Eduardo Catalano Y una bella ofrenda para la ciudad
En la Plaza de las Naciones Unidas, muy pronto florecerá la Floralis Genérica. Se trata de una obra ambiental que cubre 4 ha
Cuando esta fascinante creación de Eduardo Catalano, la Floralis Genérica , pase a formar parte del paisaje urbano de nuestra ciudad, sobrevendrá un hecho absolutamente singular. Porque la idea de Catalano no es, en sentido estricto, ni una escultura ni un aparato; es, como su autor la designa, una obra ambiental . El arquitecto se opone explícitamente a que se utilice la palabra monumento. Así lo señala antes de comenzar el siguiente diálogo:
- En su libro La constante , usted revela la génesis de muchas formas que nos rodean. En el caso de la obra que diseñó para Buenos Aires, ¿cuál ha sido la idea rectora que lo llevó a proponer estas imágenes?
-Me considero un arquitecto que exalta la organización que brinda la estructura y su relación con geometría y espacio. Las dos primeras son ramas de las ciencias. El espacio es una expresión poética. Los tres constituyen una unidad indivisible, tal como la presenté en mi libro La constante . Una unidad indivisible como es el fuego y su luz.
También escribí que cada forma tiene su estructura y cada estructura su escala. Apliqué estos conceptos a Floralis Genérica . No juego con formas inconstruibles , ni con anécdotas visuales. Trato de ser fiel a la realidad física, aspiro a la pureza, la precisión y el uso de la más avanzada tecnología. En nuestro ejemplo, tecnología espacial.
-Usted es vastamente conocido por sus trabajos con superficies de doble curvatura y algunos procesos topológicos. ¿Hay en estas formas que ofrece la obra alguna evocación de esa línea de pensamiento?
-Las superficies de curvatura positiva, que definen formas cerradas, y las negativas, que son abiertas e infinitas, generan estructuras espaciales. Ambas proveen gran rigidez y liviandad, a través de formas tridimensionales y no por la cantidad de material. Son sistemas orgánicos y con continuidad geométrica. No ensamblados de partes como la Torre Eiffel.
-Retornemos a La constante, allí usted alude a una rosa y habla de imaginar una nueva especie que no podría hallarse en ningún catálogo floral, ¿es esa gran flor que se agrega al paisaje porteño expresión de esa nueva especie?
-No recuerdo si fui capaz de concebir tal sueño. Tal vez mi olvido hizo que ese sueño se haya convertido en realidad. Cuando concebí Floralis Generica sentí por unos instantes, sólo unos instantes, que me había convertido de arquitecto en la Diosa Naturaleza creando una nueva flor sobre la tierra. Flor que por su carácter genérico es síntesis y símbolo de todas las flores.
El mismo concepto, poner énfasis en la preponderancia del género sobre las especies (Linneo), lo aplico a mis obras de arquitectura. Busco respuestas universales, formas inevitables basadas en fenómenos físicos, naturales, o en leyes matemáticas. Mi objetivo es liberar a la arquitectura de sus formas evitables.
-Esta ofrenda que entrega a la ciudad, ¿puede interpretarse además como una lección para estudiantes y estudiosos, a nivel estético y creativo? ¿O incluso más allá?
-Los estudiantes son víctimas de los llamados estudiosos, pues éstos no educan, sino que entrenan mediante proyectos que simulan el ejercicio profesional. Los estudiantes pasan sus años de estudios proyectando especies, edificios hipopótamos, jirafas y gacelas, sin estudiar primero cuáles son sus comunes denominadores, o sea las constantes del género edificio. Además, no existe investigación. Si la hay, se investiga un pasado repetido, o el presente, que en un instante es pasado. Debe investigarse cuáles son las bases que definirá la arquitectura de mañana, tema éste que explico con ejemplos en mi traducción inglesa de La constante ( http://www.theconstant.com ).
-El espacio que rodeará a la Floralis Genérica podría llegar a ser un auténtico lugar urbano, con los atractivos que esto implica, si se lo dotara del equipamiento necesario. ¿Qué previsiones hay al respecto?
