caracterizado fundamentalmente por la especulación inmobiliaria.
La existencia de planes de vivienda de interés social, con créditos del Banco Hipotecario Nacional denominados VEA; la valorización y reconstrucción del barrio Nueva Córdoba, edificado sobre el cadáver agonizante del patrimonio de principios de siglo, y el surgimiento de lenguajes vernáculos, que asociados al talento de arquitectos como Togo Díaz delinearon el perfil del área central de la capital mediterránea, fueron protagonistas del desarrollo urbano en esta década. En 1968 y una vez finalizados sus estudios con Louis Khan, Miguel Angel Roca regresó a su Córdoba natal y se abocó a la construcción de las torres Castro Barros, el conjunto Hábitat para profesores universitarios, y el conjunto de Santo Domingo, entre muchas otras obras. Este se erigió desafiante ante la creencia de que los arquitectos de entonces olvidaban a la ciudad en el momento de proyectar. El conjunto, que se armó con cuatro torres de 16 pisos articuladas por medio de bloques de 6, posee alturas y densidades que propician su integración en el barrio.
El río ausente
Los habitantes de Córdoba recuerdan la corta gestión del intendente Taboada como un tiempo de transición. Cuatro calles peatonalizadas y el remozado de un pequeño sector de la ribera fueron un adelanto de lo que sería la gran transformación de la ciudad, ocurrida durante los gobiernos democráticos.
Entre 1979 y 1981, Miguel Angel Roca fue designado secretario de Obras Públicas y su labor inauguró esta nueva etapa de florecimiento y reordenamiento urbano. La red de calles peatonales fue extendida, se crearon plazas como la España y la Italia, y más parques de recreación. Entonces, la pretensión del plan gubernamental era la realización de 2 plazas por mes, 24 al año.
El sistema peatonal dio lugar a la creación de un eje cultural que articula los fragmentos de la ciudad colonial y, al mismo tiempo, refuerza la presencia de la historia en el imaginario cordobés.
Una vez instalado el gobierno de Ramón Mestre se acentuó la faraónica tarea de recuperación del cauce y la ribera del Suquía y las obras de la Cañada.
Contaminado, con apenas 15 cuadras de paseo costanero, habitado por lúmpenes e inseguro, el Suquía se negaba a la ciudad y la ciudad negaba su río.
Se erradicaron los asentamientos que se dispersaban irregularmente en la ribera, se plantaron más de 200.000 árboles, se hizo la avenida de circunvalación vial y se creó un equipamiento urbano de fácil reconocimiento. Compuesto por luminarias, bancos, barandas, terrazas estratégicamente dispuestas en las desembocaduras para que los paseantes puedan disfrutar de las imágenes del río, el sistema de equipamiento se completó con la señalización los y puentes pedestres.
En la actualidad, la ciudad goza de un paseo costanero que supera los 15 kilómetros, un verdadero parque lineal que atraviesa la ciudad y favorece la calidad del medio ambiente.
La Cañada se mejoró, se extendió y se resolvió el difícil encuentro entre ésta y el río Suquía.
La no ciudad
Autopistas, hipermercados, shoppings y una cantidad creciente de countries y barrios privados comenzaron su avance sobre la ciudad a principios de los años noventa, amenazando con la desaparición del concepto de lugar, desestimando a la ciudad como organismo cultural y atentando contra el sentimiento de pertenencia de los ciudadanos.
En 1991 se terminaron las trazas del Parque de la Vida, estratégicamente ubicado en el nacimiento de la Cañada. En su generosa extensión cada familia festeja el nacimiento de sus vástagos plantando un árbol. Unos años más tarde se realizó el Parque de las Naciones, en el cerro de las Rosas, recuperando para la ciudad tierras antes ocupadas por urbanizaciones irregulares. Cuando el hotel Sheraton despuntó en el skyline serrano, Córdoba ya era una capital internacional.
El nuevo Palacio de Justicia, el Sheraton y el Nuevo Centro Shopping, entre otros, son trabajos realizados por un estudio que, en la década del noventa, cobró vital importancia en la arquitectura local, el team Gramática, Morini, Pisani, Guerrero y Urtubey.
También los Centros de Participación Comunal hicieron su aparición en esta época. Catedrales laicas para las patrias barriales, como gusta llamarlas su autor, Miguel Angel Roca, son la expresión más evidente de los esfuerzos de descentralización que emanan del poder municipal.
El primero de ellos, el CPC Argüello, fue terminado a mediados del año 94; a finales de este año se finalizará el último completándose, de este modo, los ocho edificios proyectados.
Monumentos del pasado
Los nombres de Rodolfo Gallardo y Marina Waisman están indisolublemente ligados a la recuperación patrimonial de los monumentos y la arquitectura doméstica de Córdoba.
Si bien la legislación provincial y municipal existente es genérica y anticuada, a fines de la década del setenta, y de la mano de Roca, se empezó la restauración del conjunto de viviendas conocido como Paseo de la Artes.
A pesar de la pérdida de casi todas las viviendas coloniales, las grandes obras de arquitectura jesuítica como la Casa del marqués de Sobremonte, el Cabildo, Las Teresas, parte del colegio Montserrat y la Compañía de Jesús se mantuvieron en pie.
En los últimos años, el Cabildo fue objeto de una minuciosa restauración, al igual que la Cripta del Viejo Noviciado Jesuítico, antes escondida bajo el asfalto.
Una gran escalinata enmarca al monumento Obispo Mercadillo, única habitación de la casa de la familia homónima.
Por último, el Salón De Profundis, una pequeña construcción que formó parte de un convento jesuítico, se recuperó recientemente, completando la restauración patrimonial en el área central de la ciudad.
El mantenimiento del patrimonio
En Córdoba, como en el resto del mundo, los especialistas en recuperación patrimonial se debaten entre dos grandes tendencias. Los conservacionistas a ultranza pretenden que cada operación de rescate se ejecute en un todo de acuerdo con el edificio original. Entre ellos, hablar de refuncionalización es inadecuado y, en general, no tienen respuesta a la pregunta de cómo conseguir fondos para el mantenimiento del bien patrimonial. Este es, de algún modo, el caso de la Estancia Santa Catalina, de origen jesuítico e integrante del patrimonio nacional. La misma fue subdividida en sucesivas oportunidades entre los herederos legítimos. Hoy en día, la capilla está en peligroso estado de deterioro al igual que las habitaciones y los patios ya que, aunque se usa en forma permanente, no hay fondos para su recuperación.