-Elegí la Plaza Naciones Unidas por ser un espacio verde, generoso y libre de caos arquitectónico. Un espacio sereno. A la vez evité construir un objeto como son los símbolos urbanos. Mi objetivo fue concebir un entorno completo que abarque toda la plaza. Un espacio definido por su frondosa arboleda, la tierra esculpida con formas geométricas, rampas, senderos, un espejo de agua de 44 metros de diámetro, desbordándose en cascadas, y su foco Floralis Genérica con sus movimientos y continuos cambios de imágenes ambientales que se reflejan en sus pétalos brillantes.
-La obra por inaugurarse cuenta con mecanismos y sistemas que aportan los movimientos previstos. ¿No está inquieto acerca del mantenimiento de esos mecanismos y sistemas, del descuido y vandalismo de una sociedad como ésta?
-Con respecto al mantenimiento de los sistemas hidráulicos y electrónicos, he adoptado medidas que, por razones obvias, no revelo.
Estoy muy consciente de los problemas creados por el vandalismo, el que no es local, sino global. Los enfrenté en mis proyectos de embajadas. Sólo diré que cada previsión contribuye a enriquecer el carácter tridimensional de la obra ambiental. Todo acto destructivo tiene que prevenirse con conceptos constructivos.
Déjeme añadir que con la realización de esta obra tuve inmensos placeres, no sólo por haber ido más allá de la arquitectura con la flor, sino por otras acciones que la complementaban, como el propio acto de la inauguración, cuya arquitectura concebí.
Debemos ampliar las fronteras de la arquitectura.
La primera escultura con movimiento
En estos días se inaugurará al público la Floralis Genérica en la Plaza de las Naciones Unidas, con la asistencia de su autor, el arquitecto Eduardo Catalano, que recientemente arribó de los Estados Unidos. Se trata de la primera escultura móvil que tendrá la ciudad, controlada por un sistema hidráulico y por células fotoeléctricas; los pétalos se abrirán de día y se cerrarán por la noche, pero en días especiales la flor permanecerá abierta.
La obra, donada a la ciudad por el prestigioso arquitecto, costó US$ 6 millones, y cuenta, además, con un sistema de riego automático y dos tipos de iluminación, uno dirigido a la flor y otro general, en el predio. El espacio verde es vecino a la Facultad de Derecho de la UBA y al Canal 7 (determinado por las avenidas Figueroa Alcorta, Facundo Quiroga y las calles Austria y Bibiloni), y tiene cuatro hectáreas. La firma Iezi Hermanos realizó, entre otras tareas, el movimiento de suelos, la construcción del hormigón armado, los caminos perimetrales, y la instalación eléctrica. La fábrica de aviones Lockhead Martin Aircraft, de Córdoba, fabricó las piezas móviles en acero inoxidable.
Valores esenciales: luz, espacio y estructura
El arquitecto Eduardo Catalano ha expresado, en sus clases, libros y obras, el protagonismo que otorga a estos tres factores en su calificación de la arquitectura. Y hay un libro que citamos con frecuencia, La Constante , en el que formula las claves que en la historia confirman esa vigencia milenaria.
Nacido en Buenos Aires, E. C. se graduó en la UBA en 1940 y ratificó ese título en Pensilvania y Harvard, donde estudió con Walter Gropius en 1944/45. En 1945 retorna a Buenos Aires y diseña el Auditorio para la ciudad.
Por sus estudios en torno del diseño de estructuras espaciales ha sido comparado con dos figuras de fama mundial, Félix Candela y Eduardo Torroja.
Desde muy joven abrazó la tarea docente, aquí, en Londres y en Carolina del Norte, y es profesor emérito en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). En 1953 proyectó su casa en Raleigh, con un paraboloide hiperbólico como cubierta y una luz de 28 metros entre apoyos, y son muchas y calificadas las obras realizadas en los Estados Unidos; en Buenos Aires es autor de la embajada norteamericana (1971) y coautor de los pabellones 3 y 4 de la Ciudad Universitaria.